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La huelga general se extiende por todo Nicaragua

A pesar de las sanciones económicas con las que ha amenazado el Gobierno a las empresas y entidades que se sumen a la huelga general, el paro aumentó ayer en toda Nicaragua. En la capital, Managua, muchos comercios aparecen cerrados, algunos bancos han suspendido sus operaciones y una parte de las gasolineras ha tenido que cerrar por la negativa de sus empleados a servir combustible a los automovilistas. Los transportes públicos funcionan, sin embargo, y en los hoteles la actividad es normal. Los espectáculos públicos, bares y discotecas se ven muy poco concurridos, sobre todo después de oscurecer.

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ENVIADO ESPECIAL, En Managua no se han producido sino esporádicos brotes de violencia. Pero en Matagalpa, al norte del país, que es la tercera ciudad más importante de Nicaragua, la situación es extremadamente grave. El miércoles, dos aviones de la fuerza aérea dispararon cohetes contra algunos lugares donde se habían apostado francotiradores. Fuentes de la Cruz Roja de esa ciudad aseguran que son muy numerosos los heridos y que se han producido algunos muertos. La Guardia Nacional, a través de un comunicado que ayer publicó el diario pro gubernamental Novedades, asegura que «tiene controlada» la situación.Ha alcanzado tal gravedad la violencia en Matagalpa que las autoridades de la ciudad solicitaron la mediación del arzobispo de Managua, monseñor Obando, entre los manifestantes y la Guardia Nacional. El prelado ya realizó una función similar cuando guerrilleros del Frente Sandinista tomaron el palacio nacional para forzar al Gobierno a liberar presos políticos.

Por el momento parece neutralizado el intento de golpe de Estado, que hace tres días se frustró con la detención de un elevado número de oficiales y soldados de la Guardia Nacional. Tres tenientes coroneles implicados en la conspiración, permanecen detenidos. El presidente de Nicaragua, general Anastasio Somoza, se refirió a los intentos golpistas de este grupo de militares en una rueda de prensa celebrada el martes, y señaló que «el 98% de las fuerzas armadas estaban de parte del Gobierno».

En esa misma reunión con los periodistas, Somoza insistió en su determinación de no renunciar y de permanecer al frente de la presidencia hasta las elecciones de 1981. El general mantiene que la Constitución le impide dimitir. Los grupos opositores sostienen, por el contrario, que el texto constitucional prevé la posibilidad de la renuncia presidencial. Somoza no hizo ningún comentario sobre su petición al Congreso para que autorice su salida del país.

Diversas entidades económicas son las que con mayor fuerza están apoyando la huelga general iniciada el viernes pasado. La Cámara de Comercio de Managua, que pidió a sus afiliados sumarse al paro, fue desposeída, por esta razón, de su personalidad jurídica. La medida ha provocado reacciones airadas entre comerciantes y empresarios, en otro tiempo apoyos básicos del Gobierno somocista.

Difícil salida

La mayoría de los dirigentes del Frente Amplio Opositor (FAO), que agrupa a dieciséis partidos políticos y sindicatos, coincide en señalar que la presente huelga tiene más posibilidades de sostenerse que la realizada durante quince días en el pasado mes de enero, a raíz del asesinato del periodista -Pedro Joaquín Chamorro, director del diario La Prensa, el órgano informativo que con más ardor combate a Anastasio Somoza. En aquella ocasión, según dichas fuentes; la huelga fue una respuesta espontánea, popular y desorganizada, mientras que la actual cuenta con centros de coordinación y ha sido preparada con minuciosidad. La huelga debió iniciarse a principios de la pasada semana, pero la audaz acción del Frente Sandinista de Liberación obligó a retrasar el inicio del paro.Como en aquella ocasión, tampoco se vislumbra una fácil salida a la crisis. Sin duda alguna, las circunstancias presentes son más graves que a principios de este año, pero la resistencia del presidente Somoza a renunciar, objetivo básico de la oposición, parece ser el más grave obstáculo para la solución de la crisis. Dos nuevos hechos, inéditos hasta ahora, han contribuido a hacer aún más débil la posición de Somoza y su Gobierno. El hecho de que parte de la Guardia Nacional se haya apartado de la tradicional postura de «lealtad inquebrantable» hacia Somoza demuestra, cuando menos, que el presidente nicaragüense ya no puede tener en «su» fuerza armada la misma confianza que antes. La audacia del Frente Sandinista en su ataque al Palacio Nacional y el éxito de la operación guerrillera ha acumulado aún más simpatías populares al grupo guerrillero, con el consiguiente deterioro de la imagen del régimen somocista. Pero la conclusión sigue siendo la misma: nada parece lo suficientemente poderoso como para forzar al presidente de Nicaragua a dimitir. Y el hecho de que aún no haya tomado esta decisión, tan deseada por la oposición, demuestra que Somoza sigue teniendo en sus manos la mayoría del poder.

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