"Ajoblanco", cinco años de comunicación alternativa como forma de vida libertaria
«Hace cinco años que un grupo de jovencitos, locos y poetas nos reunimos en el restaurante Puxet, de Barcelona, para probar Ajoblanco. Fue allí donde por primera vez nos planteamos hacer una revista distinta, fuera de los cauces universitarios. Fue en aquel lugar donde discutimos la muerte de Nabuco y en donde Ulises no fue de Joyce sino de la contracultura. Fue en aquella cena donde empezamos a violar la realidad.»
Hace cinco años Franco ni siquiera había enfermado de gravedad, la Ley Fraga sembraba de expedientes, juicios, censuras y secuestros la geografía de la comunicación española y, sin embargo, pudo aparecer esta revista alternativa con tendencias claramente libertarias, que más había de influir en un determinado público español, sobre todo entre la gente joven. «Con Franco es imposible permiso, decían las huestes intelectuales democretonas. Sin un millón en el bolsillo, nada, dijeron los periodistas progres de aquel 73. Pero los locos visionarios hacía tiempo que habían dejado a Marx en el trasero y a Franco en el WC. Y trabajamos horas, días, años. Nos dimos cuenta de que aunque escondidos en las cloacas éramos muchos. Muchos más de los que jamás nadie había imaginado.» Ajoblanco tiene ahora una tirada cercana a los 75.000 ejemplares, bastantes más que muchas de las revistas españolas de información general. En junio de este año, alcanzó los 150.000.Dirigido por un colectivo compuesto de seis personas (estudiantes y trabajadores), Ajoblanco ha vivido de las aportaciones de sus lectores, quienes normalmente compran el número y colaboran aunque sólo sea en la sección La cloaca. «Durante estos cinco años -dice Pepe Ribas, miembro coordinador del colectivo- hemos cubierto con más o menos éxito una trayectoria de total independencia con respecto a grupos políticos, financieros o ideológicos. Hace cinco años Ajoblanco reaccionó contra el PC lo mismo que contra el franquismo. No hemos sido ninguna secta porque no hay detrás ningún dogma político ni siquiera una ideología libertaría, sino sólo una manera de vivir libertaria. Ajo ha reflejado y reflejará la historia tal y como la vive la gente de la calle y no como se la plantean los de arriba.»
Ajoblanco, que cada mes llegaba hasta el pueblo más recóndito de la provincia de Cáceres o a los puestos del rastro en Cascorro, de Madrid, se va a hacer ahora semanal. «Mantener una periocidad mensual es imposible en las actuales circunstancias -dice Pepe Ribas-, porque no puedes informar de la actualidad. Y si abandonamos una revista elitista, culturalista, para lanzamos en la información semanal es porque creemos que podemos ofrecer precisamente la información que nadie cubre, porque todas las revistas están dentro del consenso. Queremos abrir espacios de libertad que no se encuentran detrás de las siglas ni en los pasillos de la política.» Las elecciones de 1977 marcan una grave crisis en los planteamientos de Ajoblanco. «Sucede la gran decepción de la utopía libertaria. Te das cuenta de que España está definitivamente dirigida por USA. Pero sucede también, y en un terreno más concreto, que se nos escapa el contacto con ciertos grupos marginales. Putas, gays, feministas, cine libre..., se organizan con más libertad y crean sus propios medios de expresión. Todos estos sectores ya no vienen a hacemos partícipes de sus cosas.»
«En un momento en que la prensa vacila entre el sensacionalismo, la exhibición del fetiche cuerpo y la alta política de salón, nosotros tratamos de optar por la experiencia estricta, directa, despojada de tratamiento ideologizado. Hablamos para los que buscan ser felices y quieren serlo ya, ahora, y que, por tanto, tienen que plantearse sobre bases nuevas todas las órbitas de sus vidas, desde su trabajo a su comunicación, su sexo o sus mitos; que conocen la naturaleza castradora del poder y no conservan ninguna esperanza en las organizaciones políticas tradicionales.»
Ajoblanco va a romper su historia, se va a profesionalizar «para no construir una mítica de la pureza, para no mantenernos en las esencias». Y todo ello en defensa de una comunicación alternativa, en defensa de la información, que sustituya a la información, «porque la gente no sabe lo que pasa». Antes de fin de año, Ajoblanco, semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.