Las izquierdas paralelas
El tema de las contradicciones entre las izquierdas española y marroquí no creo que merezca la pena analizarlo con el ahínco que emplea Goytisolo. Todo lo contrario, lo que sí puede ser interesante es la descripción de cómo ambas van confluyendo, sobre todo en su integración en el status político de ambos regímenes y en su despegue (en el caso español) de la causa saharaui.La izquierda española ahora institucional -PSOE y PCE- ha jugado la carta saharaui por entender que merecía la pena y por vincularse a una postura anitigubernamental, de hecho sintonizada con Marruecos desde 1975. Ahora, la socialdemocratización (para entendernos) al uso, el abandono de posturas tercermundistas (nunca sinceramente asumidas) y la aproximación al poder se han impuesto y se ve venir un cambio espectacular de posiciones (sobre todo por parte del PSOE).
Convergencia entre izquierdas
Esa postura, alabada por Goytisolo, ya expresada por Fernando Morán y consistente en dejar a Marruecos con su gran bocado territorial y proponer una confederación saharaui-mauritana me resulta un engendro incalificable, mezcla de declarado pro marroquismo y de mala conciencia. Esta izquierda miope, aquí como en tantos temas, le desalternativiza, busca la solución marroquí -o sea, lo que hay- y se marroquiza (entra por el aro y juega el juego de poder, a cambio de mieles y espejismos).
La convergencia entre las izquierdas española y marroquí es asombrosa, tanto en política interna como en cuanto al Sahara. Una analogía más ha venido a sumarse, con motivo de la crisis canaria: la actitud de patriotismo acentuado que USFP y PPS adoptaron frente al Sahara haciendo, entre otras cosas, de embajadores especiales de la causa anexionista (y que suscitó la condena y la ironía de sus homólogos españoles) ha sido ahora adoptada por el PSOE y el PCE en el tema Canarias, acelerándose su integración en el status político de la democracia e incrementándose sus contradicciones internas. Goytisolo se refiere bastante a Canarias, para demostrar, como siempre, la naturaleza diabólica del régimen de Bumedian, pero se equivoca cuando dice que el problema es cuestión de «torpeza centralista» (y nada más). Para mí, el tema canario está inscrito en términos de explotación e imperialismo y rebasa el fenómeno MPAIAC-Cubillo. La actitud del Poder, incluyendo a los partidos de izquierda, va garantizando problemas crecientes y el incremento del sentimiento independentista. No parece posible impedir que la OUA (despreciada por Goytisolo y por la izquierda española) asuma el tema canario y reconozca al MPAIAC como movimiento de liberación. La intervención del Ejército -que Cubillo anhela- y, sobre todo, la implantación de la famosa base aeronaval (forzosa, evidente y premeditadamente incluida en el dispositivo de la OTAN) dejará claro a los ojos del continente que el imperialismo actúa en las islas, en ayuda de España y Marruecos.
Eje París-Madrid-Rabat
A Goytisolo le choca la unanimidad africana en tomo a Canarias y la de la izquierda española en torno al Sahara. A mí me choca la unanimidad de la izquierda española en tomo a Canarias y la de la izquierda marroquí en torno al Sahara. En cualquier caso, es cuestión de someter la ideología -la política- al nacionalismo, o al territorialismo.
Al pasar de las palabras a los hechos, esa «pancarta izquierdista» que ofrecía la bandera del Polisario a los partidos de izquierda españoles ha servido para que queden como oportunistas, frívolos, mediocres y eurocentristas. La izquierda española traga y tragará por el eje París-Madrid-Rabat, en pleno auge, como demuestra el movimiento de personalidades entre las capitales y las orientaciones homogéneas de estos regímenes. Este eje va contra la alteración del statu quo en la zona (Mediterráneo, Estrecho Magreb) y contra, como consecuencia, el Polisario.
No sé qué tipo de izquierdismo -si intelectual o periodístico- hará falta para ver claramente de qué va el asunto, pero para mí está diáfano. La izquierda marroquí tragó, traga y tragará por ese eje, por el padrinazgo francés, por el imperialismo yanqui, por la humillación inteligente y feudalesca de Hassan y por todas las intervenciones que haya que realizar en Zaire o donde se tercie. Su papel histórico ha desaparecido: la alternativa a un Marruecos distinto puede que esté en la cárcel o en los cuarteles.
Las contradicciones de ambas izquierdas, dentro de sí, que no entre ellas, están pagadas por los birriosos resultados de las elecciones marroquíes de junio de 1977, en un caso, y por la pérdida acelerada de bases activas y arraigo obrero; en la España alucinada actual, en el otro. Y, por favor, que no se compare al PSOE con el FLN; al menos éste se hizo con el poder después de una larga lucha armada y aquél se verá empujado al poder cuando les interese a los poderes fácticos y los padrinos atlánticos. Las comparaciones, por tratarse de un partido tercermundista, con origen en la insurrección, y de un partido occidental en decadencia desde 1936, no pueden arrojar mucha luz. En Marruecos, bien entendido, no ocupa el poder ninguno de los partidos nacionalistas -Istiqal, USFP, PPS-, sino el rey y sus designios.
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