La población iraní, contra la solución militar
Una calma inquieta envolvía ayer a Teherán, la capital de Irán, mientras noticias recogidas por la agencia francesa AFP, daban cuenta de la muerte de cinco personas, en un enfrentamiento con el Ejército, en la ciudad de Zajan, al noroeste del país. Otras 47 personas habrían resultado heridas en el mismo incidente. La falta de disturbios graves en Irán, en el segundo día de Gobierno militar, dejaba traslucir, sin embargo, la sensación de que la solución militar adoptada por el sha terminará por producir una explosión popular contra el Ejército, de cuyo balance puede depender el futuro inmediato del país.El hombre que fue primer ministro de Irán durante más de diez años, Amir Abbas Hoveida, se encuentra, según fuentes bien informadas, sometido a arresto domiciliario. Se cree también que un cierto número de ex ministros de anteriores gabinetes han sido detenidos como parte de la campaña del nuevo Gobierno militar contra la corrupción.
No obstante, tres de los cinco ministros civiles que el primer ministro general Azhari presentó ayer al sha, ocupaban carteras en el último Gobierno. Según los rumores, varios generales están también bajo arresto, pero no ha sido posible confirmar la información y se supo que el general Ali Mohamed Jademir, ex director de la Iran Air, se suicidó ayer. Las posibilidades de información desde la llegada del nuevo Gobierno militar han quedado prácticamente reducidas a cero. Por otra parte no hay prensa desde hace cuatro días y los periodistas se niegan a trabajar si no se les garantiza las libertades que habían logrado durante el mandato de Sharif Emami.
Ayer, el sha pidió al ministro de Justicia que prosiga la campaña contra la corrupción y que cree tribunales especiales para juzgara los corruptores. Entre las detenciones anunciadas el martes figuraba la del general Nernatolah Nassiri, ex jefe de la temible policía secreta (SAVAK). A pesar de las detenciones de personalidades que tienen lugar, de promesas anteriores de liberar a todos los presos políticos para diciembre, y de aceptar las demandas salariales, el margen de credibilidad del nuevo Gobierno militar y del propio sha parecen nulos.
Asimismo la calle está convencida de que los disturbios del domingo pasado fueron tolerados por el poder para hacer posible la imposición de los militares. Una buena parte de la población está convencida que la confrontación se producirá. Nadie ha olvidado recientes promesas de Joimeiny de «aconsejar la lucha armada» si las manifestaciones lograban la caída del sha. Khomeiny, que sigue siendo el hombre capaz de lanzar a las masas a la calle, no ha retirado su promesa por lo que se puede pensar que sus partidarios se preparan.
Fuerza religiosa
Con toda la mala prensa que ha recibido en el extranjero, la actitud de los líderes religiosos, que sólo ha sido vista en sus aspectos más sensibles para Occidente, como la supresión del alcohol o el velo para las mujeres, el hecho cierto es que los «ayatolas», con su anhelo de justicia social y liquidación de la dominación extranjera en el país, ofrecen una interpretación coherente de la sociedad iraní del futuro, que con razón o sin ella, es perfectamente asimilada por la mayoría ante los cuales los «ayatolas» gozan de una solvencia incomparable.
El nuevo Gobierno quiere ahora tranquilizar todo. Se anuncia que la Iran Air ha vuelto al trabajo, pero sólo una parte del personal lo hizo: se dice que es el personal de distribución de Abadan, el gran centro petrolero ocupan sus puestos desde ayer, pero las refinerías no funcionan y aún no se ha normalizado la exportación. Se les pide a las amas de casa que no acaparen productos de primera necesidad, pero, en realidad, éstos comienzan a escasear. El director del banco Melli dijo el martes que no había restricciones a la salida de dinero, pero los bancos recibieron ayer órdenes tajantes de no permitir transferencias al extranjero de más de 20.000 dólares por persona dos veces al año y de no permitir que ningún viajero saque más de 5.000 dólares.
En verdad se cree inevitable un choque sangriento con el Ejército. Algunos esperan que de producirse se originaría una escisión entre los militares, ya que según estiman, la oficialidad baja y los soldados no serían insensibles a un posible llamamiento de Khomeiny. Para ciertas clases altas además los americanos, algunos de cuyos ciudadanos han sido agredidos ya en las calles, se vuelven a equivocar hoy al respaldar la presente solución militar lo mismo que se equivocaron en 1954.
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