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La crisis de Irán

Seis muertos en el primer día de Gobierno militar

Seis personas resultaron muertas ayer en Teherán cuando las tropas del Ejército y la policía abrieron fuego contra los manifestantes que protestaban, en diversos puntos de la ciudad, contra la imposición por el sha de un Gobierno militar. Mientras tanto, el nuevo jefe de Gobierno, general Azhari, disolvía el Parlamento, al tiempo que se confirmaba el carácter dictatorial de su Gabinete, que gobernará con la autoridad del sha considerablemente reducida. Los muertos, según fuentes del Frente Nacional Opositor, seprodujeron en el distrito sur de Teherán, con excepción de dos, que cayeron acribillados en el centro de la capital. Otras cinco personas heridas de bala fueron internadas en el sanatorio Pahlevi, en el norte de Teherán, Simultáneamente, el nuevo Gobierno militar inició ayer, en su primer día activo en funciones, una serie de detenciones de altos funcionarios de pasados gabinetes, a los que acusó de corrupción y abuso de poder. Pese a las detenciones, un portavoz oficial se negó a facilitar la identidad de los arrestados.

El único incidente de importancia anunciado ayer oficialmente, fue el incendio de la Compañía Nacional de Gas, un edificio moderno de once plantas que aún continuaba ardiendo en el momento de cerrar esta crónica. La presencia del Ejército en las calles es ostensible, y los tanques de la guardia real hicieron su aparición. La Universidad, con su mezquita en el centro del recinto, está sometida a un auténtico cerco impenetrable, al igual que otros centros estudiantiles.Como parte de esta impresión general de normalidad, la compañía Irán Air anunció a todos sus viajeros que no habían podido retirar sus equipajes que pueden pasar por el aeropuerto a recogerlos. El regreso al trabajo en la empresa no es, sin embargo, total, y sólo una parte del personal del aeropuerto está realmente en sus puestos.

Los suministros de gasolina y queroseno a la capital no se han normalizado aún, y continúan las colas ante las estaciones, aunque el nuevo Gobierno ha informado que se normalizará pronto. Igualmente, la Compañía Nacional de Petróleo, en huelga desde hace diez días, anunció ayer un plan de contingencia para restablecer el trabajo en el plazo de cuatro días.

La banca central iraní informó que las personas con depósitos en las más de doscientas oficinas quemadas no deben preocuparse, pues todos los datos están recogidos en el computador central. Asimismo, el director del Banco Nacio.nal declaró que no existe de nuevo ninguna limitación a las transferencias de dinero al exterior.

El mensaje televisado delIsha a la nación el lunes sugiere claramente que el nuevo Gobierno militar permanecerá en el poder hasta las próximas y primeras elecciones generales que habían sido previstas desde hace tiempo para el mes de junio de,1979. Los disturbios, según el sha, llegaron tan lejos que hicieron imposible la posibilidad de que un Gobierno civil pudiese regir el país y preparar esas, elecciones.

El nuevo primer ministro, general Reza Azhari, dijo también en la noche del lunes que su función principal era imponer el orden, garantizar el suministro adecuado de los principales productos, restablecer las libertades básicas, así como un sistema democrático y de justicia social. Un llamamiento particular a la cooperación fue formulado a los líderes religiosos que, en un país sin partidos políticos legalizados, son el único nexo real con las masas.

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Para los funcionarios del Gobierno, muy parcos ahora en sus declaraciones, «todo ha terminado, ya no habrá más problemas y el país tendrá sus elecciones generales en junio». El hombre de la calle, por el contrario, cree que el Gobierno militar agravará las cosas y que los incidentes volverán a producirse dentro de unos días, cuando se hayan acostumbrado a la nueva situación.

La oposición al sha, generalizada

Es evidente que una parte de la población y desde luego las compañías extranjeras prefieren un Gobierno militar, que ha sido presentado como única alternativa al caos, sea cual sea el costo -eso está por ver- de garantizar el orden, pero en un país donde sólo existen unos pocos que tienen mucho y una inmensa mayoría que quiere participar también en los beneficios que aporta el petróleo, donde la clase media, eventual estabilizadora, aquí no representa más del 15% de la población, la oposición al sha, por muy desorganizada y emocional que sea, es ahora, según los propios iraníes, más generalizada que nunca.

La importancia estratégica, económica y política de Irán hace, sin embargo, que, ignorando todos los factores internos, americanos y rusos por igual consideren por el momento la permanencia del sha en el poder.

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