"Encierro" de autoridades municipales en un ascensor de Barajas
Las autoridades municipales que ayer se desplazaron hasta Barajas para recibir al alcalde, señor Alvarez, estuvieron a punto de no poder recibirlo a causa de un inoportuno encierro involuntario en un ascensor del aeropuerto.Los atrapados eran el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento, cinco delegados de servicios, el secretario y el depositario municipales, un miembro del gabinete de prensa de la Corporación, una azafata, un empleado del aeropuerto y un redactor de EL PAIS que junto al ascensorista, sumaban la cifra de trece personas encerradas.
En un primer momento, todo fueron bromas más o menos nerviosas, mientras el ascensorista, con la parsimonia propia de alguien que no era la primera vez que pasaba por la misma situación. intentaba ponerse en contacto, por medio del teléfono interior instalado en el ascensor, con alguien que acudiera a resolver el problema.
Al cabo de un rato sin que nadie hubiera acudido en socorro de los encerrados, comenzaron los nervios. Luis María Huete, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento -quien presidía. en teoría. la delegación municipal que acudía a recibir a José Luis Alvarez- repetía sin cesar que «yo soy el alcalde accidental de Madrid y tengo que estar en la sala de autoridades para recibir al alcalde».
En tanto alguien recomendaba calma, el delegado de Seguridad del Ayuntamiento. Santiago Estrada, aseguraba que «los bomberos de Madrid ya nos hubieran sacado de aquí».
Mientras. el gerente municipal de Urbanismo, Luis Enríquez de Salamanca. demostraba con la seriedad en los labios que aquella aventura no le estaba haciendo la más mínima gracia.
Por fin. el delegado de Seguridad decidió tomar el mando de la situación. Utilizando el telefonillo interior. se puso en contacto con Félix Mata, jefe de protocolo de la sala de autoridades del aeropuerto. Exigió que la avería fuera solucionada inmediatamente. Contestación: «Estoy.buscando a los mecánicos. pero no los encuentro». El señor Estrada insistió: «Pues llame a los bomberos.» «¡Qué voy a llamar yo a los bomberos!», fue la contestación.
El señor Estrada, coronel de Armamento y Construcción, decidió llamar personalmente al coronel jefe del aeropuerto. Pero su intento fue inútil: el coronel Cruzate no estaba localizable: «Sorel coronel Estrada. Llamen a los bomberos.» Sólo Alfonso Maza, jefe de protocolo del Ayuntamiento, dijo que sí, que iba a llamar a los bomberos.
Pero, en ese momento, un policía inunicipal de servicio en el aeropuerto, ayudado por otro ascensorista, consiguieron, con el solo esfuerzo de sus manos, forzar la puerta del ascensor.
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