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La inflación mundial, originada por los países desarrollados

El estudio de los efectos del fenómeno inflacionario mundial sobre el desarrollo, sus causas y consecuencias, son analizados en estos días en el seno de la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo), por un grupo de expertos gubernamentales provenientes de países de América Latina, Africa y Asia, y también de algunos expertos de países europeos y de Estados Unidos.

El informe que surja de esta reunión será presentado al próximo período de la Asamblea General de la ONU, que se inicia en septiembre en Nueva York, y no se descarta la posibilidad de que en un futuro no lejano la ONU convoque a una conferencia mundial sobre la inflación. Lo complejo de este fenómeno -se constata en un estudio- hace que sus causas sean variables según los períodos, y al respecto parecen existir diferencias entre las fuentes de la inflación en los primeros años del decenio de 1970 y la actual situación económica mundial, dependiendo de si la existencia del exceso de demanda ha sido consecuencia de un cambio en la demanda total o de un cambio en la oferta total.

Por otra parte se constata que, aunque los países en desarrollo en su conjunto han experimentado tasas de inflación relativamente altas, esa inflación no ha tenido reprecusiones considerables sobre los mercados mundiales. Los precios de las manufacturas son considerablemente más sensibles a los aumentos que a las disminuciones de costas, mientras que los precios de los productos primarios reaccionar, más que nada ante los cambios en el nivel de la demanda mundial.

Los expertos de los países en desarrollo afirman que la inflación que se viene registrando desde comienzos de la década del 70, fue generada por los países desarrollados y transmitida a los países pobres.

También se están analizando las políticas antiinflacionistas aplicadas por algunos países industrializados y su incidencia sobre los países pobres. Junto a esto se hace hincapié en los perjuicios que acarrean las marcadas medidas proteccionistas de los países desarrollados.

Las naciones pobres o en vías de desarrollo han planteado la necesidad urgente de una transferencia masiva de recursos que les permita aumentar la capacidad de compra de bienes de capital para incrementar su crecimiento, y por otra parte generar una demanda no inflacionaria de este tipo de bienes para industrias que sufren períodos de recesión en los países desarrollados. Se trataría -según los expertos tercermundistas- de una especie de «Plan Marshall», que también debería corregir1a incidencia de la inflación sobre la carga de la deuda externa de los países en desarrollo no productores de petróleo que asciende a alrededor de 200.000 millones de dólares.

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