El primer ministro israelí sustituir a su ministro de Defensa
«Weizman se ha excusado, pero no de corazón, y Begin sabe a qué atenerse», se afirmó ayer en los círculos próximos al primer ministro de Israel, Menahem Begin, tras las excusas formales presentadas por el ministro de Defensa, Ezer Weizman, que afirmó no haber declarado que Begin y el ministro de Asuntos Exteriores, Moshe Dayan, «llevan el país hacia la guerra».
Varios ministros y diputados del Likud, la formación del primer ministro, insisten ante Begin para que prescinda de su ministro de Defensa. Incluso se adelantan ya los nombres del posible sucesor de Weizman: Ariel Sharon, general en la reserva y ministro de Agricultura, o Moshe Arns, diputado y presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores y de Defensa del Parlamento. Estas dos personalidades forman parte del «ala dura» del Likud y están considerados como expertos en materias de defensa.Sin embargo, el primer ministro mantiene silencio y, al menos aparentemente, no tiene intención de sustituir a su ministro de la Defensa, porque sabe que su victoria sobre Weizman en el seno del Gobierno no refleja la verdadera correlación de fuerzas dentro del Gabinete ni, sobre todo, en el Parlamento. Sabe también que la ley israelí prevé que no se puede prescindir de ningún ministro sin que todo el Gobierno sea dimisionario. Ahora bien, Begin teme desencadenar una crisis de Gobierno cuya salida, en las actuales circunstancias, nadie puede prever.
Vacilaciones de Begin
Por otro lado, las vacilaciones del primer ministro suponen un termómetro de la popularidad del ministro de Defensa, no sólo ante la opinión pública, sino ante la misma clase política. Incluso, Begin no olvida que al comienzo del debate gubernamental sobre las respuestas a Estados Unidos, relativas al estatuto definitivo de Cisjordania y Gaza -celebrado el domingo- el ministro de Defensa contaba con el apoyo hacia sus tesis de ocho o diez ministros, en un Gabinete de diecinueve.
Sin embargo, las cosas cambiaron cuando el primer ministro dejó entender que dimitiría si su propuesta no recibía el apoyo de la mayoría de los ministros. Entonces, dos ministros del Likud y dos ministros moderados del Partido Religioso, que en principio se habían inclinado hacia Weizman dieron marcha atrás y cambiaron de opinión. «Puestas en la balanza, las carteras ministeriales pesaron más que las convicciones», afirmó con sarcasmo un ministro del Gobierno.
Sólo una derrota táctica
Efectivamente, si el primer ministro dimite, le sigue todo el Gobierno y nadie puede predecir si cada ministro conservará su puesto en el nuevo Gabinete. De esta manera, según un buen número de observadores políticos israelíes, Weizman no ha sufrido más que una derrota táctica, a corto plazo.
Estratégico y a plazo medio, el ministro de Defensa permanece muy bien colocado para ser el sucesor de Begin, «si aprende a dominarsus reacciones que son demasiado impulsivas», como escribía ayer el comentarista político del periódico laborista Davar.
Por otra parte, en ausencia de Menahem Begin, Weizman es el único hombre del Likud que puede contar con los votos del Partido Liberal (el partido del ministro de Finanzas, Ehrlich), si se plantea el problema de la sucesión del primer ministro.
Es opinión generalizada en Jerusalén que en los próximos días Weizman dará que hablar de él nienosqueen el pasado,con el fin de desarmar a sus críticos. El ministro de Defensa se mantendrá en una especie de reserva con el fin de movilizar y recuperar a sus amigos políticos con vistas a un retorno con fuerza en el momento oportuno.
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