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Crecimiento económico y empleo

Descenso continuado de la población activa y de la ocupada

Ninguna información resulta a la vez tan insustituible como importante para conocer los problemas económicos de una sociedad como la que suministran las cifras de su población y de su actividad. Es en ellas en las que tiene que aprenderse la primera lección de una economía y es a través de esas cifras como pueden evaluarse su situación y las dificultades condicionantes de la política económica.Tres factores caracterizan la evolución demográfica española en los últimos años y describen sus problemas actuales:

1. El «boom» de la población en las décadas pasadas. producido por unas tasas de natalidad elevadas y la práctica desaparición de la mortalidad infantil, ha promovido una especial estructura de la pirámide de población, con acusado crecimiento de la población joven en edad de trabajar.

2. Otro factor que está afectando notablemente a la estructura de la población española, con su correspondiente incidencia en el nivel de actividad y de paro, ha sido el retorno de gran parte de los emigrantes europeos, el desempleo de los países de Europa se ha acusado en nuestras mayores cifras de población. Los ajustes introducidos por el Instituto Nacional de Estadística en las cifras de población, con aumento de la población calculada para 1978 en cerca de medio millón de personas, puede deberse, en gran parte, al retorno de emigrantes. La tasa de crecimiento de la población española, que el INE situaba en 1,06% anual, se ha corregido al 1,19%. La población en edad de trabajar (3,2%) -que en España se considera a partir de los catorce años- crece así a tasa algo superior a la de la población total (1,60%).

3. El ininterrumpido éxodo rural con caída de la población activa agrícola en tasa anual acumulativa del 3 % proporciona crecimiento de la oferta de trabajo en torno a las 80.000 personas anuales.

Crecimiento vegetativo, retorno de emigrantes y éxodo rural constituyen los tres factores que están condicionando dramáticamente el problema del empleo español.

Menos oportunidades

Frente a este desarrollo demográfico, la falta de creación de puestos de trabajo -a raíz de la crisis económica de 1974- se ha traducido en una progresiva disminución de las tasas de actividad y ocupación, junto a un ininterrumpido aumento de la tasa de paro.

La caída de las oportunidades de empleo en España se recoge así paralelamente en dos frentes distintos: las tasas de actividad de la población y las cifras de paro.

La falta de oportunidades de trabajo ha reducido drásticamente las tasas de actividad y de ocupación. situándolas en niveles preocupantes, los más bajos de los países europeos industrializados. Las tasas de actividad de la población española no son europeas, como prueban claramente las cifras del cuadro. La tasa de actividad de los mayores de 14 años está por debajo del 50%, concretamente en el 48,2% para el segundo trimestre de 1978.

La población ocupada en España. en el segundo trimestre de 1978, se ha reducido a 12.201.900 personas, frente a 13.156.000 en igual período de 1974. Ello supone una baja de 954. 100 puestos de trabajo. Para recuperar la tasa de ocupación de 1974 (37,2%) sería necesario alcanzar la cifra de 13.804.400 personas ocupadas, 1,6 millones más de las actuales.

Simultáneamente, la tasa de paro (activos sin empleo) se eleva al 7. 1 %, tasa no sólo europea, sino incluso superior a la de muchos países occidentales, que cuentan, sin embargo, con tasas de actividad muy superiores a la española.

Esa cifra total se presenta con características que agravan sus consecuencias. Tres son los fundamentales. Por un lado, el paro es fundamentalmente juvenil, afectando especialmente a las nuevas generaciones que deberían acceder a la condición de ocupados ( 17,4 % de su población activa) y también a la mujer. con una tasa de, actividad del 27,4%, que demuestra su discriminación en la demanda de empleo. El paro presenta también una estructura regional muy acusada. Así, Andalucía, que representa el 14,8% de la población activa española, concentra el 30,1 % del paro total. Las más altas tasas de paro, a nivel regional, se sitúan en Andalucía, Canarias y Extremadura, regiones todas ellas con tasa de paro superior al 9% de su población activa.

Es evidente que no puede presenciarse con pasividad esa doble característica a que responde la evolución de la población activa española y sus niveles de paro. España no puede seguir siendo un país no europeo con estos porcentajes de población activa de paro si aspiramos a lograr niveles superiores de vida, a satisfacer más y mejor las necesidades públicas y privadas, a facilitar el desarrollo de las regiones atrasadas, a incorporar productivamente las energías y los conocimientos de las jóvenes generaciones. Esas aspiraciones legítimas no pueden satisfacerse por medios insuficientes. Ni una mayor dotación de los recursos públicos frente al paro, ni el adelantamiento de las jubilaciones, ni la prolongación de la edad escolar, son suficientes. Se precisa, sobre todo, la creación de nuevos puestos de trabajo a través del desarrollo de los sectores productivos, articulada en un programa coherente de .política económica que reciba el apoyo de la sociedad. El objetivo de la ocupación debe tener un lugar prioritario. Fijar un objetivo de empleo que detenga el grave mal de la caída de la población activa y el crecimiento del paro constituye un elemento indispensable del programa de política económica para el futuro.

Si hay un dato social de fácil cuantificación es la determinación de las necesidades de empleo futuras. Los jóvenes que han de acceder al mercado de trabajo forman parte ya de la población y se sabe cuántos son. Teniendo en cuenta que la población española está creciendo al 1,20% anual acumulativo para igual tasa de actividad (35,4%), afluirán 158.000 activos cada año. Pero la población joven comprendida entre los 15 y los 25 años crecerá a tasa superior, tasa anual del orden del 1,50%, que su pone la incorporación de unos 200.000 activos para cada uno de los cinco próximos años. El objetivo de empleo podría concretarse así en la creación de un número de puestos de trabajo que no puede ser menor de 200.000 por año. Ello mantendría la bolsa de paro en torno al millón de personas y no aumentaría la tasa de ocupación femenina. En la medida que, se supere la cifra de los 200.000 pues tos de trabajo por año se iría redu ciendo la tasa de paro. Pero la creación de puestos de trabajo a razón de 200.000 por año sólo sería suficiente en el supuesto de un comportamiento neutral del em pleo agrícola. Si la agricultura cede población activa, la cifra objetivo de los 200.000 puestos de trabajo tendría que incrementarse en igual cuantía.

Para 1983 se estima una población española residente en torno a los 39'millones. Si se alcanzára tasa de actividad del 37%, la población activa se situaría en 14.430.000 de personas. Como en 1978 es de 13.140.000, habría aumentado en cinco años en 1.290.000 personas. Aproximadamente, de 250.000 a 260.000 activos por año. De crecer la población Dcupada al ritmo de 250/260.000 personas por año, se retornaría a tasas de paro inferíores al 4%. Quiere decirse que la acción de la política económica en los próximos años debe tender a una tasa de crecimiento de la población ocupada del orden del 1,7% anual acumulalivo. Tal es el reto y la exigencia impuesta por el dinamismo demográfico español.

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