"Es necesario potenciar la especialización del profesorado de Enseñanza General Básica"
Pregunta. Su compañero en el equipo ministerial, Raúl Vázquez, director general de Enseñanzas Medias, afirmaba recientemente en estas mismas páginas que todavía nos encontramos en una fase de resolución de problemas de infraestructura. ¿Es válida también esta afirmación para el nivel de su responsabilidad, la Enseñanza General Básica?Respuesta. Tal vez, por lo que se refiere a la EGB, nos encontremos más cerca del final que en otros niveles; pero yo diría que este mayor progreso se ha producido, se está produciendo, en el aspecto puramente material, sin olvidar que todavía existen escuelas unitarias, en las que un número reducido de alumnos de distintas edades son atendidos por un solo maestro. El pacto de la Moncloa va a suponer un gran avance, no tanto por las posibilidades de creación de nuevos puestos cuanto porque se van a poder sustituir los todavía numerosos puestos escolares deficientes.
P. Hay un segundo aspecto, el del profesorado, en el que el progreso al que usted alude es bastante menos notable. ¿No hay un abandono del tema de su formación? Y, sobre todo, ¿no está todavía demasiado lejana la verdadera solución del problema básico de su dignificación económica?
R. Es a ello lo que iba a referirme. Si puede hablarse de avance de la escuela en lo material, en el aspecto humano, y particularmente en el del profesorado, permanecen, efectivamente, muchos problemas. Personalmente entiendo que es necesario un replanteamiento a fondo de la formación de los maestros. Las Escuelas de Formación del Profesorado han sufrido un tremendo bajón. Es sabido que durante muchísimos años no se han dotado las cátedras necesarias, se ha producido también aquí el fenómeno de la masificación y probablemente la conversión de las antiguas escuelas normales en escuelas universitarias es un paso que se ha dado sin la suficiente meditación.
P. ¿Qué planes existen a este respecto? El ministro ha aludido en algunas ocasiones a sustanciales reformas en estas escuelas, anticipando la posibilidad del aumento de un curso de especialización y de un exámen de ingreso, con la contrapartida del acceso directo, sin oposiciones, al escalafón estatal.
R. No puedo contestarle debidamente a esta pregunta porque el tema de las escuelas de formación del profesorado no es de la competencia de mi Dirección General. Sí lo es el del profesorado en ejercicio, del que, con mucho gusto, puedo hablarle más extensamente. En cualquier caso, y desde un plano estrictamente personal, pienso que es disparatado mantener el actual número de escuelas, con una matrícula excesiva a todas luces. Es absolutamente imposible garantizar un puesto de trabajo a los 85.000 estudiantes de magisterio que han estado matriculados durante este curso. Desde hace varios años, la cifra de maestros nuevos que salen cada curso se mantiene entre los quince y veinte mil. Es evidente que la reforma de las escuelas de formación de profesorado tendrá que hacerse considerando estos aspectos del problema.
P. Hablemos, pues, del profesorado en ejercicio. ¿Cómo ve usted sus problemas y la necesaria solución de los mismos?
R. El profesorado de EGB está sufriendo profundas transformaciones como sector profesional. La sociedad tiene que ir olvidándose de aquel sumiso maestro rural, aislado y maltratado, y tomar conciencia de que un cuerpo profesional serio y responsable, que muy pronto va a alcanzar la cifra de 150.000, requiere ser atendido debidamente para poder exigirle en consecuencia. Ahora bien, es necesario, en primer lugar, resolver el problema de su status profesional. Todas las mañanas me digo a mí mismo que este barco gigantesco que constituye la actual enseñanza básica es imposible que podamos mantenerlo a flote sin normas apenas y sin que gran parte de los que lo componen conozcan exactamente el papel que tienen que desempeñar. Mientras no se resuelvan una serie de temas del estatuto del profesorado y determinados aspectos funcionales, los avances hacia una verdadera calidad de la enseñanza no van a ser nada espectaculares. En este sentido nos parece de primordial importancia que las Cortes sancionen definitivamente los estatutos de centros y del profesorado, proyectos de ley en los que el actual equipo ministerial tiene puestas grandes esperanzas.
P. Es inevitable referirse al tema del reciclaje del profesorado. La ley general de Educación supuso una transformación radical del sistema educativo y muy particularmente en el nivel de la enseñanza primaria. Han transcurrido ya ocho años y en materia de actualización del profesorado se ha hecho muy poco.¿Tiene su Dirección General planes concretos en esta materia?
R. Una gran preocupación nuestra es el tema de la especialización del profesorado. Es cierto que se ha producido un cambio muy profundo sin hacer demasiadas previsiones. Constituye una verdadera obsesión para nosotros el conseguir que en un futuro muy próximo las convocatorias de plazas en las escuelas se hagan por especialidades. No puede seguir siendo válido el actual sistema de provisión de vacantes, en el que sólo priman factores de antigüedad, los célebres «puntos» acumulados a base de muchos años de ejercicio, sin tener demasiado en cuenta el nivel de actualización y de especialización a que haya podido llegar cada profesor.
