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Entrevista:

Turquía: entre el terrorismo y la OTAN

La grave crisis económica y social por la que está atravesando Turquía, frontera casi única entre Europa y Asia, y las diferencias que en este instante separan a Ankara de Washington a causa, precisamente, de las discrepancias que plantea su alianza militar, constituyen también temas muy significativos para la opinión pública española, no sólo porque su análisis proviene de una voz autorizada, sino también porque España y Turquía conforman, por así decir, los dos extremos de lo que se suele llamar el sur de Europa, y ambas sirven de puente a otros continentes. En cuanto a sus diferencias con Estados Unidos, sus opiniones no pueden ser más oportunas, puesto que ya existe, aparentemente, un principio de arreglo por el cual Turquía podrá volver a recibir, después de casi cuatro años, ayuda militar de Washington, sin que el Congreso y el Senado norteamericanos se vean obligados a expedirse a fondo sobre el delicado problema de Chipre, invadido por Turquía en 1974. De confirmarse el acuerdo, Ecevit, que fue justamente quien ordenó la invasión, habrá demostrado una vez más que a la audacia del político sabe unir la sutileza y la imaginación de un buen literato.Buient Ecevit: Entre los países en vías de desarrollo de la zona, Turquía es el único que ha seguido siendo democrático después de la segunda guerra mundial. Para una nación con pocos recursos es difícil hacer vivir la democracia. Nosotros somos, sin embargo, voluntariamente democráticos. Así, hay un desarrollo político histórico, y en los últimos años una gran evolución social. Pero mientras las comunicaciones, por ejemplo, han progresado mucho, con la agricultura ha ocurrido lo contrario. El éxodo del campo a la ciudad provoca desequilibrios, y hoy tenemos un millón de obreros trabajando en los países avanzados de Occidente. En resumen: el desarrollo político y social es aquí muy superior al económico. Pienso que en ese aspecto nuestros problemas son similares a los de España. Tal situación provoca grandes tensiones sociales. Para asegurar el futuro debemos, pues, equilibrar el desarrollo: tenernos que hacer pasar a nuestra economía del estado de decolage al de vuelo. Los anteriores Gobiernos turcos quisieron eliminar el proceso de desarrollo para eliminar las tensiones sociales. Nuestro objetivo, por el contrario, consiste en nivelar los diferentes campos de evolución, todo ello en el contexto de la justicia social, no contra ella. Para conseguirlo, debemos crear una socialdemocracia en el sentido escandinavo, y considerar que nuestro potencial surge tanto de nuestros recursos como de nuestra situación estratégica.

La herencia económica que hemos recibido es muy dura. Ni siquiera en la década de 1930 las condiciones eran tan graves. En 1977, el índice de inflación fue del 50%. En los últimos tres años nuestra deuda externa ha llegado a los 10.000 millones de dólares, y eso contando con las remesas enviadas por nuestros obreros en el exterior. Este año deberemos pagar la mitad de esa deuda. La situación política y social agrava estos trastornos económicos.

EL PAIS: ¿Cree usted que su país dispone de una buena organización de Estado, de un aparato político adecuado, para afrontar esos problemas?

B.E.: Pienso que nuestras dificultades no surgen de la organización del Gobierno, sino de los problemas mismos. Trece de los 35 miembros del Gabinete no pertenecen a nuestro partido. Sin embargo, en el Parlamento contamos con una mayoría cómoda, en términos occidentales.

EL PAIS: ¿Cómo encara usted la posibilidad de un status especial para los países mediterráneos del conjunto europeo, incluso aquellos que pertenecen a la OTAN?

B.E.: Creo que no hay que ligar a la OTAN con las posibilidades de desarrollar nuestras relaciones. La OTAN significa seguridad, pero en la base de la seguridad está la economía. Tenemos que fomentar nuestros vínculos económicos. Hoy, dentro del diálogo Norte-Sur, es necesario superar las divergencias. Los países del Mediterráneo, de las dos orillas del Mediterráneo, constituyen la línea de demarcación entre el Norte y el Sur. La solidaridad y la cooperación especial entre ellos será beneficiosa para todos. La perspectiva de una acción común mediterránea, sobre todo en el dominio agrícola, es también muy interesante de cara al Mercado Común. En ese aspecto, debemos imitar a los países productores de petróleo.

