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París justifica sus acciones armadas en el norte de Africa

El ministro francés de Asuntos Exteriores, Louis de Guiringaud, que llegará hoy a Madrid en visita oficial para entrevistarse, a lo largo de la jornada, con su homólogo español, Marcelino Oreja, explicó anteayer la política intervencionista francesa en Africa. Sus propósitos, tendentes a minimizar la acción gala en Mauritania y Tchad, así como en Líbano, no convenció al Gobierno argelino que ayer reaccionó severamente contra París.«Los soldados franceses no han intervenido directamente en ninguna parte, salvo en uno o dos casos», afirmó el ministro francés ante dieciocho periodistas de la prensa parisiense que lo entrevistaron el domingo último para obtener informaciones sobre la política francesa en Africa que, en opinión de los observadores y especialistas, no se decidiría en el Ministerio de Asuntos Exteriores sino en el palacio del Elíseo, residencia del presidente de la República, Valery Giscard d'Estaing.

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El ministro francés reconoció que los «dos casos» en los que intervinieron soldados galos fueron Mauritania y Tchad. Estos dos países han firmado acuerdos de cooperación con Francia y por ello, explicó el señor De Guiringaud, es normal que Francia les ayude.

Respecto a Mauritania, las intervenciones francesas, afirmó, sólo se han efectuado en territorio nacional y no en el Sahara occidental, contrariamente a lo que han asegurado todas las informaciones recibidas sobre la acción de los aviones Jaguar franceses contra el Frente Polisario, que operaron la semana pasada a 150 kilómetros al norte de Zuerat.

En Tchad habrían, según el ministro, «algunos centenares» de soldados franceses. Guiringaud no precisó el número, ni dio explicaciones sobre las razones de la expulsión de los periodistas franceses que intentan penetrar en este país. «Pregúntenle al general Mallum», declaró sobre la cuestión.

La consecuencia primera y más sensible de la intervención francesa en Africa incide en las relaciones franco-argelinas que no han dejado de degradarse de dos años a esta parte. Al respecto, el señor De Guiringaud reafirmó que Francia desea mantener con Argelia relaciones «Más profundas y más amplias», pero añadió inmediatamente que «no podemos consentir que Argelia pretenda dictarnos una política, ni en el Magreb, ni en Africa negra».

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En opinión de los medios oficiales de Argel, el ministro francés de Asuntos Exteriores «engaña a la opinión francesa», por lo que nada permite esperar por ahora el deshielo de las relaciones franco-argelinas.

La opinión gala, por su parte, se interroga diariamente sobre la naturaleza y el alcance verdaderos del compromiso del Gobierno de París en el «polvorín» africano. En los países ya citados, «Francia no mantiene más que instructores».

(En página 8, primer capítulo de un serial sobre Mauritania, el difícil equilibrio.)

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