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Alternativas a Ia escuela tradicional

Las escuelas paralelas, así denominadas en función de constituir toda una red de contestación a la enseñanza tradicional, son hoy todavía un grupo escaso de centros acosados por enormes problemas económicos, a pesar de recibir en muchos casos la subvención estatal. Su valiosa experiencia cultural de luchar por una pedagogía activa, sus principios antiautoritarios y su absoluta ruptura con cualquier forma coercitiva de enseñanza, hacen de ellas un bastión de las nuevas tendencias de libertad en el terreno de la educación. En España hay que distinguir dos zonas esenciales donde ha podido desarrollarse, aunque desigualmente, este tipo de centros. De un lado Madrid, con todos los poblados y suburbios que en torno a él se aglutinan; del otro, Cataluña, con un foco central en Barcelona y ramificaciones en la zona del Vallés. Al margen de las que aquí se mencionan funcionan otras muchas escuelas y guarderías en España alentadas por unos principios antiautoritarios y activos semejantes; por razones de espacio nos hemos limitado a citar los ejemplos más representativos desde el inicio de este movimiento, en los primeros años de la postguerra. Sobre todo ello informa Lóla Galán.

«En Cataluña puede decirse que un movimiento de recuperación de la tradicional escuela catalana surge ya hacia los años cincuenta -explica Biel Dalmau, del grupo de enseñantes Rosa Sensat- Las clases medias catalanas, no encontrando satisfacción en las escuelas estatales ni en las religiosas, deciden formar escuelas activas, experiencias renovadoras que entroncan con las tradiciones pedagógicas de los años veinte. En este momento se da además la circunstancia de que han regresado del exilio algunos profesores vinculados a la Institución Libre de Enseñanza, como Alexandre Galí, Arturo Martorell; vuelve también una hija de la propia Rosa Sensat, portadores de todo un saber que nada tiene que ver con la enseñanza impartida en las escuelas franquistas de la época. El sentimiento de afirmación de un idioma y una cultura catalanas tiene una enorme importancia en este movimiento. Surgen así escuelas gracias a la colaboración entre padres, los viejos profesores y los jóvenes interesados en esta renovación de la enseñanza.»Lo que surgió como una iniciativa minoritaria, con cuatro o cinco escuelas, fue tomando unas dimensiones cada vez mayores. En los años sesenta existían ya en Barcelona y sus alrededores más de cien escuelas de este tipo. «Se funcionaba, y así se sigue haciendo, en régimen de cooperativa, con profesores elegidos, por los padres, y en la gestión participan, incluso, los aIumnos, a partir de determinada edad. Toda la zona del Vallés, Sabadell, Tarrasa, Mataró, Reus, así como algunos puntos de Lérida y Gerona, ven aparecer el mismo tipo de escuelas fuertemente catalanas, enraizadas en lo más profundo de una cultura reprimida hasta esos años. «No obstante -prosiguel Biel Dalmau-, empezaron a surgir críticas contra el elitismo de estas experiencias de recuperación educativa por parte de quienes comprendían que era en efecto una minoría de niños los que podían beneficiarse de esta nueva corriente. En 1965 surge la escuela de maestros Rosa Sensat destinada a formar enseñantes para estas escuelas progresistas. Mediante los cursos de Estiu este nuevo tipo de pedagogía se extiende incluso a otros maestros que trabajan en escuelas tradicionales.»

