Sobre una acusación intolerable
En la sección del periódico de su dirección Cartas al director, del pasado 4 de agosto de 1978, se inserta una carta de don Rafael Rojano, de Madrid, tan pintoresca, que no merecería la menor réplica si no fuera porque en la insultante zafiedad de sus términos se engloban despropósitos y falsedades que podrían inducir a error a los lectores. Por ello quisiera puntualizar:
1. En la maternidad de La Paz, a las pacientes que dan a luz en la misma y tienen algún problema médico o médico-social, que puede desaconsejar el que tengan más descendencia, se les propone que al cabo de un tiempo pasen por la consulta creada al efecto, donde se les presta información y ayuda para ejercer su derecho a una paternidad responsable.
2. En la maternidad jamás se ha tomado una determinación de orden profiláctico o curativo que afecte a la fertilidad de una paciente sin consultar previamente a ella y a su marido y sin respetar absolutamente la libertad de ambos cónyuges.
3. Es imposible que «una señorita vestida de enfermera presentase unos papeles para que los firmara el señor Rojano con fines de autorizar le pusieran a su mujer un aparatito», porque nunca se pide tal firma, sino que, por el contrario, se provee a la paciente del documento correspondiente para acudir a la consulta mencionada, en la cual, por cierto, la utilización de medios mecánicos como procedimiento de anticoncepción está limitada a casos excepcionales.
4. En cuanto a los términos de «guarrería», «cerdos», «castradores», y a los deseos manifestados por el firmante de la carta de extinguir la descendencia del personal de esta maternidad, el señor Rojano responderá de ellos ante los tribunales competentes, dado que pensamos ejercitar nuestros derechos entablando la querella correspondiente.
Director de la Maternidad de La Paz
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