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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Acerca del concepto de medicina social

Senador del PSOECada época se configura por una mentalidad diferente que termina por caracterizarla; el individualismo renacentista o el liberalismo de la edad moderna son dos ejemplos de lo que se quiere significar. Lo que sucede, en el fondo de la cuestión, es que los sistemas de valores que configuran cada época histórica cambian, varían, están en continua transformación y a través de un complejo de influencias e interinfluencias modifican el orden en el que cada sociedad jerarquiza la importancia de las opiniones, criterios, juicios de valor, como punto de partida de las relaciones entre los hombres. Todo este movimiento de influencias recíprocas no sucede al azar. Igual que un invento, del orden que sea, no es más que la original y nueva combinación de elementos ya existentes en cada sociedad, y la caracterización que le es propia no es más que la combinación de las normas, elementos técnicos, conocimientos y valores que están en la base de la misma. Es sencillamente el resultado superestructural de todos los elementos estructurales que en la sociedad subyacen. Por ello, cuando un valor puede adjetivar toda una época es necesario pensar que estamos ante una realidad importante, tangible y objetivable.

La democracia y lo social

Nuesta época, obvio es decirlo, se caracteriza por dos adjetivos, dos valores, dos realidades impresionantes: la democracia y lo social. Cualquier actividad o sociedad busca en su legitimación apellidarse con uno de aquellos adjetivos, cuando no son los dos.

Para que esto sucediera, para que lo social se elevase a valor de primer orden de nuestra escala de valores, han tenido que acontecer numerosos fenómenos de diversa índole. Desde mi punto de vista, los más relevantes, que no excluyentes, han sido: la revolución industrial, el liberalismo económico, el crecimiento demográfico, la aparición del capitalismo como proceso de producción, la pujanza ascendente del movimiento obrero y el triunfo de la revolución soviética.

En todo caso es indiscutible que el hombre de hoy vive enfocado hacia una dimensión donde lo social lo llena todo. La medicina no podía verse excluida de este proceso y dimensión, y en las últimas décadas, la parte biológica de la disciplina da paso a un desarrollo espectacular de su parte social, dando origen a la medicina social. Desde que existe la medicina, los médicos han comprobado que hay una íntima conexión entre la enfermedad y el medio social, percepción que se ha dejado sentir tanto en la teoría como en la práctica. Sin embargo, tan sólo en este siglo se ha podido sentir la medicina social como algo individualizado y coherente. Para ello han tenido que suceder acontecimientos específicos que han afectado de forma directa a la medicina como conjunto de ciencias. Nos referimos, entiéndase bien, a hechos que de forma directa han contribuido a la aparición de un especial modo de entender la medicina, e incluso a la aparición de una nueva disciplina médica. Entre estos factores había que resaltar: los cambios en las pautas de morbilidad, el desarrollo de la medicina preventiva, la aparición de nuevas técnicas diagnósticas y terapéuticas, la concepción positiva de la salud, la organización en gran escala de los servicios médicos, etcétera.

La revolución bacteriológica

Por su alcance ha sido llamada era pasteuriana, por sus efectos podría llamarse revolución bacteriológica; de hecho, la medicina puede presentar, como uno de sus logros más importantes, la derrota de las enfermedades infecciosas y la reducción drástica de la alta morbilidad-mortalidad, dejando paso a una mayor esperanza de vida, y envejecimiento relativo de la población. Cuando la enfermedad aguda, de extensa presentación, y curso grave, fue vencida por los conceptos operativos del pensar microbiológico y la acción eficaz de los antibióticos y quimioterápicos, grandes contingentes de población pudieron sobrevivir y prolongar su vida, sintiendo, en cambio, los efectos de las afecciones crónicas. El cáncer, las enfermedades cardiovasculares, los trastornos mentales han desplazado, en las tablas de mortalidad o/y morbilidad a las grandes matadoras medievales. De otro lado, la industrialización y la motorización han provocado que los accidentes se situaran en los lugares que anteriormente ocupaban las enfermedades infecciosas.

