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Guzmán toma posesión de la presidencia dominicana

Después de tres meses de incertidumbres y tensiones, que pusieron en peligro la paz social del país, ayer asumió la presidencia de la República Dominicana Antonio Guzmán (67 años), vencedor, junto con su partido, el Revolucionario Dominicano (PRD), en las elecciones generales celebradas el 16 de mayo. Más de seiscientos invitados, entre los que figura el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, asistieron a la ceremonia de transmisión del poder, que supone el final del «reinado» de Joaquín Balaguer (setenta años), quien durante doce años gobernó el país, apoyado en el Partido Reformista.

Casi un mes tardó la junta electoral dominicana en proclamar oficialmente los resultados de los comicios de mayo que dieron el triunfo a Guzmán. Durante ese tiempo, muchos fueron los que temieron una repetición de la intervención militar, de orígenes aún no suficientemente aclarados, en la madrugada del día 17. En aquella ocasión, y durante unas horas, el presente, pero no llegó a cuajar en buena parte por la intervención decidida de Estados Unidos y Venezuela.Joaquín Balaguer no ha conseguido mantenerse en la presidencia de su país, que era lo que deseaban los militares intervencionistas, pero se ha asegurado, en las últimas semanas de ejercicio del poder, la continuación del dominio de muchas áreas de la sociedad dominicana a través de su partido, que es como decir él mismo. La frase de que «Balaguer ha entregado la presidencia, pero no el poder», es la que con práctica unanimidad utilizan los observadores para calificar la situación a la que llega Guzmán.

La junta electoral frustró las esperanzas del Partido Reformista de conseguir unas «elecciones complementarias» para resolver las impugnaciones basadas en las listas electorales hechas por el PRD. Esta acusación fue rechazada por la junta por «improcedente y mal fundada».

Pero la presión de Balaguer y su partido sí consiguió, mediante una maniobra que muchos consideraron de «anticonstitucional», el dominio del Senado dominicano. De acuerdo con los resultados iniciales de los comicios, el partido de Guzmán obtuvo quince de los veintisiete escaños de la Cámara alta, mientras el Partido Reformista se adjudicaba doce. La junta concluyó que en cuatro distritos se habían producido irregularidades y adjudicó cuatro puestos senatoriales al Partido Reformista, arrebatando la mayoría al Partido Revolucionario Dominicano.

También restó al PRD un escaño en la Cámara de Diputados, donde sí dispone de la mayoría el partido del nuevo presidente.

La trascendencia de este hecho es muy notable. El Senado es, con diferencia, la más poderosa de las dos Cámaras; tiene jurisdicción sobre nombramiento de jueces, sobre los instrumentos del control económico, sobre las fuerzas armadas. El dominio del Senado por los seguidores de Balaguer hace pensar que el presidente Guzmán se verá obligado a pactar con el Partido Reformista si no quiere ver permanen tem ente minada su política.

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Maniobras en el Ejército

Antes de dejar la presidencia, Balaguer maniobró también para asegurar el poder de altos jefes militares considerados «leales». Al jefe de la Policía, general Nivar Seijas (a quien se atribuye la mayor responsabilidad en el frustrado golpe del 17 de mayo), le nombró comandante de la primera brigada, la más poderosa del país. Al anterior jefe de ésta, general Pérez y Pérez (un ferviente admirador de Pinochet), le ascendió a comandante general del Ejército.Paralelamente, aumentó el sueldo a militares y policías y dictó una serie de normas para asegurar un mayor poder de las fuerzas armadas: transferencia de la Inteligencia Nacional al Ejército, jurisdicción militar para los delitos cometidos por soldados y oficiales, y algunas otras. Poco antes de que se conocieran estos cambios, Antonio Guzmán había desmentido que existiera un proyecto de depuración de militares «balagueristas».

No son éstas las únicas dificultades con las que se van a enfrentar, a partir de hoy, el nuevo presidente y su equipo. La República Dominicana atraviesa un difícil momento económico, producido por los bajos precios mundiales del azúcar y la deficiente administración de empresas nacionales básicas, dominadas por la familia Trujillo hasta la muerte del dictador.

En lo político, Guzmán deberá actuar con sumo tacto para no dar razones a la oligarquía del país, que acusa al Partido Revolucionario Dominicana de marxista y rupturista. El nuevo presidente ha insistido en sus declaraciones tranquilizadoras. desmintiendo en algunos casos al máximo dirigente del PRD, José Francisco Pena Gómez, prestigioso líder negro, quien hasta hace poco no ocultaba sus simpatías y admiración hacia Fidel Castro.

Pese a todos estos problemas, ya es muy positivo el hecho de que la transmisión de poderes realizada ayer sea la primera que se desarrolla en forma pacífica en los últimos cincuenta años.

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