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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Desatenciones de Iberia

El pasado domingo 24 de septiembre fui testigo y, en cierto modo, protagonista del siguientte desgraciado incidente, a que tan acostumbrados nos tiene nuestra inefable Iberia. Líneas Aéreas de España, «donde únicamente el avión recibe más atenciones que el pasajero».Estamos listos los pasajeros si los cuidados que recibimos no son mucho mayores que los que a éI se dedican. Todos los usuarios nos jugamos la vida en cada vuelo.

El citado domingo 24 y con hora y veinte minutos de adelanto a la hora señalada para la salida, un sobrino mío, su esposa, dos niñas, de tres y uno y medio años de edad, la segunda enferma y en trance de una posible deshidratación, a quienes acompañaba otra persona de la misma procedencia y el mismo destino, que era Santa Cruz de Tenerife, se presentaron en el correspondiente mostrador para facturar y recoger sus tarjetas de embarque en el vuelo de las trece horas. Los cinco billetes eran de primera clase y estaban cerrados con el reglamentario OK desde un mes antes.

Al llegar al mostrador para un trámite tan sencillo como pedir la tarjeta, ya que tienen todo en regla, la azafata correspondiente les comunica amablemente: «No pueden viajar a pesar de tener el OK, porque antes que ustedes han venido otros pasajeros, y hemos despachado todos los billetes, por lo cual tendrán que ponerse en lista de espera para el vuelo de la tarde y ver si pueden irse en ese vuelo o esperar a mañana».

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Ante la inesperada y absurda contestación de la citada empleada del mostrador, comenzó un forcejeo dialéctico, que se encrespó cuando la zafiedad de algunos empleados de Iberia intervinieron en la disputa con razones tan maravillosas como decir que para tener seguridad de que se va a embarcar hay que llegar con mayor número de horas de anticipación para coger sitio, como si se tratase de la entrada en el Metro a una hora punta. Alegaron después que las cinco plazas habían sido ocupadas por una tripulación que tenía que desplazarse a Tenerife. Total, que allí se formó un caos de absurdos, mentiras, incoherencias y falsedades dignas de una novela de ciencia-ficción.

Por fin, y ante la enfermedad de la niña pequeña, que podía degenerar en algo peor, los mandaron a pasar las horas que faltaban hasta el vuelo de la tarde al hotel Alameda, cercano al aeropuerto, pero con la condición de tener que comer el menú del día en forma obligatoria, dándose el caso de que al no poder comer la pequeña enferma tal menú y pedir que le hicieran un poco de arroz blanco, cobraron tal arroz como extra, advirtiéndoles que si no pagaban tal extra no les permitirían abandonar el hotel.

Previamente, y en el mostrador de Iberia, les propusieron que embarcasen los equipajes aunque se fuesen en el vuelo de la tarde, cosa a la que no accedieron por muchas razones: primera, porque entonces Iberia podía alegar que no habían llegado a tiempo del embarque y, segunda, porque las disposiciones de seguridad en vuelo exigen que el pasajero vuele acompañado con sus maletas, y no como en el mostrador se les decía.

En fin, que entre la vergüenza del hotel, eso sí, de cinco estrellas, y el inaudito atropello del aeropuerto, han llegado a Tenerife dos enfermos más, que son la madre de la niña y el pariente que participó en el bochorno general.

Lo terrible de todo ello es que hay que tragárselo, porque el monopolio de lberia impide poder elegir otro medio de transporte. ¿A quién quitaría, por la tarde, Iberia sus pasajes?, y ¿qué razones alegaría?

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