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Argentina'78

Crece la euforia de los argentinos

« Veinticinco millones de argentinos jugaremos el Mundial.» Esta frase se repite no sólo en una canción de actualidad, sino en las bocas de muchas personas en cuanto se toca el tema del Campeonato. Argentina está volcada desde hace bastante más de los diecisiete días oficiales que han transcurrido desde la inauguración. Después del día 25, cuando se celebre la final, o del 27, si la igualdad existente da lugar a un partido de desempate, se podrá regresar a la realidad.

La imagen que quiere dar Argentina, sea en Buenos Aires, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza o cualquier otra subsede del Mundial, es de que todo está saliendo bien. Los veinticinco millones de argentinos que «juegan» el Mundial lo viven aunque no les guste el fútbol, pues se trata de una cuestión de orgullo patrio como casi nunca se les había podido ofrecer. Con su exquisita amabilidad subsanan cualquier error, y como tampoco hay muchos, el clima en ese sentido no puede ser mejor.Brasil-Argentina, más que un partido

El enfentamiento de mañana en Rosario entre argentinos y brasileños, auténtico final del grupo B de la fase decisiva, conmocionará al país de una forma nunca vista. Los comentarios sobre el choque han hecho olvidar casi los problemas netamente políticos que existen con Brasil, a propósito de las presas de Corpus e Itaipu, en el fronterizo río Paraná, pero alguien ha pensado ya en su recrudecimiento según se desarrolle el partido. Dado que Inglaterra no está aquí, ni Chile tampoco, los temas de las Malvinas y del canal Beagle, también en la zona fronteriza de Tierra de Fuego, no tienen importancia. Argentina, eso sí, declaró hace bien pocos días una jornada de afirmación nacional sobre los territorios antárticos y las islas tantas veces reivindicadas, pero al día siguiente jugaba la selección con Italia y nadie se acordó de ello. Ni siquiera al perder.

En el conflicto entre Argentina y Brasil por los complejos hidráulicos de Corpus-Itaipu, en el alto Paraná, el Gobierno de Brasilia ha ido a escoger el peor momento para cerrar unas negociaciones que le interesaban mucho a este país. Itaipu está situado a 350 kilómetros al este de Asunción y a veinte de la frontera paraguayo-brasileña. La construyen ambos países al tiempo que se desvía el río Paraná y emplea a la increíble cifra de 300.000 trabajadores, con un costo de 2.400 millones de dólares -aproximadamente 182.000 millones de pesetas- Corpus se encuentra más abajo en el curso del río, y ahí intervendría Argentina, que necesita, como es natural, aprovecharse del suministro energético de tan magnas obras.

Sin que el tema pueda compararse al conflicto de hace unos años entre Honduras y El Salvador, cuya mecha quedó encendida por un encuentro de fútbol, no cabe duda que Argentina está muy molesta por las trabas que encuentra en Brasil y Paraguay para ganar su batalla de las presas. La victoria política le permitiría sacar la energía necesaria de sus muchas aguas sin aprovechar. El Gobierno paraguayo de Stroessner, que también intervenía en las negociaciones de Corpus-Itaipu, negó el aval que le solicitó la Junta Militar argentina para construir otro complejo hidroeléctrico en Yacyreta-Apipe, beneficioso para ambos países, y la opinión existente en Argentina es que Paraguay, hace el juego a Brasil, porque mantiene con él estrechas relaciones a la espera de conseguir financiación para sus complejos internos.

Curiosamente, Paraguay siempre ha tenido enfrente futbolísticamente a Brasil y a Argentina, y uno de los dos países le ha cerrado indefectiblemente la puerta de la fase final del Mundial, salvo en 1958. En la actual edición cayeron ante Brasil.

Los tricampeones mundiales, que han pasado demasiadas angustias en este Campeonato, se encuentran ahora en el camino con Argentina, y sólo cabe desear que las explosiones se produzcan sólo de júbilo y puedan controlarse sea cual sea el resultado. En Mar del Plata, el día del partido Brasil-Suecia, una advertencia final por los altavoces fue ya sintomática. El árbitro acababa de anular el gol conseguido de cabeza por Zico fuera de tiempo, tras el tardío saque de córner a cargo de Nelinho, y desde las gradas se escuchaban .graves insultos de la torcida, decepcionada por el empate. La voz pidió a los señores espectadores que desalojaran el campo con lentitud, sin nervios, pues era de nueva construcción y, debía ser utilizado no sólo para este Mundial, sino también para el futuro. En realidad era una mentira, que no se volvió a repetir -el campo en Mar del Plata sólo servirá en verano para espectáculos folklóricos-, pero sirvió para calmar a un público como el brasileño, capaz de cualquier cosa. La suerte es que en esos momentos también entendió lo mal que jugó su equipo y que no merecía la pena protestar.

De cualquier forma, el hecho innegable es que la frialdad del interés máximo por el RFA-Holanda de Córdoba subirá todos los grados en el hervidero de Rosario. Sus 40.657 localidades serán la cabeza de un arfíler ante los veinticinco millones de argentinos y los muchos más brasileños que lo vivirán.

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