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Análisis del poder y de su posible abolición

Inauguración del Congreso de Filósofos Jóvenes, en Burgos

Ayer tuvo lugar la inauguración de la Conferencia de Filósofos Jóvenes, con una interesante conferencia del profesor Eugenio Trías, que versó sobre Acción y pasión en relación con el Poder.

El amor, la muerte y el poder son los tres grandes temas de la filosofía, enigmas ante los cuales fracasa el entendimiento, pues no hay solución racional ante estos misterios. El conocimiento y la verdad existen en función de estos tres grandes temas. Hay que remontarse a la concepción del poder de Hegels que es el máximo pensador del poder y referirnos a la dialéctica del amo y del esclavo. ¿Qué es lo que funda el poder para Hegels? ¿Qué es lo que determina el dominio del señor? Hegels da una respuesta: el señor es señor, porque ha arriesgado su vida en la batalla, ha vivido el peligro, ha puesto a prueba su vida. Así se funda el dominio del amo sobre el esclavo. La muerte es lo que constituye al señor lo que le hace verdaderamente un amo.Yo me constituyo a mí mismo en lucha, en agresión a los que pretenden arrogarse este estatuto del yo. Haber dado muerte a otros y morir a sí mismo es el origen del poder. La muerte es el señor mismo, que funda el señorío y la servidumbre, ahora bien nos preguntamos, ¿cuál es el sentimiento más fuerte?: en un versículo del Cantar de los cantares, se dice: el amor es más fuerte que la muerte. ¿Quién tiene razón? ¿Hegel o Salomón? ¿Cuál es el verdadero poder? ¿El amor o la muerte? Trías deja pendiente la interrogación y no da una respuesta. El tema del amor no es ajeno a la problemática de Hegel. En sus años juveniles reflexionó profundamente sobre este tema. Para él el amor es la divinidad, el absoluto. Dios es amor. Más tarde lo define como el desgarro absoluto en la absoluta unión. Así el amor se une a la muerte que también es desgarro absoluto, la separación completa de uno mismo. La relación entre el amor y la muerte, está registrada en la novela, en la poesía y en la tradición mística, pero no en la filosofía.

En la historia de la filosofía hay poca sensibilidad para estos temas y salvo el Hegel juvenil nadie se ocupó de ello. Es curioso que Hegel cuando ya constituye su pensamiento se burla del amor como un pequeño fenómeno dentro de la gran tonalidad histórica. Otros pensadores tienen una idea peyorativa de los sentimientos amorosos. Espinosa en su ética habla de los excesos del amor y el enamora do parece un loco, un demente. Ridículo personaje que por su fijación en el objeto del amor le impide pensar la basta multiplicidad de cosas que existen en el mundo. Ortega y Gasset define el amor, también, como una enfermedad de la atención, lo que le impide al enamorado llegar al conocimiento de su objeto amoroso. En consecuencia, el amor pasión está infravalorado en la literatura filosófica. ¿Qué es la pasión?, se pregunta el profesor Trías. ¿Es una negación de la acción?, como decía Espinosa. Para él la pasión es pasividad dolorosa y lo ético es la acción, la actividad. El profesor Trías sostuvo que hay que pensar la actividad desde la pasividad o sea desde la pasión misma. La pasión no es sólo padecer, sufrir, sino que el mismo lenguaje revela que tiene un con tenido positivo. Así se dice, tengo pasión por la música, el arte, la mujer. Una persona apasionada ostenta un valor positivo por sí misma. La vehemencia no es pura incandescencia, sino una sustantividad. Por último, el profesor Trías estudió en Tristán e Isolda, la dialéctica del amor pasión, la unidad del amor y de la muerte y definió los rasgos del amor pasión, entre ellos, mencionó la huída del mundo de los amantes y su descubrimiento de la razón de amor. Aman el amor, el objeto de la pasión es la pasión misma. Sufren de su felicidad y gozan de su desdicha, no quieren calmar su pasión nunca, ni satisfacerla.

Marxismo y poder

Por la tarde disertó el profesor Castorialis, que planteó el problema de la abolición del poder y de la dominación en general. Comenzó estudiando la concepción marxista del poder que estimó caduca e inválida. Para Marx el poder es el poder de una clase y las clases se forman en las relaciones de producción. Esta simplificación generalizadora no da una cabal explicación del sufrimiento, del capitalismo burocrático que ha surgido después de la revolución rusa y china. Por medios políticos a través del poder mismo, la burocracia se constituyó en una nueva clase dominante e instauró un nuevo régimen económico: el capitalismo. Se puede afirmar que la industrialización china es obra de la burocracia china. Ambas clases burocráticas la china y la rusa no surgen de las relaciones de producción, como sostenía la teoría marxista de las clases. Sin embargo no hay una identidad completa entre el capitalismo burocrático y el capitalismo monopolista tradicional. Afirma Castorialis que existen diferencias fundamentales. Si el Estado capitalista es el instrumento de los monopolios, en los Estados capitalistas burocráticos esta afirmación no es válida. Las instituciones políticas y el Estado mismo crean el nuevo grupo dominante. La conciencia de clase de la burocracia y su unidad nacen de su participación en el poder y de ahí deriva el poder económico de dominio que ejercen sobre toda la sociedad. Más tarde, Castorialis estudió la característica de las sociedades arcaicas para afirmar también que el poder no surge de una economía abundante o de la producción de una plusvalía social, sino de la institucionalización del dominio de un grupo sobre otro. El origen del poder se haya en un proceso de socialización de núcleo síquico del individuo, es una violencia ejercida sobre este núcleo, condición de la apertura del individuo al mundo. Por tanto, el individuo es una creación social. Esta socialización de la individualidad significa una interiorización de la vida social por el individuo. De esta forma nunca podrá contestar o luchar contra un dominio que él mismo ha establecido. Por último, esbozó el ideal de una sociedad justa basada en una contestación permanente de la justicia misma. Una sociedad perfecta sería la que se niega y destruye a sí misma continuamente para evitar la institucionalización. Por consiguiente, la historia es ruptura y creación, una reproducción constante de las instituciones de dominio. Una revolución es conservadora, Porque si produce la ruptura y libera al hombre al crear nuevas instituciones, lo vuelve a esclavizar.

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