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Eanes difiere el nombramiento de un nuevo primer ministro portugués

Cuando todo indicaba la inminencia del nombramiento del socialdemócrata Carlos Mota Pinto como encargado de formar el nuevo Gobierno, la crisis política portuguesa que se arrastra desde hace 77 días, ha conocido otro vuelco imprevisto, al decidir ayer el presidente Ramalho Eanes iniciar un nuevo «período de reflexión» tras haber sido vetado, aparentemente, el nombre de Mota Pinto por varios de sus consejeros.

Ni los partidos políticos ni el Consejo de la Revolución, que dejó a Eanes en libertad para elegir al sustituto de Nobre da Costa, parecen tener responsabilidad alguna en este atasco. Mota Pinto ya había aceptado la designación, según informaba el lunes el diario Jornal Novo.En el clima de «guerra de los nervios» que se observa de nuevo en Lisboa es difícil opinar sobre la credibilidad de los rumores. Se dice que el general Eanes sigue insistiendo en su voluntad de mantener en su puesto al actual primer ministro, a pesar de la resistencia de socialistas y demócratas cristianos (éstos afirmaron prudentemente, al salir de una nueva audiencia con Eanes, que les parecía «preferible intentar una fórmula nueva», lo que no se debía interpretar como una objeción a la personalidad de Nobre da Costa), y pese también a la «no hostilidad declarada» de los cuatro partidos principales a un Gobierno formado por Mota Pinto. El portavoz del Partido Social Demócrata dijo, incluso, que era posible llegar a constituir un Gobierno sin la oposición de principio de socialistas y socialdemócratas. Parece, pues, que las dudas de última hora de Eanes tienen otro origen.

Presuntos cálculos de Eanes

Un editorialista, que escribe en un semanario de extrema derecha, pero es considerado como uno de los expositores más significativos del pensamiento de algunos «consejeros» privados del jefe del Estado, analizó ayer los «inconvenientes» que ofrece el nombramiento de Mota Pinto o de cualquier otra personalidad del mismo perfil político.Para José Miguel Judice, la realización del proyecto político del presidente implica aprovechar al máximo la derrota socialista y escoger un primer ministro desfavorable al partido de Mario Soares.

Los únicos políticos que reúnen esta condición serían, en opinión del editorialista, Nobre da Costa o alguno de los disiden tes del Partido Socialista. Por el contrario, el nombramiento de una personalidad del área del PSD colocaría a este partido en mala posición, agudizando sus contradicciones internas y permitiendo al Partido Socialista recuperarse electoralmente en la oposición, manteniendo, a la vez, «un pie en el aparato del Estado» y alejando la perspectiva de elecciones anticipadas.

¿Estará dispuesto el presidente Eanes a sumergirse en estos malabarismos políticos que reprochaba hace poco a los estados mayores partidarios? Otro sector de la prensa portuguesa observa que una actuación de este tipo compromete su imagen de árbitro y que, además, no se puede, impunemente, bloquear una solución política después de haber reprochado a los demás anteponer sus intereses particulares al bien superior de la nación.

Entre tanto, los sindicatos intensifican su presión contra la política agraria del Ministerio de Agricultura: ayer hubo paros y manifestaciones de braceros en toda la zona de la reforma agraria, y los sindicatos de la CGTP (Confederación General de Trabajadores Portugueses) han llamado a los obreros de las áreas industriales de Lisboa, Oporto y Setúbal a huelgas de solidaridad frente a la «ofensiva represiva en curso contra los trabajadores rurales».

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