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Los pescadores vascos deciden seguir faenando en aguas comunitarias

La postura de Irlanda de aplicar con rigor los reglamentos pesqueros comunitarios a la flota pesquera española que faena en el Gran Sol, desde primera hora de la mañana de hoy, ha producido una total conmoción entre los pescadores de altura de toda la cornisa cantábrica y Galicia. Los grandes puertos pesqueros -Vigo, La Coruña, Ondárroa y Pasajes- han sido en los dos últimos días escenario de negociaciones entre representantes de la Administración -encabezados por el subsecretario, Víctor Moro- y de los armadores y marineros.

Ayer, a lo largo de todo el día, el Gobierno dedicó especial atención al tema y, a partir de las seis de la tarde, el presidente Suárez se reunió con los ministros de Transportes -responsable del tema pesquero-, Comercio, Relaciones con la CEE y Exteriores para estudiar la situación.El problema no es nuevo,- ya que la decisión de la CEE de extender la zona económica en sus aguas a doscientas millas data de hace más de un año y las sucesivas negociaciones entre España y la CEE no han permitido, hasta ahora, nada más que conseguir licencia para que faenen 121 barcos españoles en aguas comunitarias. Esta cifra supone dejar a casi 400 barcos que tradicionalmente faenaban en esas aguas sin posibilidad de acceder a las mismas.

Hasta ahora, la aplicación de los reglamentos comunitarios ha sido desigual y por temporadas. Los franceses han sido más rigurosos, aunque las sanciones que imponían a los barcos que faenaban sin licencias no han sido disuasorias, por lo que muchos armadores han corrido el riesgo de la multa de medio a un millón de pesetas antes que dejar de faenar. Por parte irlandesa -zona del Gran Sol- la actitud ha sido aún más flexible hasta hoy en que han decidido aplicar con rigor el reglamento y multar hasta con veinte millones de pesetas a aquellos barcos que actúen sin licencia.

A la vista de la actitud irlandesa los responsables pesqueros de la Administración decidieron la noche del domingo telegrafiar a la flota de altura la orden de volver a los puertos en espera de encontrar soluciones. La flota, en general, ha ido regresando, aun que la respuesta una vez en tierra ha sido desigual. Los armadores gallegos, después de enviar diversas notas a las autoridades, han decidido parar la flota y aceptar la ayuda oficial que garantiza el salario de los pescadores mientras se soluciona el problema en base a una negociación con los comunitarios.

Los vascos seguirán faenando

Los pescadores vascos de altura (doscientos de los cuatrocientos barcos españoles que faenan en aguas de la CEE) decidieron ayer tarde hacerse a la mar por encima de cualquier amenaza comunitaria para pescar en aguas del golfo de Vizcaya, donde las multas han sido, al menos hasta ahora, soportables. De este modo, han decidido desatender la reciente instrucción de la Dirección General de Pesca de amarrar todos los barcos que no tuvieran licencia comunitaria.

Este acuerdo conjunto de la flota vasca, al que se llegó durante una asamblea celebrada en Pasajes, no se consiguió sin la abierta oposición de los armadores de Ondárroa, que se habían mostrado dispuestos a adoptar las medidas de fuerza que fueran necesarias: desde el boicot en la frontera a los camiones franceses de pescado -incluida su posible quema-, hasta el cierre del estrecho de Gibraltar, a base de poner en línea a todos los pesqueros de altura.

Fueron los armadores de Pasajes (120 barcos sobre casi ochenta de Ondárroa) los que al final impusieron su criterio de que la huelga o las medidas de fuerza no iban a hacer otra cosa que empeorar su situación. No hay, a su juicio, otro remedio que retirar sus barcos del Gran Sol -zona Irlandesa-, donde las multas se habían puesto por encima de los quince millones, para limitarse al golfo de Vizcaya, en el que las sanciones no han rebasado aún el millón de pesetas.

Al margen de las posiciones encontradas que mantuviesen entre sí los armadores vascos, sí había un punto en el que estaban de acuerdo: su desconfianza hacia el subsecretario de Pesca, Víctor Moro, cuya actuación entendían que estaba básicamente al servicio de los intereses pesqueros gallegos, algo, por otra parte, natural si se considera su condición de diputado pontevedrés.

Los pescadores de Ondárroa señalan a este respecto que el problema de las aguas comunitarias sólo se ha planteado como cuestión de supervivencia cuando Irlanda ha decidido tomar medidas más severas. No es casual, a su juicio, que en aguas del Gran Sol faenen 180 barcos gallegos frente a sólo sesenta vascos. Además, aseguran que durante los últimos meses la flota gallega ha faenado en la zona conociendo la existencia de un acuerdo verbal entre el ministro irlandés de Pesquerías y el embajador español, por el cual Irlanda no iba a intervenir siempre que los pesqueros se mantuvieran fuera de sus cincuenta millas. El hecho de que este acuerdo no haya sido conocido por los vascos hasta la pasada semana, precisamente con ocasión de su ruptura, ha hecho que su actividad fuera ejercida en inferioridad respecto a los gallegos. Estos pescaban libremente entre las cincuenta y las doscientas millas, mientras que los vascos entraban hasta donde podían, pendientes siempre de la posible presencia de las patrulleras.

Tampoco se explican los pescadores vascos esta repentina decisión de que amarren todos los pesqueros que carezcan de licencias comunitarias, cuando tan sólo ha variado el problema respecto a Irlanda y no en relación con Francia y Gran Bretaña, en cuyas aguas pescan mayoritariamente los vascos. A no ser -dicen en Ondárroa- que Víctor Moro haya pretendido generalizar un problema que afecta, en su mayor parte, a Galicia, para obtener así una mayor fuerza de presión.

Señalan también, por otra parte, y de forma categórica, que no es cierto que actualmente se estén tramitando 250 nuevas licencias pesqueras con la CEE.

Compás de espera en aguas portuguesas

La flota gallega que acude habitualmente a Portugal se ha hecho nuevamente a la mar, al tener conocimiento de que la Administración portuguesa permite que faene en aquellas aguas manteniendo el statu quo anterior al apresamiento de cinco barcos.

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