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Reportaje:

La tercera edad, una marginación social autoinmoladora

El séptimo día del séptimo mes coge siete onzas de flores de loto; el octavo día del octavo mes. reúne ocho onzas de raíz de loto; el noveno día del noveno mes recolecta nueve onzas de semillas de loto. Déjalo secar todo a la sombra, come luego la mezcla y nunca envejecerás.» (Yin Shan-yao.) Probablemente, la fórmula de Yin Shan-yao resulte eficaz. En cualquier caso, una vez conseguida la juventud eterna, el eterno viviente acabaría por suicidarse al comprobar la marginación social ,que sufriría tras cumplir la edad productiva y laboral reglamentaria. El problema de la vejez, o tercera edad, no es tanto la salud física de quien supera los 65 o setenta años, como la radical marginación que una sociedad ávida de competitividad y producción le impone.«Hay dos tipos de envejecimiento -señala Alex Comfort-. El uno es biológico, y se manifiesta en cambios tales como encanecimiento del cabello, la disminución de la capacidad de acomodación focal del ojo y la pérdida del máximo registro de audición.» El otro tipo, sin duda el de mayores consecuencias colectivas e individuales, es lo que el autor llama «envejecimiento sociogénico», es decir, el papel que la sociedad impone a las personas en cuanto éstas alcanzan una determinada edad cronológica. En este momento se jubilan, o más exactamente, se les deja sin empleo, inútiles, y, con frecuencia, en una situación económica difícil.

Una de las grandes paradojas de nuestro tiempo es, precisamente, la del importante sector que compone lo que se viene en llamar «la tercera edad», sector que cada vez aumenta más el número de sus componentes debido, esencialmente, a los avances de la medicina y de la técnica y su absurda cualificación social. Se prevé que en Estados Unidos, por ejemplo, la población que superará los 65 años de edad será el 20 % de la población total en el año 2000. Por otra parte, las reivindicaciones sindicales se encaminan a conseguir la jubilación de los trabajadores lo antes posible.

La selección de individualidades que han demostrado su capacidad de trabajo e inventiva en edades avanzadas puede ser cuestionada desde un punto de vista social, sin embargo, mientras no se demuestre lo contrario, ante las vaguedades biempensantes de los políticos y redentores profesionales, sólo se puede oponer casos concretos que, además, no son excepción, sino, prácticamente, regla: la regla de que un individuo mayor no es un inútil, sino alguien que ha vivido más que el resto de los mortales.

Maggie Kubh: en 1970, a los 64 años de edad, creó Las Panteras Canosas, organización de personas mayores con un gran sentido de la militancia, que se dedican a luchar contra la discriminación por razones de edad. La señora Kubh es una firme creyente de la necesidad de experimentar nuevos estilos de vida (vivía con dos mujeres de treinta años cuando ella tenía 69). Se podría citar también el caso de Georges Burns, actor, qué a sus ochenta años consiguió el Oscar al mejor actor secundario por su papel en The sunchine boys. Marian Hart marcó un récord en 1975, al atravesar el Atlántico en un avión monoplaza. Tenía 84 años de edad.

No hace falta citar los nombres de. Picasso, Miró, Dalí o Pablo Casals para dar cumplida información sobre, la creatividad en la tercera edad.

Frank Lloyd Wright, el más importante arquitecto norteamericano, inició sus trabajos más creativos a los 69. años de edad. Michel Eugéne Chevreul, autoridad científica en el campo de los colorantes y descubridor del proceso de la saponificación, de tan decisiva importancia en la industria del jabón y la margarina, escribía artículos científicos a los ochenta años de edad, una edad que ya sobrepasó Jean Piaget, que continúa en su labor pedagógica con una pujanza aparentemente infrecuente.

Bernard Shaw, Sir Bertrand Russell, Sonia Delavuay, Cecil B. de Mille, Rubinstein y un amplísimo etcétera muestran y demuestran con constancia que la tercera edad no presupone, en la mayoría de los casos (un 75 %, para ser fieles a las, estadísticas de los sociólogos preocupados por el tema), una disminución de la capacidad intelectual.

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