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EL PAIS: ¿Cuál puede ser, a su juicio, el papel político y militar de España y Turquía en la región?

B.E.: Turquía pertenece a la OTAN, pero en los últimos años ha sido aislada por la Alianza y, especialmente, por Estados Unidos. No estamos, por tanto, en condiciones de pensar en nuevos compromisos militares. Sólo podemos ocuparnos de nuestra propia seguridad, en un punto geográfico tan crítico como en el que nos encontramos. Creo también que las naciones del Mediterráneo han de resolver por sí mismas sus problemas de seguridad. Eso quizás sea una utopía, pero hay que tratar de transformar esa utopía en realidad. En ese terreno, como en el económico, nuestro camino es el de la cooperación, el de una amplia cooperación.

EL PAIS: ¿Estaría usted verdaderamente dispuesto a revisar sus acuerdos con la OTAN y con Washington si no se resuelve, de una forma u otra, el problema del embargo de armas?

B.E.: Dentro de la OTAN, Turquía ha soportado un peso que no es proporcional a su economía. Nuestra contribución a la OTAN ha sido hasta ahora mayor que la contribución de la OTAN a Turquía. Ni siquiera ha compensado los riesgos que nos ocasiona. El embargo norteamericano ha colocado a Turquía en una situación extremadamente difícil, principalmente porque el país se aprovisionaba de armas en una sola fuente. Ante cierto número de realidades americanas, Turquía se ve obligada a adoptar un nuevo concepto de defensa. Y cuando hablo de realidades americanas, quiero decir que Estados Unidos tienen una estrategia mundial y que sería muy peligroso tener que depender de esa estrategia. Claro, tal estrategia puede cambiar. Pero los conflictos que pueden existir entre la Administración y el Congreso norteamericano también resultarían muy peligrosos para un país como Turquía. Uno, incluso, puede preguntarse si esos conflictos no son utilizados como una excusa. Además, en la política norteamericana, exterior e interior, influye cada vez más la cuestión étnica. En tales circunstancia, Turquía siente la necesidad de asegurar su defensa en elementos más sólidos. La detente exige esta actitud nuestra, y también lo permite.

EL PAIS: Pero, ¿realmente cree usted que hay detente?

B.E.: Sí, si comparamos el panorama actual con el de la época de la guerra fría. Podemos decir que hemos pasado de la guerra fría a la paz fría. De todas formas, yo no quiero significar con todo esto que proyectemos separarnos de la OTAN. Nos encontramos, simplemente, ante la necesidad de revisar los principios de nuestra seguridad nacional con la misma atención que prestamos a la existencia de la OTAN. Al preocuparse de su seguridad, Turquía debe tener en cuenta, a la vez, las exigencias de la paz mundial, de la paz en la zona, y de la detente. Se la puede llamar detente o paz fría, pero lo cierto es que su equilibrio en nuestra región es extremadamente delicado. Nosotros queremos evitar todo comportamiento que pueda romper ese equilibrio sensible. Así, nuestras decisiones acerca de la defensa responderán a esa circunstancia y a esa aspiración. No será fácil, pero lo intentaremos.

EL PAIS: ¿Qué opina sobre la posición del Mercado Común Europeo? ¿Cree que España, Turquía, Grecia, Portugal deben formar un frente común no sólo para negociar con la CEE los problemas económicos, sino también los políticos?

B.E.: Sí, pienso que es necesario. Lo que dije antes es aplicable a esa área. Nosotros no debemos ser competidores, sino cooperadores. En las presentes circunstancias no sólo no hay concertación entre los candidatos a la Comunidad; tampoco la hay entre los miembros del Mercado Común.

EL PAIS: ¿Qué opina sobre la ola de terrorismo en Turquía? ¿Está ligado al terrorismo internacional o tiene orígenes y peculiaridades propias?

B.E.: Bueno, el terrorismo pasa de un país al otro. En algunos se puede instalar, en otros no. Hay que tomar medidas contra la corriente que llega del exterior. Lo importante es que el terrorismo no encuentre un terreno propicio en la vida política y social del país. Ya le expliqué las razones de las tensiones existentes en Turquía, y también la actitud de los Gobiernos que nos han precedido. Esos Gobiernos intentaron frenar la evolución social y utilizaron el terrorismo contra las fuerzas progresistas. No hablo de todos los partidos que ocuparon antes el poder, pero sí de algunos.

