_
_
_
_
Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Lo que yo gano

Sé que bastaría escribir «Lo que gano», queridos Lázaros queridos Carreteres, queridos Torrentes, queridos Ballesteres, pero me queda mejor así y le da más fuerza al título: lo que yo gano.Porque lo qne yo gano con la pluma -que no es sino una Olivetti portátil del 61, mejorada por Ezequiel, que trabaja en la casa, vive en el piso de abajo y tiene tres niñas preciosas: Laura, Mercedes y Mónica-, lo que yo gano escribiendo parece que es problema de mentideros, esos mentideros donde el resentimiento nacional le hace a uno «comunista a toro pasado» -¿y cuál es el toro que nos vais a soltar ahora, majos, el de Arefiza, sobrado de arrobas y yerbas?-, oportunista y más cosas. Ay si yo hubiera optado por ser oportunista, con las cualidades que me ha dado Dios para ello. Pero he preferido ser simplemente oportuno.

Lo que yo gano parece que no está claro, parece que es motivo de escándalo, crítica, reticencia o calumnia. Decía Ruano que la calumnia es una forma mágica de adivinación: a ver si es verdad que acabo ganando lo que dicen que gano.

Ahora que mi santa esposa se dispone a hacer la declaración de la renta como si estuviera preparando unas oposiciones -las que debió preparar en su día, para no serme gravosa y salvar el sagrado vínculo-, ahora que yo mismo he hecho en esta columna mi declaración literaria de la renta o lote del vivir, que decía Larra, ahora es cuando, en mi ir y venir zascandil y veraniego por las Españas del Estado español este, me salta un reportero audaz:

-Ya sé que a usted le pagan 33.000 pesetas por crónica en EL PAIS.

Nunca me molesta la calumnia, a favor o en contra -las calumnias a favor, como ésta, son las peores-, por eso que decía de que suponen una forma mágica de adivinación, o, en todo caso, una forma práctica de promoción.

Pero me ha hecho gracia la cifra, más por lo caprichosa que por lo disparatada. Yo debiera salir a un millón de pesetas y un piquillo, en este periódico, según esas cuentas, millón cobrado mensualmente y que no creo que la economía del rotativo pudiera soportar más allá del primer mes. A ver si hacéis un esfuerzo, Juan Luis, cheli, y le dais la razón al audaz reportero periférico.

Mas vuelvo a la minuciosidad caprichosa de la calumnia, porque creo que esto es lo que caracteriza y delata siempre toda falsedad: un manierismo en la mentira, un punto de exactitud excesiva que raya ya con la inexactitud, una voluta barroca de precisión por donde se ve que la farsa queda en demasía redondeada. ¿Por qué 33.000 pesetas, y no treinta o treinta y cinco, que son cantidades más redondas?

Estrellita Castro, en Cantares, que es la última consecuencia televisivoleguminosa de un lorquismo repudiado por Lorca y galvanizado por Lauren Postigo (ahora siguen en plazas de toros), Estrellita Castro, digo, contó un día una anécdota muy circunstanciada sobre su familia y don Jacinto Benavente, anécdota que venía a parar en llamarle al escritor maricón.

Pero yo va la conocía como dicharacho de café. Demasiado perfecta para ser verdad. Estrellita Castro se la estaba atribuyendo por quedar graciosa. Ni a Benavente se atrevieron a decirle eso ni a mí me pagan 33.000 pesetas por columna. Pero, haciendo balance estival de lo que uno ha trabajado durante el año, se llega a estas melancólicas conclusiones de mentidero: Carrillo está vendido a Suárez, Felipe hace esquí acuático con Willy Brandt (Felipe hace de esquí), Alfonso Guerra se ha montado en la reforma sólo por verse en el Congreso con Julia Navarro y yo gano 33.000 pesetas por artículo, lo cual, naturalmente, no me da derecho a ser ni siquiera socialdemócrata, ni a denunciar nada ni a salir a la calle.

Nos vamos de Madrid por poco tiempo, o nos iremos, y la gusanera de los mentideros sigue hecha un nido y un nudo de víboras con el calor. A ver si a la vuelta me han redondeado ya las cincuenta mil diarias. Es lo menos, jefe

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_