"La literatura me parece una trivialidad pueril"
Entrevista con Juan Pedro Quiñonero, autor de "Escritos de V. N."
Se acaban de publicar los dos últimos premios de novela Ciudad de Marbella: Escritos de V. N., de Juan Pedro Quiñonero, y El negro vuelo del cuervo, de M. J. Vázquez Alonso, convocados por el Ayuntamiento de Marbella y editados por Ediciones 29. Juan Pedro Quiñonero (Totana, Murcia, 19416), escritor y periodista, corresponsal del diario Informaciones en París, es autor de la novela Ruinas (1973) y los ensayos Proust y la revolución (1972), Memorial de un fracaso (1974) y Baroja: surrealismo, terror y transgresión (1974).
Juan Pedro Quiñonero comenta algunas circunstancias personales durante el tiempo de construcción (1969-1976), de los Escritos de V.N. «Durante esos siete años -declaró a EL PAIS-, yo no quería escribir un libro, sólo deseaba abandonarlo todo, huir a California. Cuando tenía quince años, soñé escribir un día Ana Karenina, Lolita o las Aventuras de Huckeleberry Finn. No he aprendido a escribir, pero ya sé muchas formas de decir adiós; ya sé que es idiota tomar cariño a una casa, a un gato, a una mujer, a una bicicleta, a unas deudas. Es mucho más útil tomar clases privadas de desencanto, aprender a despedirse, sin lágrimas, en los aeropuertos, en las estaciones de ferrocarril, por carta, por teléfono V.N. (homenaje a mi maestro, Nabokov) se suicida porque no aprendió estas cosas; estaba, ¿está?, prisionero en las cuatro paredes de los inolvidables recuerdos de una infancia gloriosa. Yo no me suicidaré nunca. Es horrible pensarlo.»Escritos de V.N., siendo un premio de novela, entra en conflicto con los géneros literarios. «Es mentida que los Escritos... sean una novela. Son la edición crítica de los escritos de un suicida, la crónica de un fracaso. Vendí lo único que amaba por pocas monedas: calderilla para pagar letras de cambio. No escribí la historia de Huck Finn: ante unos aburridos estudiantes de bachillerato pronuncié una conferencia instándolos a la desobediencia civil. No huí a California: hipotequé mi vida escribiendo idioteces, escribiendo artículos como quien se suicida en una bañera.»
El relato épico ajusticiado
«Yo, que tantos amigos tengo que escriben excelentes libros, editoriales de periódicos, incendiarios panfletos, artículos, puedo decir que la cultura es algo no tan policiaco como imbécil". Lo divertido era huir con John Silver en busca de la Isla del Tesoro, echarle un pulso a Guillermo Brown, enamorarte de la chica rubia pelirroja; tener un oficio serio: pirata, contrabandista, ladrón, aventurero, revolucionario. Pero el relato épico ha sido ajusticiado; los piratas han sido fusilados y sustituidos por el Fondo Monetario Internacional. Los contrabandistas tienen nombres ilustres. Los aventureros son condenados al exilio; los revolucionarlos han sido pasados por las armas de las «centrales sindicales»: el rostro más evidente contra la libertad de los trabajadores, contra los que se comercia como si solo fueran carne de cañón para vender en el supermercado. Por otra parte, tal como están los sueldos, el empleo de corresponsal de prensa, en París, no puede compararse con tan maravillosas actividades. Además, el hecho de tener que tratar, físicamente, con los políticos, entenebrece un tanto el negocio.»Juan Pedro Quiñonero considera que el estatuto del corresponsal en el extranjero tiene la «ventaja formidable» del exilio. «Gozosamente perdido, literalmente en otro mundo, puedes entregarte a la voluptuosidad de lo que, mañana, estarás condenado a perder para siempre: la fragancia cleliciosa del Sancerre, la catedral de Chartres, el palacio de los Dogos, el perfume y los cuerpos en flor de las adolescentes burguesas en el gran hotel de Cabourg, frente a una playa, inmortalizada por Elstir-Manet, todavía brumosa».
«De alguna manera hay que decirlo: "He consagrado mi vida a la literatura." Y la literatura me parece una trivialidad pueril. Lo que me atrae es el ¿complemento directo? de esa oración: "Mi vida." El deporte de vi vir es lo único que me parece atractivo. De ahí el encanto de la escritura, ¿hay actividad más prescindible y banal? El militarismo actual pasa por el productivismo taylorista-el viejo proyecto leninista de militarización de la producción, y transformación de los sindicatos marxistas en comisariados políticos de normalización -terrorización de los ciudadanos-, la lógica armamentista de la sociedad postindustrial, la terrorización de la sociedad civil a través de los superregeneradores de plutonio y su modelo energético de crecimiento, que defienden desde UCD al PSOE, de Alianza Popular al PCE. Tal sistema de crecimiento industrial reposa en un modelo energético que no oculta encubrir y amparar la militarización de la sociedad civil. Ante tal desvarío homicida, mi fraternal F.F. evoca, desde que nos conocemos, la lógica revolucionaria del champagne, que, a todas luces, pasa por la desobediencia civil, la insubordinación moral, la insurrección generalizada contra los cuarteles de invierno del terror contemporáneo, disfrazado de "pajarita-reproductora", -"central sindical" - "defendernos el proceso democrático" - "somos un partido de orden" - "¡Viva las cadenas!". "Sólo se trata de amar o morir", decía Godard.»
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