El conflicto sobre el límite de edad continúa

Tal como se esperaba no hubo acuerdo ayer entre la Federación y la AFE, en el acto de avenencia en el Ministerio de Trabajo. El conflictivo punto del limite de edad en Tercera mantuvo la polémica a lo largo de las casi tres horas de reunión y, finalmente, tuvo que llegarse al laudo del Ministerio que, en teoría, debía resolver la cuestión, aunque en la práctica produjo reacciones dispares.

A las once y cuarto comenzó el acto de avenencia. Presidió la reunión el director general de Trabajo, José Miguel Prados, que intentó conciliar las dos posturas a fin de lograr un acuerdo que no se produciría. Por parte federativa estuvieron Porta, Vizcaíno, Ortega, Castañeda y Vara de Rey, y por la AFE Carceller, Cabrera Bazán y Esteo. Hubo diálogo conjunto, por separado, e incluso se solicitó la presencia del director del Consejo Superior de Deportes, Benito Castejón, que asistió como observador, contra el criterio de la AFE que estimaba injustificada su presencia.Al mantener la Federación su postura -el límite de edad en Tercera es una norma deportiva que beneficia el desarrollo del fútbol y potencia la cantera-, y la Asociación de Futbolistas la suya -no se puede impedir el derecho al trabajo a unos profesionales por una norma federativa que atenta contra el derecho laboral-, el director general de Trabajo comunicó a ambas partes su decisión final a través de un laudo, que señala lo siguiente: 1, declarar que en el orden jurídico-laboral español actual no existe condicionamiento para la relación laboral por razones de edad, salvo para los menores respecto al trabajo; y 2, que por tratarse en el caso del fútbol de un contrato de trabajo especial, el Ministerio elaborará una ordenanza laboral para regular las relaciones laborales de los futbolistas. Hasta aquí la nota concisa del Ministerio.

Distintas interpretaciones

Sin embargo, cada uno lo interpretó a su manera. Así, Porta salió con la mejor de sus sonrisas y manifestó que «la Federación acató desde el principio la resolución de este laudo -la AFE lo hizo pero con más tardanza-, que señala con claridad la vigencia del límite de edad». Porta había «dividido» en dos el segundo punto, diferenciando la existencia de contratos especiales en los que están incluidos los del futbolista, dejando como tercer punto el de la futura ordenanza, que comenzará a estudiarse en breve y que podrá entrar en vigor en unos tres meses. Para Porta, en definitiva, el problema en el que pueden encontrarse una gran cantidad de hombres que tienen como profesión únicamente el fútbol es similar, según dijo, «a las carreras de coches, donde existen fórmula uno, dos y tres, y cada coche tiene que amoldarse a su especialidad en base a unas ciertas condiciones». Lo mismo ocurre, pues -según Porta-, en el fútbol, donde uno de los requisitos de la reglamentación vigente señala que «hombres con más de veintitrés años de edad -excepto dos por club en Tercera- no podrán actuar en esta categoría, como otro requisito es que sólo haya dos extranjeros por equipo».

Los representantes de la AFE, por el contrario, mantuvieron su posición de aceptación del laudo, pero con muy distinta interpretación a la apuntada por Porta. El catedrático en Derecho de Trabajo Cabrera Bazán manifestó que «la norma federativa carece de todo rango ante la jurisdicción laboral, como repetidas veces ha señalado el Tribunal Supremo. No es cierto, como dice Porta, que se tardara en la aceptación del laudo, sino que hemos considerado oportuno exponer nuestro criterio antes, a la vista de la interpretación tan sui géneris que daba la Federación al mismo. Para nosotros los equipos de Tercera pueden contratar a los jugadores que deseen, tengan la edad que tengan. Si la Federación, luego no admite las fichas agarrándose a ese «contrato especial» que dice Porta continúa rigiendo en el fútbol, se recurriría a magistratura, o por vía contencioso-administrativa, y en último caso se plantearía con todas sus consecuencias una huelga salvaje o civilizada. Ya veríamos. No se puede tratar a las personas como coches. Las personas tienen una dignidad humana y tienen también que comer».