Esfuerzos de los comunistas alemanes para mejorar su imagen
El Partido Comunista de la República Federal de Alemania (DKP) termina hoy en Mannheim su último congreso con la adopción de un programa abultado, que llama para mejorar su imagen electoral.«Queremos incrementar progresivamente nuestro influjo en la sociedad alemana mediante la configuración de nuestro partido como un partido de masas en el que quepan todos los que trabajan.» Con estas palabras inauguraba, hace tres días, Herbert Mies el congreso.
El presidente del único partido de esta tendencia legalizado en la República Federal de Alemania ha presentado un cuadro poco brillante ante los representantes de los 46.380 militantes con que cuenta esta formación política y ante las 54 delegaciones extranjeras que han acudido al congreso: a pesar de que el DKP ha incrementado el número de militantes en más de 4.000 durante los dos últimos años, los resultados obtenidos por este partido en las últimas elecciones generales y en las recientes con carácter regional no han favorecido mucho a la opción que representa el DKP, fuertemente vinculado a las posiciones representadas por Moscú y Berlín oriental.
El DKP se enfrenta al interrogante de un mayor número de militantes, pero menos electores, en sus diez años de vida legal en la RFA.
Sin embargo, el dilema no parece que vaya a resolverse en este congreso, que concluye hoy. El partido ha hecho un gran esfuerzo por presentar un programa atractivo y detallado (tres abultados volúmenes con un total de 1.290 propuestas). Los comunistas alemanes del DKP insisten en evitar cualquier roce con otras tendencias marxistas dentro del mismo movimiento internacional, pero insistiendo también en valorar «el trabajo ideológico como alma de toda la actividad del partido». Esto los lleva a rechazar, por ejemplo, la posición francesa e italiana en lo que se refiere a las próximas elecciones directas al Parlamento Europeo. A su entender, estas elecciones «recortarán la soberanía de los Estados de Europa occidental y frenarán a la clase trabajadora en su lucha contra los monopolios».
La integración de la base militante del DKP -80% trabajadores manuales- ha significado también un rechazo por el congreso de experiencias «individualistas», como la solución del problema de la vivienda mediante la creación de comunas y la trayectoria de los movimientos feministas, a los que el DKP atribuye la «traslación reductiva de una lucha de clases a una lucha de sexos».
El congreso ha preferido seguir una línea muy ideológica, orientada a la denuncia del papel exterior de la RFA como «potencia imperialista cada vez más activa en el contexto mundial». De puertas adentro, la polémica sobre las centrales nucleares, que la base más joven querría orientar en un sentido restrictivo, ha quedado formulada como un «respaldo en principio» a la energía nuclear para usos pacíficos.
Entre los delegados de otros partidos comunistas, la representación española estuvo presidida por Juan Francisco Pla, del Comité Central del PCE.
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