Los votos de los militares sí son indicativos
«¿Ha sido representativo el voto de los tres generales-senadores? El ministro de Defensa, en su rueda de prensa del día 2 de noviembre, ha negado esa representatividad, aduciendo que la institución militar sólo puede estar representada por su jefe supremo, el Rey. Sin embargo, esta apreciación habría de matizarse, pues, en primer lugar, una cosa es la representación funcional del mando y otra distinta la de las opiniones políticas de los mandados, o, en otras palabras, la necesaria disciplina jerarquizada no tiene por qué implicar, ni implica de hecho, la existencia de un bloque ideológico monolítico.Pero, además, y desde otra perspectiva, forzoso es reconocer que en su momento, la designación real tuvo un claro carácter de representación orgánica corporativista, como residuo de los antiguos. senados de ancianos o notables, o más propiamente de las Cortes franquistas. Así, pues, es lo más probable que en el instante de ejercer el voto, de forma pública y solemne, habrá pesado en el ánimo del almirante y de los tenientes generales no sólo su convicción personal, sino también su sentido de la responsabilidad y, en consecuencia, el deseo de representar a sus compañeros de armas.
Otra cuestión es analizar si en la realidad práctica esto ha sido así, ya que lo que no había existido previamente era una elección democráticá ni una delegación explícita. Por ello, los análisis que se hagan han de ir por el camino de las conjeturas o, a lo sumo, del conocimiento de ciertos comportamientos, individuales o de grupo.
Bajo estas premisas, no parece aventurado afirmar que el voto de rechazo, en sus distintos grados, a la Constitución ha sido efectivamente indicativo de la opinión contraria a los sistemas democráticos constitucionales, propia de la mayoría, dentro de un sector, de las Fuerzas Armadas, al que pertenecen los tres senadores. Sector que está formado principalmente por los generales y jefes que hicieron la guerra civil, salvo significadas excepciones, como la del ministro de Defensa, pero también, y es forzoso reconocerlo, por numerosos jefes y oficiales posteriores a la citada contienda, aunque, desde luego estos últimos no sean mayoría entre sus generaciones.
Sin embargo, el reconocimiento de esta realidad no debe dramatizarse en absoluto. En primer lugar, es un hecho absolutamente lógico y natural que personas que se forjaron o formaron profesionalmente para y en la consolidación y defensa de un sistema político totalmente opuesto al que va a poner en marcha la constitución, manifiesten su opinión contraria. Opinión que, no debe confundirse con oposición activa, que les está vedada por su propio sentido de disciplina hacia el Rey.
En segundo lugar, pero no menos importante, la opinión del resto de los militares no representado por los tres senadores, es, y también con grados diversos, de aceptación o adhesión firme a los principios constitucionales. Por último, es indudable que la promulgación de la Constitución será el primer paso para que desaparezca el poder fáctico de las Fuerzas Armadas sometidas desde entonces a los poderes democráticos y transformadas, precisamente, en las defensoras de ellos.»
10 noviembre
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