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Disgusto alemán por la falta de colaboración sobre terrorismo de ciertos Gobiernos europeos

La RFA, que con Suecia y Austria integra el grupo de países qué reclaman una convención europea contra el terrorismo, se ha disgustado con el reciente comportamiento de algunos Gobiernos continentales que rehúsan entregar a Bonn a ciertos activistas alemanes retenidos por sus respectivas policías.Poco después de que Suiza contestase negativamente a una petición relacionada con una terrorista, supuestamente implicada en el secuestro de Schleyer, La Haya ha respondido más diplomáticamente, dando largas a una solicitud similar contra tres detenidos. El Tribunal Supremo holandés ha apreciado caracteres políticos en la demanda del Gobierno de Bonn, por lo que el delito en que participaron los terroristas quedaría claramente clasificado dentro de aquellos hechos no sometidos al derecho de extradición.

A pesar de ello, el Tribunal considera viable la entrega de Knut Folkerts, principal encartado de los tres, a la policía de la RFA. Para socialdemócratas y democristianos alemanes, tal distinción del tribunal holandés es incomprensible.

El problema del terrorismo que se reactiva como factor político en la RFA desde que se conoció el asesinato de Aldo Moro, no se ha planteado aún adecuadamente, según el número del semanario Stern que se pone hoy a la venta. «Desde el comienzo de la ola terrorista -dice esta publicación independiente en un informe- se ha elevado en cien millones el presupuesto para seguridad interior, sin embargo, hoy sólo hay dos funcionarios dedicados a estudiar las causas del terror: el terrorismo no puede combatirse exclusivamente con medios policiales y jurídicos.»

Los medios informativos de la RFA se solidarizan con la resistencia del Gobierno de Roma a negociar con los secuestradores de las Brigadas Rojas -con lo cual Bonn ha visto legitimado su procedimiento en relación con el secuestro de Schleyer-, pero, en los medios conservadores al menos, se recela de que haya sido precisamente el PCI el que haya inspirado en gran medida esta posición lo cual invalidaría la tesis oficial fundamental de los alemanes, para quienes los inspiradores de este tipo de delitos deben buscarse en el campo marxista.

«Nadie puede sintonizar en este momento mejor con los italianos que nosotros, los vecinos del Norte», comenta el diario muniqués liberal Sudeddeutsche Zeitung al reflejar la reacción de los alemanes federales tras el asesinato de Aldo Moro.

Para el liberal conservador Frankfurter Allgemeine «la lucha contra las BR es ahora la primera tarea del Estado italiano, pero esto comportará nuevos peligros».

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Para el ultraconservador Die Welt, «aún es imprevisible qué precio deberá pagar Italia por el hecho de que una gran porción de su firmeza. de estas semanas haya procedido de las filas del PCI».

El conjunto de la prensa de la RFA coincide en contemplar dos aspectos: la «razón de Estado» que ha llevado el Gobierno romano a repetir el comportamiento de Bonn ante el secuestro de Schleyer y los factores con que cuenta el Estado italiano para recuperar una solidez que apenas ha tenido desde el final de la guerra.

Desde una posición u otra, los periódicos alemanes coinciden también en valorar al PCI como elemento clave en el futuro italiano más inmediato. «La autoridad del Estado de derecho ha recibido ya un estímulo, y con ayuda de los comunistas».

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