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Reportaje:Leganés, prototipo de los inconvenientes de una ciudad-dormitorio /y 3

Las cooperativas de viviendas, un sistema camuflado de masificación

La masiva llegada a Madrid de emigrantes en busca de trabajo supuso una inevitable demanda de viviendas. Mientras que, por un lado, el Gobierno fomentaba la creación de zonas industriales en un reducido número de ciudades, no se hizo una previsión y planificación lógica y razonable de contar con viviendas suficientes en las que alojar a esa mano de obra barata que en la década de los sesenta llegaba con abundancia a Madrid.Las soluciones de emergencia promovidas por el Gobierno fueron desde la construcción de viviendas por la Obra Sindical del Hogar, las Unidades Vecinales de Absorción, hasta el cooperativismo.

El desarrollo de Leganés se inicia en 1966, justamente cuando aparece la ley de Cooperativas. El barrio de Zarzaquemada se convierte en un polígono industrial gracias a esta ley. El Gobierno decide resolver el problema de vivienda por medio de unas cooperativas que pocos años más tarde van a dejar ver claramente el fracaso y, a veces, el engaño que supusieron para las familias que se embarcaron en esta nueva experiencia.

Una vez promulgada la ley, de manera casi automática, se empiezan a gestar cooperativas, San Juan, Travenco, Roncali, Virgen de Fátima, Transportes, Cristo del Humilladero, Getafe, Gran Madrid y la Madrileña son las encargadas de construir alojamientos para las familias de Leganés.

La cooperativa prototipo, que además fue la pionera, fue la de San Juan.

Pioneros de un engaño

En 1966 el concejal del Ayuntamiento señor Moral Navalón promueve la cooperativa de San Juan. Un total de 340 familias se embarcan en el proyecto. Las cantidades desembolsadas por cada cooperativista oscilan entre las 275.000 y las 300.000 pesetas. Las obras se iniciaron con normalidad, pero al poco tiempo se paralizaron en base a que la cooperativa no consiguió créditos oficiales para proseguir las obras, según asegura la junta rectora. Las dificultades han sido tantas que todavía no se han podido finalizar las obras.

En 1972 es el año en que se paralizan las obras de San Juan, debido a que la cooperativa presenta un importante déficit. La junta general se reúne y decide que un medio de salir del bache económico es vender una serie de parcelas de los terrenos que pertenecen a San Juan. La decisión no es ratificada por la asamblea de socios; sin embargo ello no impide que la venta se lleve a efecto. Otro paso para sanear la economía de la cooperativa es vender a la Financiera Ibérica gran parte de las letras de cambio con que los cooperativistas iban pagando las viviendas.

En 1976 se celebra una nueva junta general de socios y el hasta entonces presidente, el concejal del Ayuntamiento de Madrid señor Moral Navalón, presenta su dimisión, en base a que el cargo es incompatible con la concejalía. Le sustituye Felicísimo Rodríguez. Los problemas siguen sin solucionarse en, la cooperativa. En junio de 1977 los socios realizan un encierro para protestar por la paralización de las obras y el señor Rodríguez presenta su dimisión.

Los socios, desinformados

Pese al tiempo transcurrido, la inmensa mayoría de los socios tienen un desconocimiento total de la situación en que se encuentra la cooperativa. Para conocer el exacto estado de las cosas y el auténtico motivo de que las viviendas no pasen de ser unos simples cimientos, los socios enviaron un acta notarial al presidente para pedir una fotocopia de la célula de calificación provisional de las viviendas, una explicación sobre las causas que han determinado el retraso de las obras, el destino de las cantidades entregadas a cuenta con el nombre de la entidad bancaria o la caja de ahorros, así como el número de cuenta, una fotocopia de la autorización de la Delegación Provincial de la Vivienda para percibir cantidades anticipadas mientras dura el período de construcción y una copia de certificado que garantiza que las cantidades entregadas serán devueltas en el caso de que las viviendas no lleguen a ser entregadas.

Paralelamente, la mayoría de los cooperativistas (unos doscientos), en un intento de democratizar la junta rectora, celebraron una asamblea el 13 de noviembre de 1977 en la que no se aprobaron las actas de las sesiones celebradas hasta entonces, y la junta rectora abandonó el acto, procediéndose posteriormente a la elección de los nuevos cargos. Sin embargo, al día siguiente, la junta rectora anterior negó ante notario que hubiera dimitido, con lo que las elecciones celebradas el día anterior quedaron anuladas.

Actualmente, las obras continúan paralizadas. Los socios han recurrido a la Asociación de Vecinos de Leganés para intentar resolver el problema. Para ellos, el primer paso sería que el Ministerio de Trabajo acepte el que los socios disconformes con la gestión de la junta puedan estar representados en ella. A partir de ahí se abrirá una investigación y se intentará que en el menor tiempo los cooperativistas puedan disponer de sus viviendas.

Problemas semejantes, aunque no tan dilatados, han presentado también las restantes cooperativas. En Cristo del Humilladero no se acabaron de entregar las viviendas hasta mediados de 1976.

Las características comunes fueron, sustancialmente, el retraso en la entrega de las viviendas y el desconocimiento general de los socios respecto al estado de las cuentas.

Pero además de las dificultades que todas estas familias han tenido que pasar para poder conseguir finalmente una vivienda, cuando por fin han logrado ésta, se han encontrado con que las dotaciones y servicios que esperaban de sus nuevos alojamientos no respondían a las promesas hechas cuando se les invitaba a entrar en la cooperativa. La mayoría de las calles están sin pavimentar. De alumbrado público sólo se benefician las calles más céntricas. Las dificultades para encontrar plazas escolares han sido aquí mucho más duras que en el resto de Leganés, debido también a la mayor concentración de matrimonios jóvenes que hay en este barrio.

La única ventaja del polígono industrial de Zarzaquemada reside en la cantidad de zonas verdes que rodean a las viviendas. Sin embargo, este detalle, que podría servir de motivo gratificante para los vecinos, no ha sido en absoluto cuidado por el Ayuntamiento. Las extensas zonas verdes no reciben ningún tipo de atención. No hay personal encargado del cuidado de la hierba o de los árboles. Parte de las zonas que debieran ser ajardinadas no han sido siquiera acondicionadas, aunque, de todas formas, muchos de los vecinos pueden disponer, de hecho, de un lugar en el que los niños jueguen tranquilamente.

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