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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otra va el tema vasco

APENAS VEINTICUATRO horas después de que Xabier Arzallus, del PNV, inflamara a las masas en Vitoria, dos guardias civiles morían asesinados en San Sebastián. Uno y otro suceso se enmarcan inevitablemente en el debate abierto en este país en torno al pueblo vasco y las soluciones que la Constitución puede ofrecer al respecto. No vamos a caer en la tentación maniquea de escribir sobre las palabras de Arzallus («no nos fiamos de Madrid») al ritmo que las metralletas han impuesto en San Sebastián, Vamos a limitarnos a señalar, una vez más con la intemperancia que el caso ya merece, que el PNV, perdedor en las pasadas elecciones generales. se arroga injusta y arbitrariamente la representación de todo el pueblo vasco y consciente o no- viene realizando una política que en última instancia sirve de sostén moral a las acciones del terrorismo. Ayer mismo, Manuel de Irujo, en unas declaraciones a Radio Nacional, condenaba los asesinatos recientes «con mayor fuerza aún que los fusilamientos» ¿Qué lenguaje es este? Que se sepa, no ha habido fusilamientos en España desde la Implantación de la Monarquía democrática, que permitió, entre otras cosas, el regresa de Irujo, la amnistía política y un sistema de convivencia en libertad. Al señor Irujo puede no gustarle la Constitución, pero puede, y podrá decirlo libremente, gracias a la propia Constitución democrática, que el señor Irujo, por desgracia, está aún dudoso de apoyar. Para el PNV no parecen haber cambiado las circunstancias cualitativas de la política, y mantienen su actitud de pequeños sacristanes del miedo. Sobre la enmienda que afecta al reconocimiento de los fueros no hemos de repetir lo que ya hemos escrito días pasados (véase EL PAIS de 21 de septiembre). Esa enmienda era un error. Pero una vez aprobada la disposición adicional, quizá sea lo mejor tratar de encontrar una vía de solución. que puede pasar por la adición a la propia enmienda de un término específico que aclare que cualquier solución al tema del País Vasco se hará siempre en el seno de la Constitución.

Trastrocar los términos del debate político por el lenguaje de las metralletas sería ser víctimas del chantaje terrorista. Aparte de que queda suficientemente claro que el fenómeno ETA no se va a terminar por el hecho de que el País Vasco y toda España, cuenten con un régimen democrático. Si, pese a todo, no le satisface al PNV el texto constitucional, en su derecho está de votar o recomendar el no en el referéndum. La historia no ha de acabarse este mes de noviembre, y el consenso, lo hemos dicho muchas veces, no equivale a bajarse los pantalones. Sacar la autonomía vasca de la norma constitucional sería una insensatez. Que el PNV haga lo que quiera. Sus electores son ya mayores de edad.

Un punto más merece la pena añadir al comentario de hoy, en el que huelga, por sabida. la condena de los asesinatos de este fin de semana. Mientras el Gobierno francés no acabe con su actitud inamistosa hacia España de protección -siquiera por inhibición- al cuartel general del terrorismo vasco en el sur de su país, la acción policial, por parte española. será sumamente difícil. Ya es harto sospechoso que estos nacionalistas vascos no hayan siquiera intentado atentar contra la vida de los gendarmes franceses -cosa que, obviamente, no deseamos que ocurra- cuando resulta que el País Vasco francés está sometido a un centralismo infinitamente superior al de Euskadi sur. La tolerancia visible, en contra de las buenas palabras del señor Giscard y de su Gobierno. de que disfrutan en San Juan de Luz los sospechosos del asesinato y la bomba, hace suponer que los señores de París prefieren tener el problema vasco fuera de casa -como es lógico, desde su punto de vista-. Nos preguntamos si a don Marcelino Oreja no se le ocurre todavía nada que hacer al respecto, y si no hay posibilidad alguna de defensa ante este bonapartismo de nuevo cuño. Sería, en cualquier caso, interesante conocer el status de algunos de los sospechosos de ETA residentes en Francia: si son refugiados políticos, o gozan de permiso de trabajo. El señor Giscard, aseguró ya en su día que no había motivos para que ningún español gozara del status de refugiado en Francia. Hay que saber, entonces, si las autoridades galas están concediendo permisos de trabajo a personas posiblemente relacionadas con el terrorismo en nuestro país.

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Por lo demás, ¿vamos a escribir de ETA? Ya sería cómico, si no resultara trágico, que cada vez que una medida liberalizadora o prometedora para el pueblo vasco -en este caso, ni más ni menos que la devolución de los fueros- va a discutirse en el Parlamento, estos bandidos se pongan a disparar contra los que dicen ser sus propios intereses. Todo resulta demasiado burdo. Como resulta demasiado grave que a la postre casi ninguno de estos casos sigan sin resolverse policialmente. ETA ha perdido toda credibilidad política, fuera de algunos sectores del País Vasco. Se ha convertido en una simple banda que vive de algo tan viejo como el «impuesto revolucionario». sistema mafioso muy propio de quienes lo emplean.

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