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Numerosos países del mundo, interesados en el control de la fusión nuclear

Los investigadores norteamericanos acaban de dar un gran paso en la Universidad de Princeton hacia el control de la fusión nuclear. Eso abre la vía que puede permitir acceder a la más fantástica forma de producción de energía que el hombre ha creado hasta la fecha. Su trabajo, sin embargo, no es sino la continuación de una investigación en física teórica y experimental que, durante varias décadas, ocupa a numerosos países, con éxitos parciales en la misma, especialmente en la Unión Soviética, Estados Unidos y en los países de la Comunidad Europea.Controlar la fusión podría cambiar el temible panorama actual de la energía, desplazando con mucho toda fuente energética hoy conocida. ¿Imaginamos lo que podría ser crear el sol en la Tierra, un sol controlable a voluntad, sin más materia prima que el hidrógeno presente en el agua? Los océanos enteros serían entonces la base de un sol prácticamente inagotable creado por el hombre. Y todo ello con mínimos residuos.

Esto justifica el interés mundial colocado en las investigaciones sobre fisión nuclear, programa cuyo costo se evalúa en unos 15.000 millones de dólares (1.140.000 millones de pesetas). El gran problema, como ya ha sido dicho, es la provocación de las temperaturas que se requieren para desencadenar la fusión, y del desarrollo de ingenios que permitan el aprovechamiento de esa energía, es decir su producción de un modo moderado o controlado. Si no existiese ese control, la enorme temperatura del proceso acabaría en cualquier instalación en la que se intentase llevar a cabo el mismo. Para evitar esto, existen dos métodos; según informaba recientemente Rendel S. Pease, especialista británico que dirige el Laboratorio de Culham, que es un centro de Inglaterra donde se investiga sobre la fusión nuclear: «el confinamiento magnético y el inercial». Este último, que es relativamente reciente (data más o menos de 1970), consiste en almacenar el reactivo en una diminuta bola de cristal, que se calienta y comprime hasta que se produce la reacción de fusión y se origina una microexplosión, que es demasiado pequeña para deteriorar el receptáculo, aunque sí lo suficientemente importante para producir energía útil. Sin embargo, el confinamiento magnético parece más viable hoy por hoy.

En 1960, los países de Europa occidental miembros del Euratom comenzaron a trabajar a fondo en investigaciones sobre la fusión.

«La cooperación con la Unión Soviética ha sido especialmente fecunda en este campo -aseguraba recientemente en El Correo de la UNESCO, el citado especialista británico- y las mediciones críticas efectuadas en el dispositivo soviético Tokamak T-3 por un equipo británico que trabajó durante un año en el principal instituto de energía atómica de la URSS, representaron un jalón decisivo en las investigaciones relativas a ese tipo de dispositivo. »

Jalón que ahora ha sido coronado con éxito en un paso más hacia una meta en la que están implicadas todas las potencias del planeta, campo que es especial objeto de cooperación.

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