Los cambios en el modo de enfermar han obligado a la medicina al cambio en la forma de enfrentarse con sus enemigos y a ampliar sus perspectivas. Las enfermedades crónicas y los accidentes no pueden ser interpretados, según el esquema simple, aunque operante, en las enfermedades infecciosas, sino con un modelo multicausal. Es preciso encontrar denominadores comunes en las biografías y experiencias vitales de las personas afectadas por un mismo mal para tener acceso a su control. De lo individual pasamos a lo general, a lo social.

Medicina preventiva

El primer paso fue la demostración de que la enfermedad infecciosa podría prevenirse; el resultado, la desaparición de muchas zonas del globo del cuarto jinete del Apocalipsis; después se pasó a la aplicación del espíritu preventivo a un mayor número de entidades nosológicas; al final se produjo ta introducción plena de, este espíritu en el pensar médico contemporáneo y la incorporación de la medicina preventiva a los programas de salud pública. Las medidas preventivas, en su esencia, y, desde luego, en lo que se refiere a las enfermedades infecciosas, deben ser generales, afectan a la sociedad en cuanto tal, y no sólo al ciudadano individualmente considerado. La medicina preventiva pretende la incorporación en gran escala de todos los socios a la práctica de acciones que contribuyan a evitar la enfermedad y fomentar la salud, para lo cual ha de presentar sus objetivos como algo que nos incumbe a todos: como un objetivo social.

El progreso terapéutico y diagnóstico han desplazado al médico clínico, basado en su individual sabiduría, en la práctica del curar. Todo se conjuga para que el diagnóstico y la terapéutica se materialicen en una acción grupal, sostenida en grandes y costosos medios imposibles de mantener si no es con la cooperación de todos los afectados por el riesgo de en fermar. Es la sociedad entera quien contribuye a mantener y desarrollar la «mejor medicina» que se busca.

La aparición de nuevas técnicas diagnósticas y terapéuticas requiere concebir socialmente el modo de hacer medicina en nuestros días.

En otros tiempos, las fundaciones, los legados y el propio patrimonio del enfermo podrían financiar la existencia médica. La pobreza de los usuarios motivaba una asistencia benévola o gratuita, y los bajos costes permitían la persistencia de la medicina privada. Hoy día la situación es diferente. Los costes de los servicios médicos son cada vez mayores, y la financiación de los mismos se desplaza desde el usuario actual, a la colectividad como potencialmente usuario de los mismos. Para ello, y por ello, los servicios médicos se piensan en gran escala. La preocupación por una mejor asistencia médica exige la asignación de importantes recursos a esta actividad y, consecuentemente, al análisis económico de su funcionamiento. Se impone la planificación del sistema y atenciones médicas y su organización racional extensa y controlada por la comunidad. En no poca medida ha contribuido a esta variación la presión de las masas trabajadoras para que se les reconocieran el derecho a la salud y a la asistencia médica, obligando a las autoridades públicas a reconocer la justicia de las aspiraciones y exigencias de aquéllos y organizar los servicios médicos a la medida de su alcance demográfico.

Por último, pero no por ello menos importante, la sociedad actual considera la enfermedad como algo a desterrar. Los planteamientos valorativos han sustituido la concepción negativa de la salud, por una positiva. Salud no es ya lo contrario de enfermedad, sino estado de completo bienestar físico mental y social. Es evidente que tal definición, mejor, tal objetivo inalcanzable, porque lo bueno siempre puede ser más, exige un pensar en la medicina como algo social. Es indiscutible que la medicina actual está abierta a una dimensión social de forma originalmente consciente. Así las cosas, la medicina recibe una calificación inédita dentro del contexto de realidades que hace que lo social adquiera preeminencia, y, consecuentemente con ello, tenemos obligación de reflexionar sobre lo que esto significa para nuestro quehacer.

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