P. Bien, pero, ¿qué va a hacer la Administración para facilitar esa actualización del profesorado?
P. Yo estoy convencido de que los mejores profesores del sistema se preocupan personalmente por actualizarse, leer, estudiar, conocer nuevos métodos y contenidos de las materias. Pero también sucede, lamentablemente, que hay quien se limita a esperar a que se lo den todo hecho, porque, tal vez, carezcan del conveniente espíritu de superación que cabe esperar de todo verdadero profesional. No quiere esto decir que yo piense que no es responsabilidad de la Administración velar por el perfeccionamiento del profesorado y, en general, de todo el sistema. En este sentido, yo debo decir que estoy profundamente descontento por lo poco que se ha hecho en este aspecto, y por ello, una vez resueltos esos dos grandes temas de los estatutos de que antes le hablaba, nos proponemos realizar un análisis profundo y sólido, a nivel de realidad, de todos los aspectos de la EGB. Queremos hacer una evaluación de contenidos y de rendimiento del trabajo del profesor y de los centros. Esto dará lugar a que se pongan los remedios necesarios para revisar los contenidos educativos y, sobre todo, nos permitirá enfocar de modo realista un plan de perfeccionamiento del profesorado, en función de corregir y revitalizar aquellas áreas en las que se detectan mayores carencias.
P. Todos los años, por estas fechas saltan a los periódicos las alarmantes cifras de suspensos que se producen al Final del ciclo de estudios de la EGB. ¿Se ha investigado seriamente el tema de los fracasos escolares?
R. En estos momentos se está realizando un estudio en tres o cuatro provincias en donde se están analizando los fracasos escolares caso por caso. Estos estudios nos podrán dar mucha luz sobre las causas de los mismos, que a simple vista pueden ser múltiples. Antes hablábamos de los contenidos. Es sabido que nuestra actual ley de Enseñanza está inspirada por lo que respecta singularmente a la EGB en los sistemas de países anglosajones Pues bien, estos países ya han cuestionado y revisado determinados aspectos. Nosotros tendremos que hacer lo mismo. De todos modos, es conveniente no perder un aspecto del problema de los fracasos que creo que se olvida con frecuencia. No se tiene en consideración que, en realidad, entre esos miles de niños que no llegan a alcanzar su título al final de la EGB hay, necesariamente, muchos, yo pienso que tal vez el mayor porcentaje, que se han incorporado tarde al nuevo sistema. A título de anécdota, puedo relatarle un caso vivido personalmente en la provincia de Cádiz. Tan sólo hace cuatro años inaugurábamos cuatro magníficas concentraciones escolares. Pues bien, en aquel momento se incorporaban multitud de niños que a los trece años estaban todavía sin alfabetizar. Está claro que no es lo mismo incorporarse a un nuevo sistema de estudios en el primer curso que en el cuarto o en el quinto.
P. En el próximo mes de septiembre ¿qué reivindicaciones de las que plantearon este curso los maestros, y que les llevaron a la huelga, van a verse satisfechas?
R. De momento, sólo la dedicación exclusiva, que ya me parece un paso bastante importante, por cuanto significará la independencia profesional de todos los que se acojan voluntariamente a ella y que permitirá terminar con una actividad la de las permanencias que degradaba seriamente la relación entre el alumno y el profesor. Por otra parte, la recuperación del alumno que lleva sus estudios con dificultades aparece expresamente como una de las contraprestaciones de la dedicación exclusiva. Otros objetivos de los que llevaron a los maestros al conflicto, quizá los más trascendentes, habrán de esperar a que se aprueben los proyectos de ley tan reiterados, hecho que no va a poder producirse en septiembre, pues será entonces cuando comiencen a discutirse en las Cortes.
P. Un problema que suscita fuertes controversias, sobre todo en unos momentos de tantas aspiraciones democráticas, es el de la dirección de los centros. ¿Cuál es su opinión sobre el sistema más adecuado para cubrir el puesto de director en las escuelas?
R. Yo me atrevería a decir que, en estricta concepción democrática, estamos funcionando con el sistema más avanzado del mundo, y, particularmente, pienso que no está dando muy buenos resultados. Hemos hecho un estudio de cómo funciona este asunto en otros países del mundo occidental y puedo asegurarle que en ninguna parte sucede que la dirección de un colegio se provea por la simple elección directa de todo el claustro. La representación política es una cosa, y otra muy distinta el ejercicio de una profesión, por lo que parece un tanto desmesurado aplicar algo así como el sufragio universal para resolver este asunto. Nosotros hemos presentado una fórmula que a algunos podrá parecerles regresiva. Se trata de que el director de la escuela resulte ser verdaderamente el mejor maestro (lo que no significa necesariamente el más sabio), que debe tener una clara capacidad gerencial de organización. Pero, además, deberá tener una gran capacidad para el diálogo, no sólo con sus compañeros de docencia, sino también con los padres y con las autoridades locales, y con la suficiente independencia como para poder saber respetar la pluralidad de concepciones políticas de padres y maestros. Todo ello determinará el encontrarnos con una persona capaz de ejercer la autoridad de hecho y de derecho.
La cuestión reside en saber si la simple elección entre los miembros del claustro nos va a llevar hasta esa persona. El curriculum profesional tendrá que ser un factor determinante, fundamental. Ni el mero nombramiento a dedo, sin más, ni ese sufragio universal son, me parece, las mejores soluciones. Hay que buscar una fórmula equilibrada que nos garantice a todos la idoneidad de la persona.
P. Pero quién controla la ejecutoria profesional de cada profesor?
R. Evidentemente se trata de una responsabilidad de la Administración, que debe seguir atenta y detalladamente la carrera de cada uno de sus profesores. Por eso se hace necesario potenciar al máximo la figura del inspector técnico. Debe tenerse en cuenta que en un Estado multinacional o multirregional, que es a lo que caminamos, el inspector se convierte en un elemento indispensable, puesto que será necesario potenciar los instrumentos que velen por la unidad de lo esencial en el sistema educativo si queremos que por ejemplo, la homologación de títulos sea un hecho. Desde la inspección, por otra parte. tendrán que montar se, a nivel regional y comarcal, todos los programas de apoyo para los planes de reciclaje y especialización del profesorado.
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