Tanto ayer como hoy la supervivencia de los problemas económicos ha sido una constante en el desarrollo de la escuela activa, preocupada por impulsar la propia capacidad creativa. y humana del niño. En 1968 las escuelas progresistas catalanas se unen en una coordinadora sobre bases comunes. En estos momentos no reciben subvención estatal alguna, entre otras razones porque sus aulas han rechazado la masificación de alumnos que exige el Ministerio para prestar su ayuda. Las clases no llegan a los 35 o cuarenta alumnos requeridos. Los problemas económicos se hacen particularmente graves en los centros de este tipo que han comenzado a funcionar en las barriadas populares de Barcelo-na, ansiosos de acceder a nuevas fórmulas liberadoras tanto para los maestros como para los niños. En 1975 se da a conocer un documento donde se re sumen los puntos esenciales de la nueva escuela como una alternativa a la enseñanza hasta entonces más generalizada. El momento coincide con una situación de gran penuria económica en estos centros. Se buscan toda clase de subvenciones: privadas, de parte de instituciones benéficas, pero ya es evidente en estos momentos que las escuelas de recuperación pedagógica, alternativas o «paralelas», son en realidad el modelo ideal de escuela pública que actualmente se está intentando sea aceptada por el Gobierno de la Generalidad

Madrid: la necesidad obliga

La experiencia de la enseñanza alternativa en Madrid es más reducida y más reciente, en líneas generales. Los ensayos más antiguos se remontan a nueve años atrás y responden, en la mayoría de los casos, no a una iniciativa de las clases medias (los ejemplos en este sentido son bastante escasos y se limitan a algunos colegios de intelectuales sumamente elitistas), sino a una necesidad imperiosa de rofriper el cerco en que la falta de una auténtica preocupació n social del Ministerio de Educación ha sumido a los suburbios y zonas más desheredadas de la ciudad.Así, las experiencias más radicales surgen en los barrios extremos, acosados por la absoluta carencia de centros escolares, a finales de los años sesenta. «Hace nueve años nació este colegio de educación general básica, que llamamos Centro Cultural de Palomeras Altas -explica Felisa, profesora desde hace siete años en dicho centro-. Surgió precisamente por iniciativa de algunos padres y maestros en paro de este barrio y su primera sede fue la parroquia. Allí, en una sola aula con niños de todas las edades, se impartieron las primesas clases. Poco a poco la escuelá ha ido desarrollándose hasta contar hoy con nueve aulas que acogen a un promedio de 34 niños cada una. El Ministerio de Educación nos subvenciona desde hace cuatro años, con lo.que los terribles problemas económicos que aquí hemos padecido se han ido suavizando paulatinamente. El nivel de escolarización en el barrio es total, pero sobre todo gracias a la existencia de colegios privados. Actualmente se han abierto dos estatales, pero encuadrados en una línea clásica de enseñanza. »

El Centro Cultural de Pálomeras Altas es un colegio democrático que se rige por una gestión conjunta de padres, profesores y alumnos, exactamente igual que el Colegio Trabenco de Entrevías, o el de Zarzaquemada, que pasan por ser las experiencias más interesantes de este tipo. Desgraciadamente, la conexión entre unos y otros no es todo lo estrecha que debiera ser por las dificultades de tiempo y de medios en las que casi todos se encuentran.

La programación del curso se realiza, pues, en común: «Dos alumnos por aula participan en todas las decisiones, a partir de una cierta edad, ya que tenemos niños de cinco a catorce años». En un principio era dificil convencer a los padres del interés de este tipo de enseñanza, que viene a ser como un cambio mutuo de experiencias; hoy es cada vez más grande el núcleo de padres que lo comprenden y se interesan por que el colegio sobreviva tal como es. La falta de medios económicos es uno de los problemas más serios. Las revisiones médicas que estamos llevando a cabo entre los niños las ha realizado un médico gratuitamente. No hace mucho vino un psicólogo para mantener una sirie de conversaciones con los pequeños, también tuvo que ser gratuita y desinteresada la consulta. Tanto en Palomeras, como en Entrevías o Zarzaquemada, la escuela está abierta por las noches a todos los padres que quieran participar en cursillos para adultos.

