Una tienda y una gasolinera
La economía de Ceuta es muy diferente a lo normal en las ciudades españolas. La ciudad se extiende sobre una estrecha franja de terreno que se adentra en el maracotada por dos cerros, el monte Hacho, en el mar, y el Tarajal, junto al territorio marroquí. Entre los dos se extiende una tierra quebrada y pobre, que apenas puede albergar algo de ganadería o agricultura. Tampoco hay práctica mente recursos mineros, ni se ha montado industria alguna de consideración.
La agricultura ocupa setecientas hectáreas, que laboran cincuenta propietarios, doscientos trabaja-. dores autónomos y setenta más por cuenta ajena. En cuanto a ganadería, hay unas cinco mil cabezas de ganado porcino, cuatrocientas vacas y mil cabras. La minería cuenta con una sola explotación de mineral de antimonio, la mina San Pancracio.La industria en Ceuta podría competir dificilmente con la de la Península. Los costos de producción se elevarían insoportablemente, en primer lugar, por la necesidad de transportar por mar todas las materias primas, inexistentes en la plaza, y en segundo lugar por el plus de residencia que tienen todos los salarios, con un mínimo del 25 %.
La industria pesquera, que antes fue la más destacada, está en franca decadencia por la inseguridad de las estrechas aguas territo riales ante las interferencias marroquíes. Así pues, Ceuta vive del comercio y de las aportaciones que hacen los presupuestos que el Estado- español destina a los militares y funcionarios allí destacados. '
Ceuta es una gran tienda a la que diariamente acuden miles de personas, por los trasbordadores de Algeciras, desde la Península, o por la frontera del Tarajal, desde Marruecos. Cuando sale el último barco y el último marroquí se adentra en su país por el Tarajal acabaí un día en el que se ha realizado un abundante intercambio.
El puerto
El segundo capítulo, aunque no menos importante, de la actividad comercial ceutí es el puerto. Por su situación geográfica entre el Atlántico y el Mediterráneo, es enorme la cantidad de buques que se detienen en sus muelles a repostar combustible y avituallamientos. De un ceutí escuché esta frase: «Ceuta es, en resumidas cuentas, un comercio y una gasolinera».
A primera vista, el comercio ceutí es eminentemente importador, porque la mayoría de las exportaciones son invisibles. Del extranjero, Ceuta importa anualmente unos siete mil millones de pesetas, y exporta a territorios no españoles tan sólo unos quinientos millones. Hay que contar además la importación invisible, unos 1.500 millones de pesetas integrados por las divisas cambiadas por los turistas o traídas por los emigrantes, las aportaciones de capital extranjero a sociedades ceutíes y capítulos de este tipo.
En cuanto al comercio con el resto de España, oficialmente se importa por valor de unos 11.000 millones de pesetas y se exporta por unos cincuenta. Naturalmente, en esta última cifra no se cuentan los productos que los peninsulares compran directamente en Ceuta, como tampoco figuran en la exportación exterior las adquisiciones de los marroquíes y los suministros del puerto.
Ceuta compra todo lo que consume, puesto que no produce nada. Los productos manufacturados para el consumo de la ciudad vienen de la Península o de los países extranjeros industrializados mientras los alimentos y productos similares son traídos diariamente por los merroquíes que cruzan la frontera. No obstante, los ceutíes afirman que, como se hizo en algunos casos, tales como durante los ataques veraniegos del cólera, se podría traer todo de la Península, aún con la elevación de costes que esto supone.
La electricidad se produce enteramente en la ciudad, en una central térmica, y el agua también, aunque aún hay cierta dependencia de Marruecos, en cuyo territorio está enclavado un manantial que surte su agua a Ceuta. La mayoría del agua potable se obtiene de una planta desalinizadora y de un embalse de lluvias.
La ciudad tiene dos clases bien diferenciadas de compradores: el marroquí y el paraguayo (se les llama así a los que vienen de la Península a comprar, porque antes de la explosión del radio-cassette el paraguas era el artículo más comprado). El marroquí suele ser además vendedor, pues por la mañana trae las vituallas que consume la ciudad. Por la tarde, el moro sale de Ceuta cargado de los más diversos artículos: mantas especialmente, zapatos, perfumes caramelos, medicinas, etcétera.
Las compras de los musulmanes
En cifras globales se puede calcular en 10.000 millones de pe setas el montante de las compras de los musulmanes en Ceuta. Pero estos artículos no se detienen en Ma.rruecos, sino que gran parte de ellos sigue camino hacia el Sahara Mauritania, Argelia y otros países por intrincados y desconocidos caminos.
Gran cantidad de fábricas del Levante español tienen contratada en Ceuta su producción, que sale de este modo al mercado africano. Un capítulo importánte en este comercio es el de las segundas calidades: productos que por su baja calidad o por haber pasado de moda en la Península se venden al consumidor africano, menos exigente ' que carga con, los excedentes, más baratos.
Otra actividad peculiar de la ciudad es su función como válvula de escapéde convenios bilaterales realizados por España. Uno de estos casos fue el de los Fiat Polki, un automóvil fabricado por la FIAT en Polonia, y que este país exigió vender en España a cambio de que la SEAT pudiera vender allí. España consintió en el trato, pero el Fiat Polki fue a parar a Ceuta.
El tercer capítule del comercio es el más famoso: los radio-cassettes, las cámaras fotográficas, el whisky y los paraguas, que los venidos de la Península compran a bajo precio en Ceuta, aunque luego paguen aduana en Algeciras. A pesar de esto, merece la pena. El comercio de este tipo de mercancías se centra en la calle Real, toda ella un bazar, donde cristianos, hebieos e indios comparten amigablemente el enorme río de ventas: unos 6.000 millones de pesetas al cabo del año.
Ultimamente se han alzado algunas voces clamando contra la mafia que forman, según los quejosos, los comerciantes hindúes. Sin embargo, la mayoría sensata de los comerciantes ceutíes reconocen que el indio saca ventaja sólo por su gran sentido cooperativo y porque tiene montada una organización multinacional, que le hace preponderante en el comercio con el paraguayo.
También es importante en la economía de Ceuta el turismo, pero un turismo muy peculiar. El problema hotelero no existe en la ciudad porque la mayoría de los viajeros no pernoctan: son los paraguayos o los moros que van y vienen en el día. Incluso los turistas que no van específicamente a comprar, sino que van a Africa, a Europa o viceversa, tampoco se detienen en la plaza más que el tiempo preciso para tomar el barco o el autobús.
Naturalmente, toda la vida de Ceuta gira alrededor del puerto, única vía de comunicación con el resto del territorio español. Su situación privilegiada, el abrigo natural que ofrece y la facilidad de sus instalaciones le han convertido en gasolinera casi obligada para los buques que van de paso. Así, es el tercer puerto de España en lo que a cifras de suministro de barcos se refiere. El año pasado recalaron en Ceuta 13.300 barcos, de ellos 4.000 extranjeros, que compraron abastos y servicios por valor de 2.300 millones de pesetas.
En cuanto a los pasajeros, Ceuta es el segundo puerto de España por tráfico de personas, después de Algeciras, aunque los ceutíes se quejan de que la ciudad del otró lado del estrecho les roba el puesto de honor, gracias a que trafica también con Tánger, «porque tienen tanto tráfico por la gente que viene aquí». En cuanto al resto del mundo, sólo Hong-Kong aventaja a los dos puertos del Estrecho.
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