Vega Rodríguez juzgaba excesivo el protagonismo del Ministerio de Defensa
Una abierta discrepancia entre los planteamientos de política militar por parte del ministro de Defensa, teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, y del jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general José Vega Rodríguez, parece el motivo fundamental para que este último haya presentado ayer la dimisión de su cargo. Esta discrepancia se concreta en el convencimiento personal del dimisionario de que la política del Ministerio de Defensa es excesivamente absorbente y no permite la imprescindible autonomía de determinadas instituciones.
El tema de fondo puede rastrearse en el decreto de Presidencia del Gobierno de 27 de marzo último, publicado en el Boletín Oficial del Estado el 29 de abril, por el que se desarrolla el decreto-ley de creación de la Junta de Jefes de Estado Mayor.Esta Junta, integrada por los jefes de Estado Mayor de los tres Ejércitos, dependía políticamente del presidente del Gobierno y gozaba de autonomía a la hora de instrumentar las directrices de política militar que recibiese. Pero el decreto citado vino a matizar esta situación, al establecer que «las funciones de relación y dependencia que respecto a la Junta de Jefes de Estado Mayor confiere al presidente del Gobierno el real decreto-ley citado -se refiere al de cración de la Junta de Jefes- y demás normas legales vigentes, se ejercitarán por delegación por el ministro de Defensa, salvo las que el presidente del Gobierno expresamente se reserve».
El mismo decreto estableció que «la Junta de Jefes de Estado Mayor, con sus organismos auxiliares de mando y trabajo se adscribirá, a efectos administrativos, al Ministerio de Defensa», y una disposición final atribuía al propio ministro de Defensa la facultad de desarrollar el decreto.
Con ello se entendió en círculos del Alto Estado Mayor y de la Junta de Jefes de Estado Mayor que el ministro de Defensa condicionaba excesivamente las funciones de la Junta y de Los jefes de Estado Mayor que asumen la cabeza de la cadena de mando militar en cada uno de los tres Ejércitos.
La interpretación a este decreto -desde esas posiciones- era que quedaba muy desdibujada la distinción que quiso hacerse entre el mando político-administrativo -encarnado por el ministro- y el mando militar de la Junta y que, de hecho, se posibilitaban injerencias.
Este dato de fondo hay que conectarlo con una serie de decisiones concretas -nombramientos fundamentalmente- en los que todo parece indicar que las posiciones del ministro y del jefe del Estado Mayor del Ejército no fueron coincidentes. Pero varias fuentes consultadas han coincidido en no dar a estos datos concretos valor de categoría, sino anecdótico, dentro del tema más profundo de una excesiva sumisión a la línea del Ministerio, según el criterio del dimitido.
Discrepancias de fondo
La creación del Ministerio de Defensa -sugería un alto oficial del Ejército- supone una remodelación de todo el organismo militar; a partir de ahí se puede entender que «o la compenetración es total, o las discrepancias pueden ser grandes».
En cualquier caso, se descarta con firmeza, en los ambientes consultados, que la dimisión pueda estar relacionada directamente con el eventual ingreso de
España en la OTAN, con la situación del País Vasco, o con un pospuesto viaje a Estados Unidos del teniente general Vega Rodríguez, por indicación del teniente general Gutiérrez Mellado, aunque este último hecho pueda ser un indicio más de las discrepancias que se venían manteniendo entre ambas personalidades y que, desde luego, no son inmediatamente recientes.
El teniente general Vega no presentó su dimisión de manera rigurosamente formal y escrita, sino a lo largo de una extensa conversación con el ministro de Defensa el martes por la mañana. Se sabe que hacia el medio día regreso a su despacho e invitó a tomar una copa a sus más inmediatos colaboradores. Fuentes solventes han señalado que el teniente general Vega se mostraba contento e incluso eufórico.
Para reforzar la tesis anterior hay que anotar que el jefe del Estado Mayor Conjunto de la Junta de Jefes de Estado Mayor, general de división Eduardo de Acha, pidió recientemente su pase a la reserva. Esta actitud se interpreta igualmente como muestra de disconformidad con los planteamientos del Ministerio de Defensa, excesivamente centralizadores, siempre según esta línea de interpretación.
Uno de los datos que se ha manejado como causa final de la dimisión ha sido el del nombramiento del teniente general Ibáñez Freire como capitán general de Cataluña. Parece cierto que el nombramiento no tuvo el pleno asentimiento del teniente general Vega -no por razones personales, sino por la especial situación en el escalafón del teniente general Ibáñez Freire-, pero se puede afirmar que hay unanimidad en las fuentes más responsables a la hora de eliminar las cuestiones estrictamente de nombramientos cómo causa profunda de la decisión, sin descartar que «ha podido ser la gota que colma el vaso en un ambiente que se veía raro desde hace tiempo».
En cuanto a las reacciones que en el seno del Ejército haya producido la noticia, se detectó una significativa coincidencia al asegurar que se supo «con indiferencia». « Sería excesivo decir que la oficialidad se ha alegrado, pero también lo sería asegurar que se siente».
Un gran soldado
Hay unanimidad al destacar la figura militar del teniente general Vega y su condición de «gran soldado», pero, junto a ello, se subraya que su actuación en los últimos meses había supuesto un cierto deterioro de imagen. Sectores situados muy hacia la derecha e incluso otros más templados no vieron con buenos ojos algunas actitudes del cesado. Su referencia a los generales Modesto y Líster, del Ejército republicano, en la celebración, de la Pascua Militar de enero pasado fue especíalmente mal recibida por muchos de sus compañeros de armas, y en los últimos meses «alguien ha aprovechado el polvo levantado -aseguraron ayer a EL PAIS- para crear una contrafigura del teniente general Vega, que no resultaba muy agradable a los militares». «Ha sido un caso típico de desgaste», y no cabe duda -añadieron las mismas fuentes- «que la institución militar es la única que permanece y que el ambiente, voluntario o involuntario, que uno se cree dentro de la institución puede forzar acontecimientos ».
Otras de las afirmaciones que se hacían ayer tarde con mayor rotundidad es que el sustituto del teniente general Vega no sería el teniente general Ibáñez Freire, que el martes tomó posesión de la Capitanía General de Cataluña. Hoy se reúne el Consejo Superior del Ejército y, con toda probabilidad, tratará el tema.
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