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Argentina'78

Las estrellas no son imprescindibles

Alemania Federal, actual campeona del mundo, ha dicho prácticamente adiós a sus esperanzas por conquistar de nuevo la copa FIFA. Para Alemania, todo lo más que le queda es el premio de consolación del tercer puesto y el récord de Sepp Maier, que ha logrado permanecer durante un mundial 475 minutos imbatido. Holanda, finalista hace cuatro años, sin Cruyff, parece que podrá lograr este año lo que le estuvo privado en Munich. Es la única selección de la que puede esperarse un tranco final firme. Las ausencias de Cruyff y Rivelino en sus equipos podrían servir, sin duda, para establecer una nueva teoría sobre los hombres estrella. Ninguno de los dos se ha hecho finalmente imprescindible....

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Los alemanes perdieron el domingo la oportunidad de estar de nuevo en la final al no poder superar a Holanda. Los alemanes han pasado por este campeonato bajo el signo del empate. En la primera ronda igualaron con Polonia y con Túnez, y en la segunda lo han hecho con Italia y Holanda. Esto viene a significar que una victoria el pasado domingo hubiera resultado injusta. Los cuatro empates suponen también que Alemania ha sido un equipo que no ha sabido ni podido jugar a ganador. Beckenbauer, Breitner, Torpedo Muller y Hoennes no han tenido un feliz relevo. Además, Schoen se ha dejado en Madrid al centrocampista que actualmente está más en forma, Stielike. Demasiadas ventajas para el enemigo.Holanda venía capitidisminuida por la negativa de Cruyff. En general, se consideraba que la ausencia del ex jugador del Barcelona iba a dejar en precario al conjunto nacional. La ausencia de Cruyff, según todos los indicios, ha sido beneficiosa.

Cruyff no es jugador que pueda estar en un equipo como uno más y esa cabecita que posee, incapaz de dejar de maquinar maniobras, siempre rentables, eso sí, acaba por crear divisiones dentro de los equipos. Los holandeses sin él han estado más unidos y sin él han jugado sin el agobio de sus órdenes y sin la preocupación de dejarle todas las iniciativas. Cruyff ha sido un modelo de fútbol fascista. Nadie debía pensar por su cuenta. Todo era para el jefe. Y, además, el jefe nunca se equivocaba. Cruyff imponía una disciplina entre sus compañeros de corte casi hitleriano.

Holanda sin Cruyff ha jugado de otra forma, pero en definitiva, a la hora de la verdad, y pese a la derrota ante Escocia, se ha convertido en la selección más importante del campeonato. Solamente Italia admite comparación desde el punto de vista táctico y técnico.

En Brasil ha venido a suceder otro tanto con el descarte de Rivelino. El astro brasileño también marcaba todas y cada una de las pautas del juego de su selección. Los directores de orquesta son imprescindibles, pero son contraproducentes cuándo, además de tener la batuta en la mano, pretenden tocar el oboe. Rivelino, en este sentido, es jugador similar a Cruyff. Esa omnipresencia directiva acaba por poner nubes ante los ojos de sus compañeros. Era como cuando Netzer estaba en el Madrid. Había quien era capaz de parar su carrera para esperar que llegase a su altura el nibelungo, que era quien debía dar el último pase.

Alguien dirá que sin la existencia de genios como Di Stéfano y Pelé el fútbol habría tenido una menor trascendencia de la que tiene, pero piense que cuando Di Stéfano imponía sus querencias en el Madrid lo hacía sobre la base de tener al lado jugadores como Rial, Gento, Kopa y Santamaría, por ejemplo, que ahora no coinciden en ningún equipo. Sobre Pelé podría decirse lo mismo, porque con él estuvieron los Santos, Garrincha, Didí, Vavá y Gerson, todos ellos capaces de pensar por sí mismos. El propio Rivelino, que ahora se queja por haber perdido el liderazgo, alcanzó la fama al lado de Pelé.

La dirección absoluta, pues, no la han tenido nunca ni los más grandes jugadores de la historia En la final de hace cuatro años bastó con que Vogts anulara a Cruyff para que la selección holandesa perdiera el rumbo. No es bueno que todos los huevos estén en la misma cesta.

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