"Detrás de la crisis ha habido algo más que la personalidad de Fuentes Quintana"
Santiago Carrillo (Partido Comunista de España). Estamos ante un debate sin sorpresas. Al menos, nosotros no estamos sorprendidos, ni siquiera en la forma en que el señor Fraga ha presentado su candidatura a la jefatura del Gobierno.El Gobierno cometió el error de no explicar en su momento la crisis ministerial, y lo ha rectificado. No voy a ser yo quien rechace la explicación ofrecida por el señor Suárez. Sin embargo, creemos que ha habido algo más que las características personales del señor Fuentes Quintana detrás de la crisis. Por ejemplo, las divergencias sobre el plan energético. No es casual que este plan no haya sido presentado en el plazo previsto.
Por lo demás, el señor Sahagún no llena el hueco que ha dejado Fuentes Quintana en el Gobierno, pero es verdad que en cierto modo no ha cambiado la política gubernamental.
Discrepo del señor Suárez en que el ritmo del cambio político sea demasiado rápido. Pero tiene razón el señor Suárez, en que el cambio se ha producido sin revolución, y yo añado que la clase social que ha hecho más por el cambio ha sido la clase obrera, mientras el empresariado en general se encontraba tranquilo y satisfecho con el régimen anterior. Lo que ocurre es que parte del empresariado dialogó con los trabajadores durante cuarenta años a través de las Fuerzas de Orden Público; hizo negocios y mandó tanto que no se habitúa a la democracia, y se niega a hacer negocios a la luz del día. Esta parte del empresariado quiere que en unos meses los trabajadores tengan confianza en ellos, pero los trabajadores desconfían porque están acostumbrados a que estos patronos digan que no les pueden dar más, aunque puedan darlo.
Estamos de acuerdo con el señor Suárez en que una política de consenso o convergencia es indispensable. Nosotros hemos defendido los pactos de la Moncloa más que el mismo Gobierno, arrastrando la impopularidad de esta posición. Nuestra política es la de concertación con el Gobierno, mientras que los sectores bancarios y empresariales que apuntan contra él, porque lo consideran demasiado escorado hacia la izquierda -lo que no es verdad, desgraciadamente-, sueñan con que la clase obrera no tenga ninguna participación en el poder.
Que nos perdonen los compañeros socialistas por nuestra paciencia hasta que ellos estén en el poder. Entonces haremos una política de cooperación todavía más seria.
(A continuación, el señor Carrillo hizo un análisis del cumplimiento político y económico de los pactos de la Moncloa, del que ofrecemos un resumen en ésta misma página.)
Constituye un error no haber convocado las elecciones municipales para la necesaria democratizaciór: de la vida local. Ya que parece irreversible el aplazamiento de las elecciones municipales hasta después de la Constitución, somos partidarios de un compromiso para que antes del verano la Constitución esté hecha y sometida a referéndum.
Es cierto que, en este país, hay que terminar con el terrorismo. Pongo como ejemplo la congruencia de las Comisiones Obreras de Euskadi, al condenar el terrorismo de ETA. Pero hay otro terrorismo con nombres sobradamente conocidos del que el Gobierno no se ocupa lo suficiente. Me refiero, por ejemplo, al terrorismo de Fuerza Nueva, que acusa de traición a este Gobierno, forma grupos paramilitares, golpea a los vendedores de la prensa de izquierda y campa por sus respetos.
En cuanto a las autonomías, no tenemos miedo de que vayan a romper a España. Estuvieron, en cambio, a punto de romperla los cuarenta años de dictadura centralista. Debe recordarse que ETA no ha surgido ahora, sino hace muchos años. Sólo una política de autonomías reales que traspasen las competencias centrales puede asegurar que la unidad se mantenga de forma intangible. El extremismo de quienes hablan de la autonomía como peligro de ruptura sólo servirá para alimentar el extremismo de los pocos separatistas verdaderos que existen.
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