Un héroe popular de la lucha antifascista

Sandro Pertini, nuevo presidente de la República italiana, es un socialista al que le gusta coleccionar pipas., llevar una gorra de visera y pregonar que a sus casi 82 años (los cumplirá el 25 de septiembre) se siente tan joven como en los tiempos de la resistencia, cuando luchó contra el fascismo.Nacido en Stella, localidad de la provincia de Savona (norte de Italia), Sandro Pertini milita en el Partido Socialista italiano desde 1918.

En 1926 se expatrió a Francia, pero al poco tiempo regresó clandestinamente a su país. Fue arrestado y condenado por un tribunal especial a once años de reclusión, de los que cumplió siete.

En 1943 reemprendió su actividad política. Fue detenido por las SS alemanas y condenado a muerte, pero consiguió escapar de la cárcel.

A partir de 1945 ocupó la secretaría del Partido Socialista, y en 1948 fue elegido senador, cargo por el que resultó reelegido en posteriores legislaturas.

Sandro Pertini, considerado como uno de los «padres de la República y de la resistencia», se desempeñó entre 1968 y 19.76 como presidente de la Cámara de Diputados. Ya en esta época demostró su gran talla política al situarse por encima de todos los partidismos.

Excelente escritor, Pertini fue también director del periódico genovés Lavoro Nuovo y de Avanti, órgano del Partido Socialista italiano. En 1970 publicó un volumen de memorias que constituyen un interesante recuento de la época fascista.

Pertini es uno de los políticos de mayor prestigio en el país. Su candidatura a la presidencia de la República se consideró también en 1971, cuando fue elegido el democristiano Giovanni Leone.

Recientemente, Sandro Pertini había retirado su candidatura a la jefatura del Estado -para la que le había propuesto su partido-, al ver que no era aceptada por todos los grupos políticos, sobre todo por la Democracia Cristiana, el primer partido político de Italia.

Todos los comentaristas señalan que a Pertini su partido «le ha dado más disgustos que satisfacciones ». De hecho, desde 1956 no intervino nunca en la dirección socialista, sin embargo afirmó siempre que después de su mujer lo que más ama es el partido. Goza de gran popularidad, y también de un extraordinario respeto de todos los dirigentes políticos italianos.