_
_
_
_

Una política de lanzamiento que no se base en la inversión es demagógica y errónea

Los objetivos primarios de un programa de política económica que aspire a intensificar el desarrollo y crear empleo (frenando el embolsamiento de paro) no podrán alcanzarse sin un crecimiento de la inversión.No es posible elevar la tasa de desarrollo económico de forma estable y duradera (y con ella el nivel de empleo) sin reducir al mismo tiempo la tasa de inflación. Un desarrollo económico que no respetase el requisito imperativo de lograrse con menor inflación sería efímero y desembocaría finalmente en el peor de los mundos: nivel galopante de precios, grave desequilibrio exterior, mayores cifras de paro. El desarrollo de la economía creador de empleo hay que buscarlo por el difícil camino de reducir gradualmente la inflación. El programa debe conseguir simultáneamente mayor ocupación (con mayor desarrollo) -que exige mayores inversiones- y menor inflación.

Más información
Acuerdo salarial y calendario político, condiciones básicas del plan

Objetivos ambiciosos

El crecimiento de las inversiones totales incluido en el programa de política económica que se ha venido exponiendo en EL PAIS, reclama para 1979 una tasa de crecimiento de la inversión del 9,9 % (9 % inversión privada, 13,6% inversión pública).

Esos objetivos no son ambiciosos si se considera el comportamiento de las inversiones a lo largo de los últimos quince años. Sin embargo, las tasas postuladas para el crecimiento de la inversión en 1979 son muy ambiciosas si se atiende a la crisis actual de la inversión, el escenario económico en el que se ha manifestado con más claridad, dureza y persistencia la crisis económica de los setenta. Claridad: ya que en todos los años que hemos vivido con la crisis - 1975 a 1978- las tasas de inversión han sido negativas. Dureza: pues la caída de las inversiones ha acumulado un descenso total de un 12%. Persistencia: puesto que la crisis de la inversión dura ya cuatro años, superando a cualquier otra experiencia anterior.

Inversiones «versus» consumo

Vistas las cosas desde el fondo del bache actual de las inversiones, parece obligado preguntarse si son realmente insustituibles para aumentar la producción y el empleo. si no podría conseguirse lo mismo dejando las inversiones en el bache en que se encuentran y pidiendo al aumento del consumo que tirase de la economía y de su ocupación. Para posibilitar ese mayor consumo se elevaría la tasa de crecimiento de los salarios (por ejemplo, al 16%-18%) se ajustarían las magnitudes monetarias al alza (por ejemplo, al 18%-19%) para que todo funcionase adecuadamante. De esta manera lo tendríamos todo: mejor nivel de vida, asegurado por un consumo privado mayor, mayor crecimiento de la producción, impulsado por el gasto de consumo, mayor empleo, demandado por una mayor producción. Esa solución idílica -que apunta en algunas propuestas actuales de política económica para 1979- constituye una alternativa errónea, peligrosa por sus defectos y con atractivo demagógico.

Errónea: ya que no corrige la inflación que padecemos, originada en los costes del trabajo, que no se reducirían sustancialmente para colocar nuestra inflación en niveles europeos y competitivos; no se alentaría la inversión, pues continuaría la erosión de los excedentes empresariales; disminuiría la competitividad de nuestros productos en el exterior en cuanto que los costes y precios españoles no sólo no reducirían su ya considerable diferencia con los de nuestros competidores, sino que la ampliarían, creando así una situación crítica de balanza de pagos. Esa secuencia de acontecimientos no es nueva. Es dolorosamente familiar: la hemos padecido desde 1974 hasta julio de 1977. Es la secuencia de una economía basada en el ciclo: mayores salarios, mayor consumo, mayor producción, precios mayores y un déficit final y creciente de la balanza de pagos. La fuerza creadora de ese proceso se pierde pronto, ya que la aceleración de precios agota el crecimiento de los salarios, y la demanda de consumo deja de tirar muy pronto de la producción. Los mayores precios preparan la ronda siguiente de peticiones de mayores salarios y la política monetaria y la fiscal habrán de ajustar al alza sus objetivos para que esa ronda sea posible y se pague. El final de ese proceso será una inflación progresivamente agudizada, y una balanza de pagos crecientemente deficitaria que recogerá las irracionalidades de este comportamiento. Los peligros de esta alternativa se comprueban cuando el proceso iniciado tiene que detenerse frente a una situación de quiebra exterior, con consecuencias muy graves para el empleo.

El camino de la inflación acelerada no posibilita ningún futuro viable a una economía, aunque constituye una alternativa con atractivo demagógico, ya que no pide sacrificios a nadie: los salarios y el consumo pueden aumentar sin riesgo. Esta recomendación es un billete que se vende bien. Lo malo es que -nos lleva a la inflación del pasado, aumentando -y no disminuyendo- el paro del presente. Un viaje del que es difícil regresar.

La recuperación de las inversiones constituye una alternativa insustituible. Un aumento del consumo no puede ocupar su lugar. No existe equivalencia de papeles y funciones entre estas dos variables económicas.

Inverisión, única alternativa

Hay que partir, pues, del bache crítico en el que se encuentran las inversiones, pues sin salir de él no podrá conseguirse un aumento duradero del empleo.

Los objetivos de la inversión para 1979 indican claramente el papel básico que debe interpretar la inversión productiva privada. Si se aspira a su recuperación será necesario conocer las condiciones que determinan su comportamiento para actuar sobre ellas. Buena parte del programa de política económica que España necesita debe centrar en este campo sus actuaciones. Y es del acierto de esta estrategia y de su aceptación social de los que dependerá, en gran parte, su éxito o su fracaso.

El programa de política económica que se propone divide a las medidas referentes a la inversión en dos grandes grupos: condiciones previas y decisiones de la política monetaria y fiscal, según se expresa en los siguientes artículos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_