Ayer comenzó la identificación de los primeros cadáveres
Alrededor de 150 muertos y otros tantos heridos es el dramático balance de la tragedia acaecida el pasado martes en la provincia de Tarragona, cuando un camión-cisterna que transportaba propileno explotó frente al camping Los Alfaques, a pocos kilómetros de San Carlos de la Rápita. La cifra es dramáticamente provisional por cuanto el estado de la mayoria de los heridos es extremadamente grave y se les concede escasas esperanzas respecto a una posible recuperación.
Las dificultades más notables durante la jornada de ayer, se centraron en la identificación de los cadáveres, prácticamente irreconocibles, la mayoría de los cuales se encuentran depositados en el cementerio de Tortosa, escenario ayer de patéticas escenas protagonizadas por personas que ignoraban la suerte de sus familiares más Allegados y pugnaban por desvelar sus angustiosas dudas mediante el reconocimiento de los 103 cadáveres allí depositados. Hasta el momento, sólo han sido identificados seis cuerpos, todos ellos de súbditos españoles. Cuatro grupos de identificación -alemán, francés, belga y español- trabajan denodadamente por hallar indicios que permitan desvelar la identidad de los fallecidos.Según las autoridades encargadas de coordinar las tareas de rescate y posteriores, se hace especialmente difícil la identificación de los cuerpos, por cuanto sólo se tiene constancia de los heridos ya internados en centros hospitalarios y no de quienes hayan podido resultar ilesos o huyeran el pasado martes, aterrados ante la magnitud de la catástrofe en el momento mismo en que ésta se produjo. En cuanto a los heridos, la mayoría de ellos se encuentran ya identificados; 58 son franceses, veinticinco alemanes, diecisiete españoles, nueve belgas y el resto hasta los 119 citados pertenecen a nacionalidades no determinadas por el momento por dificultades de identificación.
Los féretros con los cadáveres fueron depositados en el cementerio de Tortosa en la madrugada del miércoles. No obstante, se citó a los posibles familiares de las víctimas a las ocho de la mañana de ese mismo día para que vieran de proceder a su identificación. A esa hora, pequeños grupos de personas se congregaron en el exterior del cementerio aguardando la llegada del juez, al parecer, elemento preceptivo para intentar el reconocimiento de los cadáveres. La presentación del juez no se produjo hasta cerca de las once de la mañana, dando ello lugar a abundantes escenas de dolor e intranquilidad, ya que la mayor parte de los congregados ignoraban el paradero de sus más allegados familiares. Poste riormente, una vez autorizada su entrada en el cementerio, se produ jeron escenas especialmente emo tivas, como la de un habitante de la comarca que sabedor de que su mu jer y sus tres hijos se encontraban en el escenario de la tragedia no había localizado más que a dos de sus hijos y no acertaba a determi nar si su esposa era alguno de los varios cadáveres que prácticamen te irreconocibles presentaban al gunas semejanzas.
Todo centralizado en el Gobierno Civil de Tarragona
Durante la jornada de ayer, las operaciones derivadas del desastre quedaron definitivamente centralizadas en Tarragona, concretamente en el Gobierno Civil. Durante la práctica totalidad de la jornada permaneció en la capital catalana el seernarlo de Estado de Turismo, Ignacio Aguirre, que se ocupó de dirigir las operaciones. A última hora de la tarde viajó a Tarragona el secretario de Estado de Negocios Extranjeros de Francia, Olivier Stirn, quien mantuvo una dilatada entrevista con el señor Aguirre y el gobernador civil de la provincia, señer Robert. Durante la reunión se acordó proceder a la evacuación de todos los heridos que se encuentren en estado de, consciencia, siempre bajo la responsabilidad absolutia de las autoridades francesas.
El propio secretario de Estado de Turismo español desmintió rotundamente que hubieran existido algún tipo de dificultades opuestas a la evacuación de los heridos, como algunos medios informativos extranjeros han señalado reiteradamente.
Sigue sin haber versión oficial
Con todo, la incógnita sustancíal en tomo al caso persiste: ¿Qué provocó el accidente? Hasta él momento ne hay versión oficial que confirme o desmienta cualquiera de las especulaciones formuladas. Ayer se reunieron en Tarragona representantes de las tres empresas implicadas en el caso: Enpetrol, que suministró el producto; Paular, sociedad que debía ser receptora, y Cisternas Reunidas, encargada de transportar el propileno. Tras la reunión, los representantes de las tres sociedades citadas manifestaron al gobernador civil desconocer por el momento del modo más absoluto las circunstancias que pudieran haber provocado el accidente.