La iniciativa de la Cooperativa Trabenco

Hace siete años que funciona en Entrevías, junto al madrileño Pozo del Tío Raimundo, en la barriada superpoblada de Vallecas. El colegio Trabenco se acogió en un principio al Plan de Escolarización Urgente del Ministerio de Educación, por lo que pudo ser financiado al cien por cien. Con el tiempo se desvía de las pautas tradicionales de enseñanza, lo que provoca inmediatos problemas económicos. El parvulario no es subvencionado ni el profesor de idiomas entra en los presupuestos cubiertos por el Estado, ni la limpieza del colegio, ni la secretaria, ni un montón de pequeños gastos corrosivos. «El resultado es que el colegio cuesta 650 pesetas a cada niño, y el parvulario, la astronómica cifra de 1.500 pesetas en uno de los barrios más humildes de Madrid, frente a las trescientas pesetas con que puede funcionar por niño el centro de Palomeras Altas», así se expresa una joven profesora del colegio Trabenco.El centro cuenta con doce profesores para atender a unos trescientos niños entre los cuatro y los trece años, en los que se incluyen dos aulas especialmente dedicadas a niños con problemas al cuidado de dos licenciadas en Pedagogía en la rama terapéutica. «Ahora mismo acaba de abrirse un colegio estatal frente al nuestro -explican los maestros de Trabenco- y como es lógico nos ha quitado muchos niños porque el precio de nuestro parvulario se hace verdaderamente imposible para padres con varios hijos, que aquí son los más numerosos. Además la población de esta zona está compuesta en su mayoría por obreros de la construcción, que sufren la crisis económica actual y el paro de una manera particularmente fuerte. Tenemos algunos casos patéticos que se ven obligados a llevarse los niños del colegio por una imposibilidad material.» El Ministerio subvenciona en esta zona, en mayor o menor medida, a todos los colegios existentes, desde los privados hasta los religiosos y por supuesto a los estatales. «El centro funciona.en régimen de cooperativa, lo smaestros cobramos unas 25.000 pesetas; se da una supremacía absoluta a la pedagogía activa. Hay muchas clases prácticas, de modelado, costura, pintura, donde colaboran las madres de muchos niños, pero otros valoran sobre todo las instalaciones materiales de un colegio, los autocares, si hay piscinas o campo de tenis; aun así, son cada vez más los.padres que se sienten entusiasmados por esta experiencia. En los principios de esta escuela democrática politizada, pero no partidista, figura esta frase casi como el lema de su actividad: "La escuela para nosotros es una institución que sirve de instrumento para la -transformación de la sociedad".»

La Coordinadora de Escuelas en Lucha

La lucha de las nuevas barriadas catalanas por conseguir escuelas en una misma línea de contestación que las de recuperación surgidas en los años cincuenta, da origen posiblemente a los modelos más radicales de centros educativos, basados sobre todo en el sacrificio y la tenacidad de un grupo de maestros que cuentan con el firme apoyo de los vecinos de los barrios.A finales del 76 y a lo largo del 77 esta iniciativa popular se concretiza y avanza. La gente selecciona terrenos, se buscan maestros dentro del barrio y se levantan los edificios quealbergarán las escuelas. La actitud del Ministerio ha sido en la mayoría de los casos la de negarse a admitir la plantilla de maestros designada por el barrio para introducir los suyos en base a los criterios de oposición que sigue. Escuelas en Lucha se han organizado entre cuatro y cinco en la periferia de Barcelona; la llamada Escuela Pegaso del barrio de San Andréu, donde cuarenta profesores trabajan sin cobrar, al no ser aceptados por el Ministerio; la Escuela Barcelona, donde las luchas. populares han conseguido implantar a sus propios. maestros; el Patronato Ribas, donde el Ministerio no ha nombrado aún profesores; Covas del Simany, que ha tenido éxito en la batalla de imposición de maestros y la Escuela Ferrer y Guardia, todas ellas unidas en determinados momentos y gracias a la colaboración de las asociaciones de vecinos, en la Coordinadora de Escuelas en Lucha.

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