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La ciudad de Nueva York salva la sala Radio City

El coloso no se muere. Radio City se salva y Nueva York respira una alegría enorme. No desaparecerá el tercero de los pilares de atracción de la gran urbe norteamericana y al final parece ser que la nostalgia ha sobrepasado los problemas económicos. El telón, de tres toneladas de peso, cayó sobre el escenario en la noche del 12 de abril, pero no fue por última vez. Los decorados del gran show de Pascua iban a pasar a la historia, las 36 rocketettes estaban levantando, llorosas, las piernas por última vez y los 6.200 espectadores habían pagado las localidades a precios entre cinco y veinticinco dólares. Pero la corporación de desarrollo urbano de la ciudad de Nueva York, encabezada por el propio alcalde, Edward Koch, arregló las cosas a última hora. Desde que las noticias llegaron a los rotativos neoyorquinos en aquellos días angustiosos y nevados de enero, hubo protestas, gestiones, amenazas y, por fin, a última hora, un arreglo para salvar esta pieza de art deco, este coloso del espectáculo que desde hace 46 años ha sido una cita obligada para los ciudadanos del mundo al pisar Nueva York.Durante un año más no habrá peligro para Radio City. Incluso el departamento cultural del municipio declaró hace unos días que el teatro «es un lugar histórico y no se puede tocar».

Por ahora se olvidan de los problemas económicos, esos enormes dolores de cabeza que causaron lo que parecía ser el cierre definitivo del «abuelo de los cines». Como medida inmediata, la corporación de desarrollo urbano aportará una cantidad superior a los dos millones de dólares (160 millones de pesetas) para enjugar el déficit que durante los dos últimos años ha venido teniendo Radio City. El proyecto que la corporación piensa presentar al centro Rockefeller (la empresa propietaria del teatro) es que se construyan veinte pisos sobre el Radio City, que se destinen a oficinas, cuya renta podría financiar la vida del coloso.

El entusiasmo de espectadores, artistas y empleados, y seguramente de estos ciudadanos del mundo fue y sigue siendo extraordinario al saber la noticia. Se salva Radio City y un rincón histórico nostálgico.

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