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El Gobierno francés nacionaliza la siderurgia manteniendo su apariencia de empresa privada

El plan de «salvamento de la siderurgia francesa» fue presentado ayer directamente a los franceses por el presidente de la República, Valery Giscard d'Estaing, a través de dos de los tres canales de la televisión. Según el programa de reestructuración establecido por el Gobierno, el plan de saneamiento de esta industria en quiebra equivale a la nacionalización de la siderurgia, ya que el Estado, los bancos nacionalizados y otros organismos públicos se convierten en propietarios de la mayoría de las acciones. Los poderes públicos, con su reforma, desearían devolver la competitividad a la industria siderúrgica y asegurar el empleo.

La transformación de las estructuras de la siderurgia gala, decidida ayer por el Gobierno en el Consejo de Ministros, afecta directamente a los tres gigantes de esta industria: Sacilor, Usinor y Netives-Maisons-Chatillon, implantadas en Lorena. Ahora bien, otras empresas, concretamente las normandas, serán absorbidas por los dos nuevos grupos siderúrgicos que prevé el «plan de salvamento»: en un grupo se asociarán Sacilor e importantes industrias siderúrgicas de Normandía y, en el segundo, Unisor y Chatillon.[DD] acréditos

En el aspecto financiero, el dispositivo creado por el Gobierno consiste esencialmente en la reconversión de la gran mayoría de los préstamos en acciones. Este hecho, que los medios económicos privados destacan de mal humor, porque «no tiene precedentes», conduce a un reparto de acciones que configura el rostro de la nueva propiedad de la siderurgia gala: el Estado se queda con el 15 % a cuenta de sus adelantos, los anticipos -que han venido ofreciendo los bancos (los nacionalizados, casitotalmente) les confiere a éstos el 30%, y otros organismos oficiales asumirán la propiedad del 25%. El Gobierno advirtió que la nueva estructura implica cambio de dirigentes. Destacó también que «las nuevas sociedades renovadas serán plenamente autónomas y responsables de su gestión», aunque advirtió que «el Gobierno vigilará para que los planes de saneamiento sean compatibles con los objetivos fundamentales del nuevo plan siderúrgico». A pesar de todas estas precauciones estilísticas, un influyente portavoz de la patronal, el diario Le Nouveau Journal, estimaba anoche que «el intervencionismo de Estado es nefasto y la culpa de la trágica situación de la siderurgia es consecuencia de este intervencionismo, que no sólo se manifiesta nacionalizando, sino bloqu eando o controlando los precios, como ocurrió entre 1949 y 1970, o no permitiendo a la empresa privada licenciar obreros o construir en donde le parezca o.portuno». Por o tra parte, curiosamente, el plan propuesto ahora por el Gobierno semeja en cierta medida al que defendió el Partido Socialista el año pasado, cuando se batía con los comunistas para actualizar el «programa común» que fue de la izquierda.

Reacción de la izquierda

En los medios políticos de la izquierd a esta «nacionalización disimulada» sería un atentado más contra los trabajadores y sólo favorecerá al capital privado, que «se ha encontrado con la mano salvadora del Estado (el dinero de los franceses) para superar una situación, trágica consecuencia de la mala gestión y de la falta de previsión de los poderes públicos».Teniendo en cuenta que esta reforma siderúrgica está destinada a reducir la producción, salvando únicamente el producto competitivo, las consecuencias sociales serán importantes. Aunque el Gobierno no lo ha explicitado, los expertos calculan que se suprimirán alrededor de unos 20.000 empleos, que se añadirán a los 16.000 desaparecidos de poco más de un año a esta parte.

La siderurgia francesa, en el marco de la crisis mundial de este sector industrial, ha llegado al borde de la quiebra total. Su cifra de negocios anual es de 30.000 millones de francos, emplea 130.000 personas, produce veintitrés millones de toneladas anuales y actualmente pierde cincuenta millones de francos al año, sin contar los 6.000 millones de francos que debe amortizar también anualmente, según estipulan los vencimientos establecidos con sus acreedores.

El plan de salvamento de la siderurgia gala se inscribe en el contexto de la reforma de la política Industrial que están realizando las autoridades francesas, destinada a encarar el doble desafío, en el terreno de la competitividad, que protagonizan, en primer lugar, los países industrializados tradicionalmente competidores serios, y, en segundo lugar, los países en vías de desarrollo que, cada día más, aumentan su producción y, además, a costos inferiores.

Con la reestructuración de la siderurgia, el objetivo de la intervención del Gobierno galo puede resumirse de la manera siguiente: competir y, por otra parte, superar las gravísimas dificultades del sector, manteniendo, en apariencia, al menos su carácter privado para que continúe funcionando en el marco de la economía liberal. Así, se estima oficialmente, volverá a ser una industria rentable y asegurará el empleo.

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