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Giscard acepta una invitación soviética para la URSS

El presidente de la República Francesa, Valery Giscard d'Estaing, aceptó viajar a la Unión Soviética a lo largo del año próximo, tras la invitación oficial del Gobierno de Moscú. Fue el ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromyko, quien se la transmitió ayer en el palacio del Elíseo, en donde fue recibido por el presidente al final de sus tres días de visita oficial en París.Esta aceptación simbolizaría la normalización de las relaciones París-Moscú, deterioradas desde hace un año aproximadamente, tanto por diferencias en política exterior como por fricciones surgidas con motivo de las últimas elecciones legislativas francesas de marzo último.

El señor Gromyko mantuvo conversaciones estos días con su colega francés, Louis de Giringaud, sobre cuestiones internacionales y bilaterales. Franceses y soviéticos se manifestaron totalmente de acuerdo a propósito del problema libanés, pero contrariamente a su colega galo, el jefe de la diplomacia soviética condenó una vez más los acuerdos de Camp David relativos a la paz egipcio-israelí.

La política intervencionista francesa en Africa, a lo largo del año en curso, se había revelado para Moscú como contraria a la suya. Esta cuestión acentuó el frío que ha caracterizado las relaciones entre los dos países últimamente. Ahora parece ser que los dos ministros de Exteriores se han felicitado del acercamiento reciente entre Angola y Zaire, y la idea francesa de reunir una conferencia sobre el problema del cuerno de Africa, se estimaba al final de las conversaciones, que había sido comprendida por el representante de la URSS.

El problema del desarme, otra manzana de discordia entre ambas diplomacias, ha perdido altitud, y los señores Gromyko y Girindaud convinieron en que expertos de ambos países se reúnan antes de finales de año. (En enero comienza en Ginebra la reunión del nuevo comité sobre él desarme.)

En declaraciones separadas, el ministro francés recordó que en materia de derechos humanos «aún queda mucho camino por recorrer», mientras su homólogo soviético subrayó que «la distensión política debe ser completada con la distensión militar».

Sin que Francia y la URSS hayan superado las divergencias más o menos sensibles que separan sus políticas extranjeras, los soviéticos, que habían «decretado» una cierta congelación de relaciones diplomáticas, son ahora quienes también han decidido reanudar con los lazos «privilegiados» que se iniciaron en tiempos del general De Gaulle.

Sus dificultades con Estados Unidos en diferentes negociaciones y su obsesión víscera¡, China, que en estos momentos empieza a armarse tecnológicamente y militarmente en Occidente, han determinado este relance de las buenas relaciones franco-soviéticas. Francia, por su parte, está preocupada a causa del inmovilismo de sus ventas en la URSS.

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