Católicos y marxistas
El motivo de esta carta es aportar algo de luz sobre una cuestión que está de actualidad, pero no es nueva.Este es el tema de la militancia y participación de los católicos en los partidos comunistas y socialistas. La jerarquía de la Iglesia se ha pronunciado en diferentes ocasiones sobre el tema condenando el marxismo con claridad. Esto ya debía de ser suficiente, no obstante, hay muchas más razones.
Leyendo las obras de Marx, Engels, Feuerbach, Lenin... y más recientemente de Althuser, Garaudy, H. Lefebvre, se ve con una claridad meridiana que todos ellos atacan a la religión en general y a la católica en particular. Hacen lo posible en algunos párrafos de sus escritos para ridiculizarla.
Gramsci, filósofo marxista considerado como uno de los padres del eurocomunísmo, utiliza otra táctica. Desplaza el sentido común cristiano, por un nuevo sentido común materialista que quiere borrar del pueblo la idea de Dios.
El marxismo, desde sus orígenes, se declara como materialista y ateo, oponiéndose, por tanto, a la esencia del cristianismo. Por otra parte, el marxismo propugna la lucha de clases. El cristianismo la única lucha que fomenta es contra nosotros mismos, contra nuestro egoísmo personal, de forma que no nos lleva al odio, sino a mejorar para ser más útiles a los demás. Verdadera solución de los problemas que tiene planteados el mundo.
A los marxistas les sirve de táctica este acercamiento a los cristianos para conseguir votos para sus ideas y en el momento que éstas triunfan, dificultar grandemente la vivencia de la fe. ¿O qué está pasando actualmente en todos los países donde hay Gobiernos marxistas? ¿Qué está pasando en Polonia, URSS, o más recientemente, en Vietnam, Camboya, Etiopía, etcétera? Basta leer los periódicos para darse cuenta de ello. El día 19 de febrero aparecía en la prensa la noticia de que en Rumania hay un millón y medio de católicos, de rito oriental, que están viviendo su cristianismo como en la época de las catacumbas. La misma noticia añadía que son cuatro millones los que en una nación de la Unión Soviética se encuentran en las mismas condiciones. ¿Es esto libertad? ¿Hay, pues, compatibilidad entre cristianismo y marxismo? No podemos ser ingenuos.
Se trata, en definitiva, de que los cristianos vivamos consecuentemente la fe. Esto lleva consigo atender los aspectos sociales de ésta, sin necesidad de que nadie nos venga a enseñar algo que se ha predicado durante siglos en la Iglesia, desde Cristo, y que han vivido de manera heroica muchos cristianos.
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