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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Oriol Tramvia, Sisa, Orquesta Paltería y C. Eléctrica Dharma

El festival que el pasado sábado tuvo lugar en el Palacio de los Deportes de Montjuich podría quedar como modélico de lo que deben ser estos actos. Más de cuatro horas y media de música en las cuales participaban Oriol Tramvia, la Orquesta Plateria, Sisa, la Companyia Electrica Dharma, y sobre todo un público que abarrotaba el recinto (unas 7.000 personas). Casi cinco horas de juerga, de marcha, de comunidad de esqueletos y espíritus conseguidas en base a una buena programación, buen sonido, luces y momento.Lo único que sobró fue la actuación de Oriol Tramvia, que con un grupo mediano y una puesta en escena más efectista que imaginativa, ofireció una imagen muy pobre de sí mismo. Da la impresión de que Oriol, en un tiempo piedra de escandalo y de marcha en la música catalana se hubiera visto rebasado por sus propias concesiones y por unos grupos punkies que le han situado en un terreno falso desde el que parece querer dirigirse a todos y no Regar a casi nadie.

A continuación salió la Orquesta Plateria y allí comenzó la flesta. La Plateria es, nada más y nada menos, que una orquesta de pueblo puesta al día en cuanto a instrumentación. Con un sonido espléndido, los catorce de la Plateria ligaron El manisero con Moliendo café, Night and Day con Lucille, y Abrete Sésamo con Camarera. Pasodobles, valses, mambos, lo que fuera. Allí valían todos los estilos y todos los intentos de bailes.

La gente, desinhibida y desintelectuallizada como pocas veces se ha visto en Barcelona protagonizaba la juerga tanto como los músicos, que se fueron más contentos que unas pascuas para dejar paso a Sisa.

Sisa (traje y corbata), que actuaba el sábado más que nada para aprovechar los videos con que Edigsa estaba grabando el festival, no se pareció en nada al que hacía apenas unas semanas se presentó en Madrid. El juego semisurrealista de entonces se transformó aquí en marcha pura. Sisa y su nuevo grupo hicieron una especie de sketch con lo más fuerte de su repertorio y su actuación, de apenas media hora, mantuvo un ritmo tanto musical como fisico alucinantes (Sisa materialmente no paró). Sisa volvió a demostrar que hoy por hoy es lo mejor que tenemos, espléndido de forma y de imaginación.

A continuación y para cerrar, dos horas a cargo de la Companyia Electrica Dharma que presentaba su último elepé: L'angel de la Danpa. La Companyia parece haber encontrado una fórmula: la recreación de bailes populares que tanto pueden ser catalanes como gallegos o rusos. Se apoyan para ello en su imagen, en un sonido jazzie y en las ya demostradas ansias de juerga del público. La Companyia Electrica viene a ser algo así como el pop catalán y sólo aceptándolas de esta forma pueden comprenderse tanto su éxito como su honradez de base. No pretenden otra cosa que divertir y divertirse y el vehículo para ello es de forma circunstancial, la música.

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