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Incertidumbre en Perú ante las elecciones para la Asamblea Constituyente

Lo que los peruanos van a decidir en las urnas dentro de siete días es la composición de la Asamblea Constituyente, encargada de elaborar un texto constitucional por el que se ha de regir la vida política futura en el país. De acuerdo con los planes de los militares, instalados en el poder desde 1968, este es el primer paso para la definitiva devolución del Gobierno a los civiles, que se hará realidad después de las elecciones generales de 1980.De los dieciséis millones de habitantes que tiene Perú, cinco, aproximadamente, están legalmente capacitados para acudir a las urnas. Los electores deberán elegir a sus cien representantes entre los 1.100 candidatos que los doce partidos políticos legalizados han presentado.

No se celebran las elecciones constituyentes en Perú en un clima de serenidad y tranquilidad ciudadanas. Es más: aún está latente la posibilidad de que, a última hora, las fuerzas armadas decidan suspender la convocatoria electoral. Debe recordarse que ya se produjo un aplazamiento en la fecha inicialmente prevista para la consulta, fijada para el día 4 de este mismo mes.

Crisis de mayo

Perú no se ha recuperado aún de la grave crisis social sufrida a finales del pasado mes de mayo, neutralizada mediante la suspensión de una amplia lista de garantías constitucionales y saldada con el triste balance de veintidós muertos y más de un centenar de heridos.El origen de la crisis fue el paquete de medidas económicas puesto en marcha por el Gobierno del general Morales Bermúdez para hacer frente a la inminente bancarrota peruana. Las medidas supusieron, básicamente, aumentos de hasta el 130% en los precios de algunos productos y servicios de primera necesidad, como alimentos, combustibles y transportes públicos. La respuesta sindical, materializada en una huelga de 48 horas, produjo violentos enfrentamientos entre manifestantes y policía.

La verdad es que el Gobierno militar peruano no tenía otra alternativa. El plan económico era una imposición no negociable del Fondo Monetario Internacional como condición para el estudio de créditos indispensables. Perú, al borde de la quiebra, debe hacer frente este año al pago de mil millones de dólares de deuda externa, que suma cerca de 6.000. Si no consigue la ayuda del FMI, ni siquiera podrá cumplir con los compromisos de pago de los intereses, que alcanzan cerca de 250 millones de dólares.

De la misma forma que el ensayo «velasquista» ha producido profundas divisiones y divergencias entre los militares, polarizados ahora en tres bandos, izquierdistas, derechistas y neutrales, el espectro político peruano es un mosaico variopinto de partidos y grupúsculos, que en nada favorece las posibilidades de una democracia estable en el país.

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Abanico político

En la derecha, los dos partidos tradicionales de Perú, Acción Popular y Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) son, sin duda, los que mayor número de militantes y simpatizantes arrastran. Ambos, sin embargo, sufren también contradicciones internas que confunden a sus partidariosAcción Popular, el partido del ex presidente Fernando Belaun de Terry, derrocado por Velasco Alvarado en octubre de 1968, se ha marginado del proceso electoral. Belaunde, que regresó al país el primero de mayo pasado, después de diez años de exilio, quiere directamente unas elecciones generales y aspira personalmente a reanudar su interrumpido mandato presidencial. Acción Popular ha sugerido a sus militantes el voto en blanco en las elecciones del domingo.

El APRA, por su lado, sufre las consecuencias del estilo personalista de su máximo dirigente, Víctor Haya de la Torre, a quien su edad avanzada (ha cumplido ya 83 años) ha convertido en una persona extremadamente susceptible y celosa de los jóvenes apristas que puedan hacerle sombra.

Junto a estos dos partidos centristas, el Partido Popular Cristiano aparece como tercer grupo en discordia de lo que se podría llamar la «gran derecha» peruana.

La izquierda está básicamente representada por el Partido Socialista Revolucionario (PSR), integrado por los más furibundos defensores de las teorías del ex presidente Velasco Alvarado. Sus máximos dirigentes son ex generales, como Leónidas Rodríguez Figueroa y Arturo Valdés, y contra ellos se dirigió, precisamente, la ira del Gobierno en la pasada huelga.

La Unidad Democrática Popular (UDP) y el Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular (FOCEP), sufrieron también las persecuciones y deportaciones ordenadas por los militares más duros de quienes actualmente ocupan el poder.

Con este sombrío panorama acudirán el domingo los peruanos a las urnas. Es preciso confiar en que este primer paso dado por los militares para el retorno del país a fórmulas constitucionales salga bien, porque, sin ninguna duda, cada uno de estos test electorales se contemplan con lupa en los países vecinos y sirven de testigos impagables para el optimismo o el pesimismo, según los casos. Hay que recordar, por ejemplo, que aún quedan las experiencias de Bolivia y Ecuador.

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