Tarradellas, enojado ante las críticas a su gestión

«El pueblo de Cataluña es propenso a la demagogia, pero no podemos confundirlo con quienes nunca han hecho nada por él», manifestó anoche el presidente de la Generalidad de Cataluña, Josep Tarradellas, en el transcurso de una larga y tensa sesión informativa convocada para dar cuenta de los resultados de su reciente viaje a Madrid y del contenido del Consejo de Ministros del Gobierno autónomo catalán celebrado ayer y anteayer.

Tarradellas, sin embargo, no desveló el alcance concreto de los acuerdos logrados en Madrid con el presidente Suárez. «Cuando hay negociaciones a nivel de Estado -dijo- no se puede pedir que los acuerdos sean explicados públicamente al día siguiente u ocho días después.» A preguntas de los informadores, Tarradellas aceptó que el texto del acuerdo con Suárez contenía vaguedades, afirmando que «todas las notas diplomáticas contienen vaguedades».Cuando los informadores insistieron en el contenido completo de la facultad que le confiere el citado acuerdo para presidir reuniones con los gobernadores civiles catalanes, así como la tutela de los municipios, el presidente aludió al principio del secreto. «Soy fiel al principio del secreto -dijo-, porque en determinados momentos es la base para que no haya confusiones.» Luego añadió: «Lo que hemos obtenido lo diremos al pueblo de Cataluña en su momento», fijando un plazo hasta el 15 del próximo mes de mayo, fecha en la que dijo quedarían concretadas las funciones que se traspasan a la Generalidad y cómo se administran.

Tarradellas insistió en la lentitud y complejidad del traspaso de funciones, añadiendo, no obstante, que esperaba que en el próximo Consejo de Ministros se acordaran las primeras transferencias, especialmente en materia de Turismo.

El presidente de la Generalidad tuvo también una referencia al apartado del acuerdo Suárez-Tarradellas, en el que se hace mención a la enseñanza del catalán a «todos aquellos alumnos que así lo soliciten». Este apartado ha tenido una desfavorable acogida en Cataluña, principalmente por parte de sectores relacionados con la enseñanza. Precisamente la última contestación ha partido de la Asociación de Profesores de Catalán, la cual lo ha considerado como un grave peligro, ya que podría acarrear la división de la comunidad catalana en dos, una catalanoparlante y otra castellano parlante, cuando precisamente lo que desean todas las fuerzas catalanistas y la gran mayoría de inmigrantes es la integración en una sola comunidad, que conozca y hable ambas lenguas. Los profesores de catalán aludían textualmente al citado apartado como «un insulto a la dignida de nuestra lengua, relegada a un aspecto secundario y marginal». La opinión de Tarradellas manifestada ayer sobre el particular era precisamente todo lo contrario: «No podemos -manifestó- imponer el catalán a nadie. Yo hubiera querido otro tipo de acuerdo, pero cuando se trata de una negociación, ciertos maximalismos verbales hubieran sido un grave error político. Si los inmigrantes quieren estudiar nuestra lengua, se lo agradeceremos.»

Es de señalar que la sesión informativa de ayer tuvo varios momentos de manifiesta tensión entre el presidente de la Generalidad y los periodistas, principalmente cuando se aludía de forma directa o indirecta a la contestación de que había sido objeto la gestión de la Generalidad, en concreto, durante la celebración de la festividad de San Jorge (véase EL PAÍS del martes 25 de abril de 1978), y, en otro orden de cosas, a la dimisión del jefe de prensa de la institución autonómica Josep Faulí.

Sobre el primero de los temas, Tarradellas, el cual manifestó no haber oído los pitidos -de los que hablaban los periódicos-, tuvo duras palabras para quienes criticaban su gestión. « Se equivocan -dijo- los que quieren enturbiar el proceso de la Generalidad. No podemos caer en la trampa de los que nunca han hecho nada por Cataluña».