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Reportaje:

"La cárcel Modelo de Barcelona, un ejemplo de lo que no debe ser una prisión"

Soledad Gallego-Díaz

«Funcionarios y presos que no se den cuenta de la gravedad de la situación y que no deseen cooperar en su solución son para mi provocadores», dijo el director general de Instituciones Penitenciarias, Carlos Garcia Valdés, al finalizar la tensa visita que realizó ayer, acompañado por la prensa, a la Cárcel Modelo de Barcelona, prisión que calificó de «modelo de lo que no debe ser una cárcel».

ENVIADA ESPECIALEn la Modelo, construida en 1904 y ubicada en pleno centro de la ciudad, hay actualmente 1.200 presos, la mayoría de ellos preventivos, y unos veinte de condición política. Allí se encuentran, por ejemplo, los tres miembros de Els Joglars, condenados en consejo de guerra. Dos de las seis galerías de la cárcel quedaron destrozadas en el último motín. La quinta está ocupada por uno sesenta presos, sancionados, que sufren régimen especial. Sólo pueden abandonar sus celdas -con un urinario y cama de piedra, sin somier- durante una hora al día.Las celdas, además de la habitual puerta, tienen una reja de forma cóncava que ha sido instalada hace menos de un mes. El señor García Valdés, que se había entrevistado la noche anterior, hasta altas horas de la madrugada, con funcionarios y con una representación de los presos, aceptó, a petición de otros reclusos, que le acompañaran en la visita a la cárcel dos presos que parecían gozar de prestigio en esa galería: Manuel López Peláez y Miguel Sánchez García.

Sánchez García hizo entrega al director general, y leyó por un micrófono interior, la lista de reivindicaciones inmediatas de la Copel respecto a la Modelo: clausura de la mencionada galería quinta, levantamiento de las sanciones, destitución del director, Armando Flor; del médico, doctor Riquelme, y del capellán, padre Pablo, y devolución de los transistores, libros, revistas, etcétera, que fueron confiscados a raíz de los motines.

Falta de higiene

Sin embargo, en las demás galerías -de las que sólo en dos existen celdas con lavabo-, no se eligió ninguna representación y fueron los presos, uno por uno, los que intentaron hacer llegar sus reivindicaciones al director general y a los periodistas. En términos generales, se quejaron de falta de higiene (hay casos de sarna, de muchas chinches), alimentación deficiente (exceso de zanahorias en todos los menús), escasez de comunicaciones con la familia (se ha reducido al mínimo legal, una a la semana), etcétera.Las condiciones materiales de la cárcel son francamente malas. Los periodistas pudimos intercambiar unas palabras con muchachos de dieciséis años y aspecto aniñado que se encuentran también recluidos allí, la mayoría por robos de coches, y que dijeron dormir con petates en el suelo, sin ningún tipo de cama. «Esto es sólo una escuela de mariconería», nos confesó uno de estos muchachos. Al parecer, no son infrecuentes las violaciones. También tuvimos acceso a las celdas de la enfermería que están dedicadas a «observación psiquiátrica» y en las que se encontraban recluidos dos presos. Las celdas tienen las paredes acolchadas, alguna presenta manchas de sangre y los internados en ellas no disponen más que de un colchón en el suelo.

«Cuando fui a Ocaña dije que me había impresionado más que El Dueso. Ahora tengo que decir que la Modelo impresiona aún más. Ignoro si cuando acabe la gira por las cárceles españolas sólo podré encontrar palabras como inhumano», dijo el propio director general en la rueda de prensa que concedió a los periodistas que le habíamos acompañado. «Espero que comprendan el sentido de esta visita: no se trata de salir en la primera página de la sección de sucesos, ustedes no han venido aquí a un zoológico sino para hacer ver el problema carcelario a toda la sociedad española», añadió. «La visita -dijo más adelante, y recogía también la impresión de algunos periodistas- ha entrañado un riesgo evidente y ha habido un cierto desmadre si se piensa sólo en las normas habituales. Les pido serenidad y ayuda.»

El señor García Valdés afirmó que los funcionarios con los que, había, hablado preferían la Asociación a la sindicación y anunció. el envío urgente de una circular de nueve folios a todas las prisiones españolas unificando los criterios de trato y régimen interior en todas ellas. El director general insistió en que sus órdenes serían cumplidas por vía jerárquica y explicó que algunos funcionarios se sentían molestos por sus recientes declaraciones sobre la necesidad de un cambio de mentalidad en el funcionariado de prisiones. «El ministro del Interior -añadió- habla de una nueva actitud de la policía. Llámese mentalidad o actitud, me es igual, pero creo firmemente que todo está cambiando.» El señor García Valdés afirmó que sus obsesiones como abogado y como persona humana eran la abolición de la pena de muerte y la desaparición de los malos tratos. «No me puedo hacer responsable de lo ocurrido antes de mi llegada a la Dirección General pero, prosiguió, sí puedo garantizarles que eso no puede volver ir a suceder.»

La Trinitat

A las seis de la tarde, el señor García Valdés acudió a la cárcel de mujeres de la Trinitat, donde actualmente se encuentran recluidas 43 presas, nueve de ellas políticas. Estas últimas se alojan en un dormitorio de veinte camas y no tienen ningún contacto con las presas comunes, con las que ni tan siquiera coinciden en el patio. Cuatro de las presas políticas se encuentran en huelga de hambre -como lo están también cuatro presos de la Modelo- como protesta por la situación en la que, según ellos, se encuentra la joven anarquista Virginia Capdevilla, internada en el Psiquiátrico de Madrid. En la Trinitat -única cárcel de mujeres en España en la que no trabajan funcionarios, sino miembros del Instituto Secular de las Cruzadas Evangélicas- se encuentra también Miriam de Maéztu, miembro de Els Joglars, que se negó a relatar su situación personal si no era en el contexto general de sus compañeras. «Las cárceles -dijo- son una aberración, y aunque en éstas existan buenas condiciones materiales, la presión psicológica es enorme.»

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