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Reportaje:

Cincuenta y cuatro años después, volvió a oírse el "¡Hagan juego, señores!" en San Sebastián

La apertura del casino de San Sebastián ha sido esperada con ansiedad por los sectores relacionados con las empresas turísticas, por el Ayuntamiento y el Centro de Atracción y Turismo y, en general, por las autoridades de la ciudad, que consideran que el juego es elemento clave de revitalización de los decadentes veranos que venía padeciendo San Sebastián.En un espacio de setecientos metros cuadrados están instaladas cinco mesas de ruleta, cuatro de black-jack y una de bacarrá, con un mínimo de apuesta de cien pesetas para los dos primeros juegos. La mecánica del bacarrá admite apuestas más elevadas.

De Biarritz han llegado las mesas y, sobre todo, los hombres que van a llevar en una primera etapa el peso del casino, aunque de cara al futuro ya se empieza a preparar personal del país. Ya se han presentado 353 solicitudes para asistir a las clases de la escuela de croupiers, de las que serán seleccionadas cincuenta.

Que el único casino de las cuatro provincias vascas se le haya entregado a una empresa orientada y dirigida desde Biarritz todavía no ha sido comprendido en San Sebastián, y la verdad es que nadie lo ha explicado. La empresa del nuevo casino tiene en construcción un complejo proyectado por los arquitectos señores Peña, Ganchegui, Corrales y Vázquez. Pero las obras, junto a la desembocadura del Urumea y a pocos pasos del teatro Victoria Eugenia y del hotel María Cristina, apenas han pasado de los cimientos, calculándose que harán falta, como mínimo, dos años para que las instalaciones puedan quedar terminadas.

La elección, a dedo, del Gran Kursaal ha sido abiertamente contestada durante los últimos meses por los promotores de las otras dos solicitudes efectuadas desde San Sebastián. La primera de ellas corresponde a la empresa del hotel María Cristina, enclavado en el complejo del teatro Victoria Eugenia, que se convierte cada año en palacio del Festival Internacional de Cine. La segunda solicitud frustrada la realizó otro hotel, el Costa Vasca, recientemente inaugurado, con unas instalaciones nuevas y con una puesta a punto casi inmediata.

Detrás de cada uno de los proyectos existían intereses concretos de casinos extranjeros. El de Biarritz había prometido asistencia técnica a cambio de participar con un 25% -máximo permitido por la ley- en el capital de las dos empresas que parecían contar con mayores posibilidades, debido a la modernidad de sus instalaciones. De esta manera, el casino de Biarritz ha conseguido, a través de su participación en el nuevo Kursaal, neutralizar los efectos negativos que las instalaciones de un casino a pocos kilómetros de sus salas de juego pudieran ocasionar. El proyecto del hotel María Cristina contaba con el asesoramiento de otro casino, el de Mónaco, elegido, precisamente, para evitar que los beneficios del juego fueran a parar, en parte, a instalaciones que compiten directamente con las de San Sebastián.

«El juego se le ha entregado a Biarritz, y, además, a dedo», se lamentan los promotores de los dos proyectos desechados. Resulta sospechoso, ciertamente, que el casino donostiarra, que ha sido esperado con ansiedad por el Ayuntamiento, el Centro de Atracción y Turismo y buena parte de las autoridades de la ciudad, por ver si consiguen revitalizar el decadente verano de otros tiempos, deba instalarse en un complejo en el que aún no se ha puesto un solo ladrillo y a cargo de una empresa en la que parte del capital y, por tanto, los beneficios, corresponden a quienes explotan unas instalaciones similares y directamente competidoras.

El casino estará gravado con una serie de impuestos que, en caso de llegarse a unos ingresos de cincuenta millones de pesetas anuales, equivaldrán al 50%, cantidad que, en principio , pasará a engrosar las arcas de la Hacienda estatal, aunque no se descarta la posibilidad de que la máxima institución preautonómica de Euskadi, a través de la comisión de transferencias, negocie la posibilidad de que una parte importante de este dinero pase a la Consejería de Hacienda del Consejo General vasco.

Por último, la empresa que explotará el casino se ha comprometido públicamente a destinar parte de sus beneficios a subvencionar y potenciar los gastos de fiestas y actos culturales que se realicen en San Sebastián.

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