EL PAIS: ¿Qué partidos?

B.E.: El ultranacionalismo y el Partido de la Justicia han buscado beneficiarse de la fuerza militante de sus grupos. A mi juicio esa es la causa de la existencia de organizaciones terroristas. Tal movimiento ha atizado el contenido terrorista de determinadas fracciones de izquierda y de los fascistas con apariencia izquierdista. Nosotros hemos llegado al poder en el momento en que esas fuerzas se habían introducido ya en la sociedad. Hoy, conseguimos descender hasta sus raíces. Esto está haciendo aumentar el nerviosismo del terrorismo. Desde hace dos meses, los actos de violencia son los de un terrorismo que se retira y que, al hacerlo, quema el terreno que abandona.

EL PAIS: ¿De qué manera planea usted combatirlo?

B.E.: Por primera vez después de años, la fuerza del Estado está siendo utilizada en forma eficaz y sin partidismos. Habrá que aplicar también medidas económicas y sociales. Varios grupos terroristas llegaron en una ocasión a apoderarse de una localidad y la proclamaron «independiente». Antes, el Estado no podía entrar allí, y si entraba tenía que hacerlo en una forma sangrienta. Ahora, entramos no sólo con la fuerza de la policía, sin también con medidas económicas y sociales.

EL PAIS: ¿Cuál es más peligros en Turquía, la extrema derecha o extrema izquierda?

B.E.: Las dos se muestran cada ve más nerviosas. Pero hay que diferenciar a la extrema izquierda terrorista de la que no lo es.

EL PAIS: ¿Hay posibilidades d un acuerdo inmediato entre Grecia y Turquía sobre Chipre y el Egeo?

B.E.: En lo que concierne a Chipre todo el mundo acepta la fórmula del Estado federativo, bizonal, con dos comunidades, independientes no alineado. Pero los greco-chipriotas no logran aún asimilar esta solución realista. Será difícil un acuerdo si no lo hacen, si no comprenden la realidad actual. Antes de la muerte de Makario hubo un entendimiento entre él Denktash (líder de la comunida turco-chipriota). Esa entente mutua había llegado a un punto alentador. Ya se verá en qué medida régimen que sucedió a Makario tendrá un comportamiento realista. En cuanto a nuestros problemas con Grecia, pienso que nuestra reciente entrevista con Caramanli en Suiza, ha trascurrido en una atmósfera esperanzadora. Con esto no quiero decir que vayamos a encontrar rápidamente las soluciones a todos nuestros problemas pero la esperanza de encontrar ha aumentado después de nuestro encuentro. Turquía desea sinceramente renovar sus relaciones amistad con Grecia, y eso es interesante para los dos países Creo que Caramanlis opina igual aunque no ocurre lo mismo con otros políticos griegos.

EL PAIS: Los greco-chipriotas insisten en que es imprescindible unidad económica de la isla. ¿Qué dice usted al respecto?

B.E.: Hay dos clases de federalismo: uno parte de una unidad hecha, y otro busca impulsar a partes que no están unidas hacia una unidad posterior. La situación actual en la isla requiere el segundo modelo. Existen dos comunidades totalmente autónomas. Por ello, la federación que debe hacerse sólo podrá ser evolutiva. Unicamente serán posibles los objetivos finales mediante el crecimiento progresivo de la confianza mutua.

EL PAIS: ¿Qué podemos hacer, a su criterio, para empezar desarrollar las relaciones entre España y Turquía?

B.E.: Nuestras relaciones son inferiores al potencial existente. Se trata de dos países con problemas similares, y en consecuencia, es posible establecer una colaboración muy amplia. Los contactos de alto nivel aún no han comenzado. Nuestro Gobierno desea entablarlos y hacerlos progresar. Esos contactos nos permitirían encontrar muchos ámbitos de cooperación sobre los que ponernos a trabajar juntos. La evolución democrática de España facilita el acercamiento.

EL PAIS: ¿Mantiene relaciones con el socialismo español?

B.E.: No personales, por el momento, sólo indirectas; pero estamos deseoso de tenerlas.

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