Superados los momentos iniciales, de absoluta confusión, los datos disponibles facultan una reconstrucción de esta dramática historia cuyas consecuencias últimas todavía tardarán en poder ser evaluadas.
En primer lugar, habría que desvelar las condiciones en que el transporte se realizaba. La fatídica carga cuya peligrosidad potencial nadie pusojamás en duda, provenía de la planta refinadora de Enpetrol -sociedad mayoritaria del INI- en las proximidades de Tarragona y estaba destinada a las instalaciones de otra sociedad estatal, Paular, en Puertollano. Es decir, prácticamente un viaje de mil kilómetros para el que sólo se había dotado un conductor, sin que le acompañara el ayudante reglamentario. Esto no ha dejado de producir extrañeza en diversos técnicos consultados por EL PAÍS, para los que por otra parte, existen pocas dudas respecto al incendio previo del camión como fundamento de la tremenda explosión.
Esta teoría vendría avalada por algunos testigos que manifestaron tener constancia de que el vehículo se incendió a una distancia indeterminada del camping sin que su conductor -probablemente la primera víctima cronológica del desastre- detuviera su marcha, previsiblemente porque no se apercibió de la incidencia.
El camión explosionó en plena carretera
Por la distribución de los restos del camión, esparcidos en una distancia aproximada de setecientos metros alrededor del punto de explosión, y los efectos de la onda expansiva, los expertos estiman que el vehículo no llegó a detenerse. El punto de explosión se ubica comúnmente en pleno centro de la carretera. Es decir, no puede hablarse de que el camión se precipitara sobre el camping, como en un principio hizo pensar el que la valla de separación de la carretera N-340 estuviera totalmente destruida en una longitud de casi cien metros. Ello debió producirse, probablemente, por efecto de la onda expans va, ya que es precisamente en línea con esa zona donde se aprecian los efectos más devastadores.
Por otra parte, no se produjo, como se creyo en principio, ningun cráter en el punto de explosión. No son precisamente tales los efectos que produce este producto a diferencia de otros, como por ejemplo, butano, propano y similares. La expansión del propíleno produce efectos, al parecer, muy semejantes a los de una bengala, aunque sumamente devastadores. A una lluvia de fuego se sucede un recalentamiento general y súbito de los elementos -agua y aire- con los que entra en contacto.
Diversas versiones aseguran que las temperaturas que pudieron alcanzarse podrían superar fácilmente los mil grados. Todos estos efectos se vieron dramáticaniente secundados al hacer -explosión por simpatía las bombonas de butano, tanques de gasolina y demás elementos combustibles de que suelen estar provistos los campistas. Toda la teoría anteriormente expuesta guarda una cierta coherencia con los pecualiarmente draniáticos efectos que se apreciaban sobre los cuerpos de las víctimas, en cierto modo semejantes a figuras de cera aunque con la sobrecogedora expresión de impotencia, terror previa a la muerte claramente reflejada en sus rostros y posiciones detinitivas.
Otro elemento potenciador de la magnitud del desastre fue, sin duda, la elevada ocupación del camping en aquellos momentos. Estimaciones generales señalan una ocupación real del camping superior a los 850 acampados en el momento del desastre. Esta cifra sería adecuada a lo que dispone la legislación por razón de la extensión real de¡ camping, pero su propietario no había notificado a las autoridades competentes las dos últimas ampliaciones efectuadas previsiblemente para evitar tener que satisfacer las reglamentarias cargas fiscales.
Acaso úl dato más positivo para evitar un rnayor alcance del desastre f'ue la celeridad con que se procedió a las tareas de evacuación protagonizadas especialmente por vecinos de los pueblos colindantes, que cooperaron con las exiguas saniponibilidades de las fuerzas sanitarias y policiales en la comarca. Fuentes de la dirección de las operaciones señalaron a EL PAÍS que una hora y media después de producido el accidente no quedaba ni herido ni cadáver alguno en el escenario, excepción hecha de los cuatro cadáveres extraídos en la mañana de ayer, por los equipos de buceo de la Guardia Civil, de la playa colindante. La mayor complicación en las tareas de evacuación surgió, al parecer, como consecuencia de la gravedad extrema de la mayor parte de los heridos, que hubieron de ser trasladados a las unidades de asistencia de quemados en grado superior, sólo existentes en Valencia y Barcelona, que quedaron inmediatamente saturadas.
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