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Francia y Arabia Saudita negocian intercambios comerciales multimillonarios

Antes de acudir a la gran soirée en la galería de los espejos del castillo de Versalles, el rey Khaled de Arabia Saudita, el más rico de todos los imperios petrolíferos, y el presidente de la República francesa, Valery Giscard d'Estaing, iniciaron ayer sus conversaciones sobre las armas, el dinero y la diplomacia (Africa y Oriente Próximo sobre todo). Estos tres capítulos habrán sido desmenuzados esta noche, cuando termine la visita oficial del soberano, que vino a París acompañado de sus ministros de Industria, Aviación, Asuntos Exteriores, Información, Agricultura y Petróleo.El rey del imperio saudita llegó ayer a París para comprar, probablemente, aviones Mirage, para hablar de relaciones económicas bilaterales y para estudiar con el presidente galo el dossier africano y el del Oriente Próximo.

Francia y Arabia Saudita están enganchadas al mismo carro del anticomunismo, en Africa, y en el mundo árabe. París y Riad se inquietan por igual ante la penetración de la URSS en estas dos regiones del globo y se quejan de la «indiferencia» de la Administración Carter. El rey Khaled aplaudió la reciente intervención francesa en Zaire y se felicitó también de la conclusión de la cena de trabajo entre el Presidente Jimmy Carter y el señor Giscard, la semana última, que aludía a la «concertación de Occidente con los países africanos para desarticular el juego soviético».

La convergencia político-diplomática entre los dos países no hará mas que favorecer el desarrollo de las conversaciones sobre la venta de armas francesas y la cooperación económica bilateral. Pero el rey y el presidente se confrontarán con dos tipos de limitaciones. En primer lugar, las que impone su aliado y protector norteamericano Francia, en efecto, le vende a Arabia Saudita las armas que a este país le niega Washington, de igual manera que su diplomacia y sus inversiones económicas también están condicionadas por el lobby americano y por la estrategia mundial de la política exterior de EEU U.

En segundo lugar, Francia no puede halagar al rey conservador saudita hasta el, extremo de enojarse con los países progresistas árabes, que también le interesan económicamente.

Varios encargos de armas están en proceso de negociación entre ambos países. Un centenar de aviones Mirage 2.000, misiles y radares, en un primer período, más otra compra de Mirage 4.000, a largo plazo, importarían 16.000 millones de francos (272.000 millones de pesetas). Al Final del año último, el déficit francés de sus intercambios con Arabia Saudita alcanzó más de 18.000 millones de francos.

El capítulo de los crudos es la baza negativa. Arabia Saudita vende a Francia el 36 % de su consumo energético. De aquí los esfuerzos de París para penetrar el terreno de las posibilidades económicas que ofrece el desarrollo de Arabia Saudita.

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Tras la visita del señor Giscard a Riad, el año pasado, las misiones económicas francesas se han multiplicado. Unas cien empresas importantes galas han puesto pie en la economía del rey Khaled, y 6.000 franceses trabajan allí. Pero el potente lobby americano, más que los otros países occidentales, ha reducido, por ahora, la presencia francesa al 5 % de las importaciones globales de Arabía Saudita.

Con objeto de «animar» la economía francesa y la cooperación bilateral, se evocaba ayer en París, en medios árabes, la posibilidad de que el rey Khaled deposite 5.000 millones de dólares líquidos en los bancos franceses. Sería, además, una especie de «prima» gratificadora de la convergencia de análisis políticos y diplomáticos entre París y Riad.

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