El flautista Carreres, con la Nacional

Antes del cierre de la temporada, con el Requiem, de Verdi, la Orquesta Nacional ha presentado a otro de sus solistas: el flauta Andrés Carreres. Con un sonido muy cuidado y una adecuación de estilo digna de todo elogio, Carreres tocó el Concierto en sol mayor, de Quantz. Este notable músico y tratadista de la Corte de Dresde compuso alrededor de trescientos conciertos, pero la verdad es que casi siempre se interpreta uno solo. Cultivador y, si se quiere, afianzador de estilos y formas heredadas, Quantz denota en sus pentagramas un cruce de influencias que van desde lo alemán a lo francés pasando por Italia. Y en todo caso, su imaginación es grande, el vuelo de sus ideas resulta ágil, excelentísimo el tratamiento del instrumento solista y de extraordinaria belleza la transparente textura orquestal. Carreres dominó todas las dificultades, «adornó» con gran sentido musical el discurso y obtuvo, como lógica consecuencia, un éxito notable. Frühbeck y los profesores de la ONE, colaboraron «con amore» al triunfo de su compañero. Antes, el maestro burgalés nos dio su conocida versión de las Danzas fantásticas, de Joaquín Turina, en sustitución del anunciado estreno de José Peris (Sinfonía Jonda, en homenaje a Falla), suspendido, según se informa, por dificultades en los materiales de orquesta. ¡Lástima! Porque Peris no es autor que se prodigue y posee evidente fibra.