También esta semana
En la sala principal de la Dirección General del Patrimonio Artístico (paseo de Calvo Sotelo, 22) quedará abierta al público, el próximo viernes, a las 19 horas, una muestra retrospectiva y póstuma de José Frau. Gallego universal (Vigo, 1889), se inició Frau en las artes y oficios de la pintura merced a la interpretación paisajística de su tierra, para luego incorporarse a los afanes vanguardistas de la segunda década del siglo, participando en la siempre recordada Exposición de Artistas Ibéricos, de 1925. Tras la guerra civil se nos fue a las Américas, colgó con éxito sus cuadros en México, Buenos Aires, Montevideo, Nueva York..., y retornó a España iniciados los años sesenta. Esta es la primera exposición o merecido homenaje que de su obra tiene lugar en Madrid, a poco de su muerte.En otra de sus salas dicha Dirección General presentará el mismo día y a la misma hora una selección de fotografías de Fernando Nuño, cuya capacidad para hacer compatibles el reportaje testimonial y el menester creativo raya en estricta admiración. A él, a Fernando Nuño, que tantas exposiciones ajenas ha tenido a bien ilustrar, no le viene nada ancho, me creo, este reconocimiento público de su propio quehacer. A través, por último, de la doblemente mencionada Dirección General del Patrimonio Artístico, el Ministerio de Cultura declaró ayer inaugurada, en el Museo de Arte Contemporáneo (calle de Juan de Herrera, 2), una bien nutrida propuesta colectiva, bajo el título general Pintura y gráfica cubanas.
Del lado de las exposiciones individuales merece venir al comentario la que nos ofrece en la galería Kreisler Dos (Hermosilla, 8) Jerry Sheerin, artista norteamericano afincado, tiempo ha, entre nosotros. Pintura, la suya, llevada a extremos límites de reducción, a la frontera misma de la pura sugerencia cromática, matizada con muy tenues alusiones al signo más que a la forma, y al vacío antes que al pleno. «Para mí -advierte Sheerin-, la pintura es una manera de expresar la nada. » Al borde mismo de la nada, el pintor propone, por vía de generalización orientadora, una sucesión de signos universales, inmersos en la temperatura, igualmente universal, del color.
Entre el embrión y el fósil se desarrollan, por paradójico que ello se diga, las dramáticas criaturas de José A. Alcacer, cuya obra se exhibe actualmente en la galería Foro (Conde de Xiquena, 8). Personajes nonnatos son los suyos, fosilizados, apenas aparecidos, o en trance, tal vez, de ver la primera luz. A merced, cuando más, de su propia huella, los personajes y personajillos de Alcacer nos resultan visibles en la sola impresión de su enigmático atuendo (gasa, bordado o veladura) que únicamente la personalísima técnica de su hacedor acierta a procurarles.
El pintor Soto Mesa ha tenido la feliz idea de inaugurar su Estudio de pintura con una exposición debida a mano ajena: la de Miguel Angel Quintanilla. Trata Soto Mesa de convertir la naciente modalidad de su taller en un lugar vivo de trabajo, en el que alumnos y maestro puedan enriquecerse recíprocamente mediante la crítica y contraste de su respectiva actividad y la pública exhibición de lo criticado y contrastado. «Lejos de limitarme a dar clases -viene a decirnos el pintor-, todo mi entusiasmo y experiencia estarán encaminados a despertar inquietudes latentes y a ayudar al desarrollo de las ya iniciadas.»
En la galería Rayuela (Claudio Coello, 19) presenta Vicente Vela sus últimas creaciones, en las que la indiscutible originalidad y pulso personal de sus trazas corren el riesgo, por reiteradas y vueltas a reiterar, de convertirse en perpetuo espejo de sí mismas. En esta misma galería, hoy, jueves, tendrá lugar la presentación del libro titulado La realidad de Antonio López García y debido a la pluma de Miguel Fernández-Braso.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.